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La necesaria Crisis del Cuarto Poder

@S. McCoy - 31/01/2009

El Cuarto Poder está en crisis. Menuda novedad. Lleva en crisis mucho tiempo. Demasiado. Exactamente desde el momento en que perdió la función que la sociedad le había asignado y reemplazó la verdad por la rentabilidad, la objetividad por el interés partidista, la razón por la servidumbre. Los despojos operativos y financieros en que se han convertido gran parte de los grupos de comunicación españoles son una consecuencia más de la ruptura, hace ya décadas, de la identificación entre la causa fundacional y acción a desempeñar por el periodismo patrio, proceso de deterioro paralelo al que han vivido gran parte de las instituciones públicas que nacieron al calor de ese esfuerzo de renuncia colectiva que fue la Transición española. La actual coyuntura empresarial no es lo importante. No se engañen. El problema fundamental de muchos actores del sector es la pérdida de sus señas de identidad: la prostitución de sus principios y la renuncia a sus ideales. De ahí que no me den pena alguna, la verdad. Ni siquiera me inspiran la mínima compasión de quien fue y ya no es, recuerdo del pasado. Se lo han ganado a pulso. De hecho, no creo que se pierda nada con su desaparición. Más bien al contrario: espero que se convierta en la gran oportunidad para que la causa última que justifica la labor de los medios vuelta a brotar con renovado brío para cumplir con la fundamental misión que han de llevar a cabo en cualquier colectividad. Claro que mucho esperar me parece a mi a día de hoy. En fin.

 

El Cuarto Poder.

 

Siempre he entendido el concepto de Cuarto Poder desde una triple dimensión. En primer lugar como poder en sí, concepto que servidor entiende, en la particular estructura de estado en la que vivimos y a la que por tanto circunscribo esta reflexión, no en su acepción negativa de conseguir que otros hagan lo que no quieren hacer, lo que a mi juicio es imposición, autoridad y obeciencia, sino como la capacidad de hacer que las cosas cambien, esto es: proposición y acción, que es algo muy distinto. En el contexto social que disfrutamos, hay una coletilla implícita en esa definición: se trataría de procurar que las cosas cambien... a mejor. Es lo que se deduce del resultado de cualquier proceso democrático de elección colectiva de representantes, poderes legislativo y ejecutivo. Nadie vota o designa a quien cree que va a empeorar su calidad de vida o sus circunstancias personales. Es de cajón. Pues bien, en los medios de comunicación no debería ser distinto: tienen una potestad que se habría de traducir, al menos en teoría, en contribución desinteresada al progreso común, en su doble vertiente de avance y mejora. No se trata de una quimera. Vuelvan la mirada a los años inmediatamente posteriores a la fundación de alguna de las cabeceras señeras españolas. Su rentabilidad se derivaba de un círculo vicioso de credibilidad y prestigio que revertía positivamente en la distribución y los ingresos. Qué tiempos aquellos.

 

Muy relacionada con esta idea se encuentra, en segundo término, la asociación del Cuarto Poder con la tarea auxiliar de control de la actividad de los otros tres poderes del Estado, tal y como los enunciara en su día Montesquieu (a los dos ya citados habría que añadir el judicial). Se espera de la prensa la adecuada labor de supervisión y denuncia, de vigilancia y revelación, de investigación e información. En un mundo tan politizado como el actual, esta misión cobraría, si cabe, mayor relevancia, siendo de hecho el último asidero al que la ciudadanía se podría aferrar en busca de una verdad lo más objetiva posible, si es que ésta existe, como filosóficamente discuten algunos. Por último, la consideración de Cuarto Poder en relación con los medios se refiere, con carácter no tan residual como podría parecer, a su condición de forjadores de criterio, en la medida en la que son fundamentalmente periodistas los que orientan a la opinión pública para que pueda llegar a sus propias conclusiones y actuar en consecuencia. Suponiendo, claro está, que aún quede algo de reflexión y no de mera adhesión incondicional en esta sociedad post-LOGSE de Grandes Hermanos de 40% de share televisivo. Basta con darse una vuelta por la multitud de tertulias que pueblan las radios y televisiones españolas para cerciorarse de esta evidencia. Periodistas y políticos, tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando, se han convertido en esos tutto logos que caricaturizan los italianos: los que hablan de todo sin saber de nada. Y el resto de la sociedad civil, doctores, licenciados, generalistas y especialistas, a escuchar. Toma ya.

 

La pérdida de su razón de ser.

 

Más allá de chanzas fáciles, el problema fundamental de la prensa española es que no ha dudado en traicionar esa voluntad de mejora intrínseca, propia del ejercicio de cualquier poder en democracia, por la persecución sin desmayo del propio beneficioYa no se trata de que las cosas cambien a mejor, sino de que las cosas cambien a mi favor. De ese modo se ha producido una alineación de los intereses de los medios con los de aquellos que, o bien podían aumentar su radio de influencia, o bien podría sustentarlos económicamente. La hermandad con el espectro político o con el ámbito empresarial incide de forma implacable en las otras vertientes de su actividad. No sólo cercena de raíz la objetividad que debería presidir cualquier labor de control parlamentario, gubernamental o de la judicatura sino que provoca, inexorablemente, que las opiniones vertidas individualmente lo sean, salvo contadas y honrosas excepciones, bajo el estigma de la orientación ideológica del paraguas que al opinante cobija. De este modo, no es de extrañar el descrédito que se ha ganado con el paso del tiempo la propia profesión periodísticaCuando algo o alguien renuncia a lo que es consustancial a su propia existencia, termina por convertirse en una caricatura de sí mismo. Casos como el más reciente de Anacleto, agente secreto, de El País, de tan abrupto y extraño final, o la obsesión plurianual 11-M de El Mundo, sin pruebas tan ciertas como las que les sirvieron para ganar crédito con el GAL, son buen ejemplo de ello. Bien está lo que bien acaba. No se puede olvidar. Lo contrario es hablar a humo de pajas.

 

Alguno podrá argumentar que no hay relación causa efecto entre el deterioro intelectual de los medios de comunicación, al que acabamos de hacer referencia, y su debacle como negocio, al ser este último el resultado más bien de dos factores claramente interrelacionados, endeudamiento aparte: una caída salvaje de la publicidad y la irrupción de Internet como fuente recurrente e inmediata de información, lo que puede hacer que dicha merma de ingresos tenga carácter estructural y traiga consigo una reconversión de la industria que dejará muchos cadáveres por el camino. Discrepo profundamente. Ambos van totalmente de la mano. Porque ha sido la desmedida ambición económica y social de determinados personajes, y su creencia de estar por encima del bien y del mal, la que ha conducido a estructuras operativas y financieras absolutamente inviables en momentos no bajos sino medios de la coyuntura económica. Así, no han dudado así en emprender proyectos de dudosa rentabilidad ex ante, como la lucha por la residual audiencia de la TDT o de las emisoras locales; no les ha temblado la mano a la hora de sobrepagar por activos de dudoso valor intrínseco, como el gratuito Qué que cualquiera con dos dedos de frente podía entender su brutal apalancamiento al ciclo; no han dejado de confiar en que la salvaguarda administrativa que les daba resguardo oportuno iba a estar ahí siempre con independencia de las circunstancias, caso Sogecable-Mediapro.

 

¿Crónica de una Muerte Anunciada?

 

Si con ello hubieran pretendido cumplir con ese papel de celosos guardianes de los intereses de la ciudadanía, de control de las demás instituciones del estado o de aliento a la sociedad civil, olé sus narices. Pero desgraciadamente no ha sido así. Han preferido renunciar a sus principios antes que a sus beneficios. Así les ha ido. Ha primado la imposición frente a la información y ahora pagan por ello. Sólo les quedan dos opciones: travestirse aún más en busca del favor de unos y otros, camino fácil que permite sustentar los egos en un negocio donde abundan por doquier, o tomar la utópica determinación de volver a las raíces de lo que magnifica su actividad, recuperando todo lo que ha hecho grandes a los grandes periodistas de la Historia. Desgraciadamente, la elección la tienen clara. No tengan duda alguna de que será su condena definitiva. Amén.

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Leopoldo Abadía en Buenafuente (29/01/2009)

Leopoldo Abadía en Buenafuente (29/01/2009) 1/2

29/01/2009 LEOPOLDO ABADIA EXPLICA LA FINANCIACION AUTONOMICA EN BUENAFUENTE
Leopoldo Abadía explica a su estilo la financiación autonómica en Buenafuente. Programa del 29 de enero de 2009 donde se anuncia también la sexta edicón de su libro.



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Las cuentas claras del Santander

Las cuentas claras del Santander

@S. McCoy - 29/01/2009


Menudas 24 horas que nos ha dado el Santander. Nos acostamos el martes con la Operación Madoff encima de la mesa y almorzamos el miércoles con el anuncio precipitado de la línea principal de su cuenta de resultados. Y, de por medio, unos resultados del BBVA que, morosidad aparte, son sorprendentemente buenos en lo que a los parámetros principales de negocio se refiere: margen de intermediación, margen básico y margen ordinario. No sólo mejora los diferenciales de la actividad recurrente sino que logra, sorpresa sorpresa, mantener las comisiones netas, uno de los elementos más cíclicos de cualquier cuenta de resultados bancaria. Veremos a ver la capacidad de aguante en 2009 donde el balance y su gestión van a jugar un papel esencial. Por encima incluso del propio beneficio atribuible. Servidor, que ha sido crítico con los vaivenes de gestión de la entidad, su pesada apuesta estructural por la innovación y la transformación y la tardía compra de Compass ha de reconocer que, salvo el último de los elementos, en lo demás su atonía directiva se ha probado acertada. Otra cosa es que el mercado discrimine, que no lo hace, y que sea inevitable, como parece, que antes o después tenga que acudir al recurso del mercado para consolidar su solvencia. El deterioro económico es muy rápido y afectará por igual a empresas (deterioro sustancial de la capacidad de utilización que invita a plegar velas) y ciudadanos (desempleo).

Pero indudablemente la gran estrella de estas particulares 24 horas de la banca española ha sido el Santander. En primer lugar, por el intento precipitado de cierre del Caso Madoff que se había convertido, aparentemente, en la única alternativa posible para evitar que la Rebelión en la Granja que se vio en la Junta fuera a mayores, por una parte, y para tratar de cubrir las posibles responsabilidades penales del equipo gestor, por otra. Lo que ha demostrado, en cualquier caso, la entidad cántabra es que el último principio fijado por el gorrino Napoleón en elAnimal Farm de George Orwell sigue vigente intrínsecamente en la filosofía de la firma: “todos los animales son iguales; pero unos son más iguales que otros”. Entiendan, por favor, que es una metáfora. Esa es la interpretación que dan igualmente los abogados de Cremades y Calvo Sotelo que llevan la causa de unos cuantos afectados, según se desprende de la comunicación pública que ayer hicieron. De ahí que no haya nada definitivo y que, por el contrario, haya que esperar hasta el 5 de febrero para ver cuáles de los damnificados se apuntan a la oferta de Botín y compañía y qué ocurre después. Claro que ya tiene delito que una firma jurídica de la categoría que se supone a la mencionada caiga en un error demagógico de parvulario al criticar al banco por provisionar sólo 500 millones de los 2.330 de pérdida reconocidos, cuando dicho cargo se refiere tan sólo a las preferentes emitidas y son el resultado de traer a valor presente el importe de las mismas, que asciende a 1.380 millones de euros.

De hecho, esta sencilla operación financiera nos revela un dato extraordinariamente interesante y es cómo el Santander valora el coste de sus recursos propios: al 10,68% (habría que matizar algo, pero poco, no tratándose de acciones ordinarias). No está mal para como está el patio. Más allá de su utilización para la determinación del coste medio ponderado de capital, junto con lo que la sociedad paga por la financiación minorista y por la deuda mayorista, se trata de un elemento conceptualmente interesante ya que determina el retorno mínimo que teóricamente cualquier inversor exige por meter su dinero en el banco y no en otra entidad. Por debajo de ese umbral esperado la inversión no compensaría los riesgos asumidos, al menos sobre el papel. Sería la otra cara del RoE, Return on Equity, tan cuestionado estos días en el sector bancario debido a que gran parte de las maravillosas cifras dadas a conocer en los últimos años se debían a unos insostenibles R o beneficios y a una insuficiente E o solvencia. Salvo en banca minorista, de hecho, para servidor este es un ratio muerto salvo reconversión industrial creíble, cosa que habrá que ver. En cualquier caso, siempre el coste del capital es superior al de la deuda toda vez que la situación del propietario es más vulnerable que la del acreedor, riesgo que se compensa con una potencial mayor rentabilidad.

Dicho rendimiento se puede obtener a través de dos vías: revalorización y dividendo. Es decir plusvalía y cupón anual, si es que existe, a las que se podría añadir, algo que no se da normalmente en el sector bancario, las recompras de acciones para amortizarlas que permiten distribuir el mismo resultado entre menos valores aumentándose por tanto, la cuota individual que corresponde a cada una. Lo contrario a lo que ocurre cuando se produce una ampliación de capital, siendo esto lo que conocemos como dilución. Precisamente para evitar cualquier confusión el Santander habla tanto de pay out o porcentaje del beneficio destinado a remunerar al accionista como de una cuantía fija, de 0,65 euros por acción con cargo a 2008. Muerto el perro se acabó la rabia. Lo que resulta cuando menos curioso es que el coste de capital arriba mencionado se aproxime sospechosamente con la promesa de pago realizada por la firma a sus propietarios. Al cierre del martes, 5,75 euros, el dividend yield ofrecida era del 11,30% antes de impuestos que se quedó en un 9,96% al final de la sesión de ayer. Suponiendo, que a estas alturas de la película de terror financiero que estamos viviendo no deja de ser un arduo suponer, que Botín decide mantener dividendo, el mensaje está claro: a los precios actuales el riesgo de la entidad lo cubro con el pago anual y, sobre la cotización, Dios dirá. Todo es pura contabilidad, error garrafal de los reguladores en la crisis actual, hasta que se produce la venta. Es así.

Todo lo cual para concluir que lo que hizo ayer el Banco de Santander no es sino un profit warning en toda regla. Es la única definición decente para calificar el hecho de que una empresa cotizada en bolsa se aleje de los objetivos que inicialmente tenía fijados. Se puede argüir que se debe a factores imponderables. Bien, en el sueldo de los ejecutivos va también ese riesgo. El carácter extraordinario de los elementos que afectan negativa o positivamente a la cuenta de resultados no exime en ningún caso la responsabilidad colectiva de los gestores sobre la misma. Y más en supuestos que dependen de su pericia profesional como es el del caso Madoff. Dicho esto, casi 9.000 millones de euros en el escenario en el que nos movemos en estos meses, no deja de ser una cifra espectacular ante la que no hay que dejar de quitarse el sombrero. Ojalá que no fuera un mero Carpe Diem, aprovecha el momento que la cosa pinta malita. Pero parece que sí. A mi juicio el Santander ha leído mal la desaceleración cíclica, que va a ser más larga y profunda de lo que piensa, se ha precipitado en determinadas compras que aumentan su exposición a países especialmente vulnerables en el espectro residencial, ha errado parcialmente el tiro estratégico en los últimos años con su apuesta por la financiación al consumo y depende en exceso de un Brasil donde la divisa, pese a que tiene su inversión en libros cubierta, no pasa por su mejor momento, señal de desconfianza. En cualquier caso, disfrutemos del espejismo y, si finalmente no lo es, les aseguro que seré el primero en alegrarme.

Ya es jueves:

Alimento para el alma. En mi particular intención 50 para 2008, el libro seis es una novela absolutamente deliciosa: El Señor Pip de Lloyd Jones, cuya lectura encarecidamente les recomiendo. Un relato conmovedor sobre el poder creador y destructivo de la imaginación. Precioso.

Alimento para el cuerpo. Disfruto de una de las cenas más divertidas de los últimos meses en el nuevo emplazamiento de todo un clásico en Pozuelo, el Restaurante Alizaque. Y lo hago acompañado por cuatro de las seis o siete parejas que salieron de mi clase de E-2, donde se estudiaba, por lo que se ve, mucha… anatomía y no sé si demasiado de todo lo demás. A los hechos me remito. En fin: cecina extraordinaria, croquetas deliciosas y ensalada de ventresca con pimientos fantástica de entrantes. En los mejores estándares culinarios. En mi caso concreto, como plato principal, unos tacos de merluza a la romana con huevo frito con puntillitas, de las de verdad, más que correctos, aunque un tanto fuera de precio (todos los segundos iban de 24 euros para arriba, lo que debería retraer a una masa importante de clientes). Lo peor quizá los postres con una tarta de chocolate de esas ladrilleras que no hay quien pueda con ellas. Todo regado por dos botellas de Protos Crianza que provocó un notable aumento de la locuacidad y las verdades conyugales del barquero conforme transcurrían las horas. Aún así nos seguimos queriendo. La semana que viene, un par de citas imprescindibles.

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Momento de enterrar el Dow Jones


@S. McCoy - 28/01/2009 06:00h

Una de las principales paradojas del mercado de acciones a nivel mundial reside en la incapacidad de uno de sus indicadores más significativos, el estadounidense Dow Jones, para cumplir con la finalidad que teóricamente tiene asignada: ser una muestra lo suficientemente amplia de la economía a la que representa y reflejar así del modo más eficiente posible las expectativas que los distintos agentes tienen sobre la misma. Una realidad conocida por gran parte de los que consumen sus días siguiendo los vaivenes de las bolsas. Pero poco extendida entre muchos pequeños inversores que aún lo utilizan, junto a otros elementos,  como asidero al que amarrar sus decisiones de inversión. Hace años que el Dow está muerto para tal finalidad. Pero su incapacidad ha quedado, si cabe, acentuada aún más con el reciente colapso en la cotización de gran parte de sus componentes. No es de extrañar, por tanto, que para muchos se trate de un índice amortizado. De hecho su espacio en Estados Unidos lo han ocupado el S&P 500, sin duda la referencia a todos los efectos y, en menor medida, los más extensos Wilshire o Russell en sus distintas amplitudes.

Pues bien, ha sido John Mauldin, en su newsletter semanal de amplio predicamento entre la comunidad financiera internacional, quien ha vuelto a recordad la inhabilidad del Dow Jones para cumplir con la función que le corresponde. Y lo hace con base en dos motivos principales. En primer lugar se trata de un indicador basado en precios y no en capitalizaciones bursátiles, del tal forma que la agregación no tiene en cuenta el número de acciones en circulación a la hora de determinar la mayor o menor importancia de una compañía dentro del índice. Simplemente emplea un múltiplo de 7,964782 lo que implica que, por cada dólar que baja la cotización de una firma, el Dow Jones pierde 7,96 enteros y viceversa. Tal y como señala Mauldin, se podría dar la paradoja de que Microsoft, que capitaliza 157.000 millones pero cuyos títulos se negocian alrededor de los 18 dólares, pasara a valer cero y el Dow perdiera tan sólo 144 puntos de su valor o menos del 2%. Por el contrario, IBM, con un market cap 34.000 millones inferior, provocaría en el mismo supuesto una merma en el Dow Jones superior a los 700 puntos, o un 8,5%, simplemente por el hecho de que sus acciones cotizan a día de hoy por encima de los 90 dólares. Absurdo, ¿verdad?

Pero es que, además, el propio Dow Jones está incumpliendo con las normas que consuetudinariamente se habían establecido para conservar representatividad al selectivo y que obligarían, con objeto de eliminar distorsiones importantes en acciones excesivamente penalizadas, a excluir aquellos valores que pasan a cotizar por debajo de los 10 dólares. Si tomamos a Citigroup ($3,5), BoA ($6,5), Alcoa ($8,5) ó General Motors($3,4), las cuatro que ahora cumplen tal condición, y consideramos un evento de colapso total de todas ellas, la merma en el indicador sería de 176 puntos o cerca del 2% del mismo. Muy lejos del peso específico que realmente tienen en la economía norteamericana. Pero es que el hundimiento del sector financiero, que incluiría junto a Citi y BoA a American Express y JP Morgan, provocaría un retroceso del Dow de poco más de 400 enteros o un 5% de su valor total que ronda en la actualidad los 8.200. Por debajo de lo que supondría la desaparición de IBM. Es verdad que el impacto inicial de sus caídas afectó el índice pero, llegados a este punto, su incidencia en su comportamiento es sustancialmente inferior.

Tenemos, por tanto, una referencia guiada por los valores de mayor precio absoluto, entre los que se encuentran la propia IBM, ExxonChevronProcter,McDonaldsJohnson & Johnson3M y Wal Mart, es decir: fundamentalmente petroleras, consumos duraderos y consumos discrecionales baratos. El resto, rien de rien. Su representatividad por tanto es limitada, por no decir nula. No sólo eso, los movimientos en las acciones de mayor precio, que no valor, son las que determinan su comportamiento de modo tal que una subida del 10% en IBM tiene un impacto 20 veces superior a la de un movimiento del mismo calado en Citigroup. Por tanto, podría decirse que la posibilidad de manipulación del selectivo, aunque la profundidad de los valores que contiene es muy elevada, es muy superior. Por último, en momentos de crisis como el actual, la resistencia del Dow Jones ante bajadas adicionales de precios es más elevada que la de otros indicadores comparables, lo que distorsiona la realidad. Todo esto lo invalida como elemento de juicio adecuado a la hora de tomar decisiones de inversión. Es momento de enterrar el Dow. Descanse en paz.

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Los 25 culpables de la crisis

Los 25 culpables de la crisis


Los 25 culpables de la crisis

@E. Sanz / Agencias - 27/01/2009 06:00h

Los culpables de la mayor crisis financiera de la historia desde la Segunda Guerra Mundial tienen nombres y apellidos. Según el periódico británico The Guardian, lo que viene sucediendo durante el último año y medio no se debe a un fenómeno natural sino a un desastre humano que ha llevado a las principales economías y empresas del mundo al borde del abismo y en el que 25 personajes han jugado un papel decisivo.

¿Quién nos ha llevado a la ruina?, se pregunta el diario.

Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal entre 1987 y 2006 se alza con el primer puesto. Tras una vida prácticamente entera dedicada al organismo regulador y retirado como un auténtico héroe, Greenspan pasará a la historia, entre otros aspectos, por su defensa del libre mercado, su capacidad para rescatar a la economía de Estados Unidos del colapso financiero de 1987 y de mitigar los devastadores efectos derivados de los ataques terroristas del 11-S. Greenspan es, para muchos expertos y según The Guardian, el principal culpable de la crisis al permitir la formación de una gran burbuja inmobiliaria gracias a unos tipos de interés bajos y a la ausencia de regulación en torno a los préstamos hipotecarios. Apoyó, según el diario, los préstamos subprime e instó a los hipotecados a cambiar tipos fijos por variables, lo que dejó a muchos de ellos al descubierto incapaces de hacer frente a sus compromisos cuando los tipos subieron. Durante años, Greenspan también defendió el boom de los derivados, un mercado que apenas existía cuando se hizo con las riendas de la Fed y que bajo su mandato creció como la espuma. De hecho, el periódico le acusa de haber protegido a un mercado que ha provocado muchos de los problemas actuales. La publicación destaca, no obstante, que Greenspan también ha sido capaz de reconocer sus errores. Por ejemplo, que demasiada regulación podría dañar Wall Street o que los bancos pondrían siempre por delante la protección de sus accionistas.

Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra. Cuando accedió al cargo en Threadneedle Street, la economía del Reino Unido crecía al 3% y la inflación se situaba en el 1,4%. En su primera reunión rebajó los tipos al 3,5% y su ambición consistía en que la política monetaria del Banco llegara a ser “aburrida”. Cuando la crisis estalló, King insistía en que no se transformaría en una crisis internacional. De hecho, en un primer momento, se negó a inyectar liquidez al sistema financiero e insistía en que no habría rescates bancarios. Ahora, algunos miembros del Tesoro británico aseguran que debería haber sido “más proactivo”. The Guardian le echa en cara que debería haberse dado cuenta de la burbuja inmobiliaria y haber tomado medidas, así como haber previsto más recientemente la recesión del país y haber actuado con mayor celeridad a la hora de recortar los tipos de interés.

Los políticos también han jugado un papel clave en la actual crisis financiera. Bill Clinton forzó a las hipotecarias a relajar sus requisitos a la hora de conceder hipotecas a los más desfavorecidos. En 1999 revocó la ley que garantizaba la completa separación entre los bancos comerciales -que ofrece depósitos- y la banca de inversión -que invierte y asume riesgos-. Esta decisión supuso el nacimiento de la era de la superbanca, que favoreció el desarrollo y la extensión de las hipotecas subprime. Su sucesor, George W. Bush, no consiguió que mejoraran las cosas al no poner coto a la inmensa cantidad de los denominados ‘hipotecados Ninja’ –no income, no jobs, no assets-. Otro de los políticos culpables de la crisis para The Guardian es el primer ministro británico, Gordon Brown, quien puso los intereses de la City por delante de cualquier otro aspecto económico. La oposición le ha acusado de no haber tenido en cuenta que una economía “construida sobre deuda” no es una economía “construida para durar” durante cargo como responsable del Tesoro durante diez años en el gobierno de Tony Blair.

El periódico británico también se acuerda del primer ministro islandés,Geir Haarde, después del colapso financiero de los tres grandes bancos del país por culpa de sus millonarias deudas. Islandia se vio forzada a recibir prestados 2.100 millones de dólares del FMI además de fondos procedentes de diferentes países europeos.

Culpables en la Gran Manzana

Wall Street tampoco queda al margen de su implicación en la crisis financiera. Según el diario, en este apartado suena el nombre de Abi Cohen, directora de estrategia de Goldman Sachs y que hace unos años llegó a ser una de las mujeres más poderosas de Estados Unidos. Sin embargo, no fue capaz de ver el crash de la bolsa y se hizo famosa por sus previsiones alcistas. Fue sustituida en el cargo el pasado mes de marzo. Kathleen Corbet, antigua consejera delegada de Standard & Poor's, también ocupa un puesto destacado. No en vano, las agencias de rating no advirtieron de los riesgos los activos respaldados por las hipotecas subprime. Corbet dirigía las riendas de la mayor de las tres agencias de calificación de riesgos y dejó su puesto en 2007 por las enormes críticas recibidas. Standard & Poor's, Fitch y Moody's han sido cuestionadas por el rol jugado en la actual crisis subprime, mientras ellas recuerdan que lo hicieron lo mejor que pudieron con la información disponible. Corbet dijo que su marcha de Standard & Poor's había sido “largamente planeada” y negó que tuviera que ver con presiones de ningún tipo.

Hank Greenberg, presidente del grupo asegurador AIG. A sus 83 años convirtió AIG en la mayor aseguradora del mundo. Tenía un enorme negocio de CDS y por ende, una enorme exposición a la crisis hipotecaria. Cuando su rating fue recortado, se enfrentó a una enorme crisis de liquidez y necesitó de 85.000 millones de dólares públicos para evitar el colapso. Posteriormente necesitaría de ayuda pública estatal adicional, pero eso no evitó que los principales ejecutivos del grupo renunciaran a viajes lujosos.

Quienes lo vieron venir

The Guardian reserva también un hueco para algunos de los inversores más importantes de los últimos cincuenta años y cuya visión del mundo financiero les hizo anticipar la que se venía encima. Como el gestor de hedge funds John Paulson, calificado en el mundo financiero como “el mayor ganador del credit crunch”. Paulson se embolsó 3.700 millones de dólares en 2007al apostar por el estallido de la burbuja inmobiliaria. También aparece, el multimillonario Warren Buffett, quien no se cansó de advertir sobre los peligros de los derivados que nadie entendía. En su carta anual dirigida a sus accionistas en 2003, comparó estos productos con el mismo infierno. “Fácil de entrar y casi imposible de salir”. En una muestra de optimismo, en octubre dijo que había empezado a comprar de nuevo en el mercado estadounidense, sugiriendo que lo peor de la crisis podría haber pasado.

También advertía en 2006 sobre una “gigantesca burbuja inmobiliaria, el inversor George Soros, así como al economista y profesor de la Universidad de Nueva York, quien fue el primero en augurar el credit crunch. En 2006 advertía a los economistas del FMI que Estados Unidos se enfrentaba una histórica burbuja inmobiliaria, un shock en el mercado de materias primas a una recesión. Todavía hoy se muestra muy pesimista respecto a la crisis. Sin ir más lejos, la semana pasada vaticinaba la bancarrota del sistema bancario estadounidense y europeo. Tras los rescate financieros y nacionalizaciones, es muy famosa su frase para describir a George Bush, Henry Paulson y Ben Bernanke como “la troika de bolcheviques que fue capaza de convertir Estados Unidos en la República Socialista de Estados Unidos de América”.

La lista, hasta 25 responsables, incluye otros nombres del mundo financiero de la Gran Manzana. Como el presidente de HBOS –Andy Hornby-, el de Royal Bank of Scotland –Sir Fred Goodwing- o Bradford&Bingley –Steve Crwashaw-. Sin olvidar a los máximos responsables Citigroup –Chuck Prince-, Merrill Lynch –Stan O’Neil- o Bear Stearns –Jimmy Cayne.

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¿Apuesta Estados Unidos por la Gran Depresión II?

¿Apuesta Estados Unidos por la Gran Depresión II?

@S. McCoy - 27/01/2009 06:00h

Coinciden los que algo saben de economía en general, y de las relaciones de intercambio entre naciones en particular, que uno de los factores determinantes para evitar que la actual crisis no devenga en un remedo de la Gran Depresión de 1929 será, precisamente, el no caer en la tentación proteccionista que entonces condenara a muchos países a una suerte de autarquía económica de la que sólo la obligada apertura de fronteras, que trajo consigo la Segunda Guerra Mundial, les permitió salir. Lo saben todos menos Miguel Sebastián, compre español, barato, barato. Por eso ha llamado tanto la atención, en muchos analistas internacionales, las inoportunas declaraciones del nuevo Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Tim Geithner, acusando abiertamente a China de manipular su divisa y advirtiendo del uso de todos los cauces diplomáticos a su alcance para corregir tal situación. No es el resultado de un calentón informativo, sino que nace como una respuesta escrita a requerimientos del Comité de Finanzas del Senado (ver páginas 81 y 95 del documento adjunto), carácter premeditado que da más empaque al discurso si cabe, que ya es caber.

Quien mejor ha analizado las consecuencias de unas afirmaciones de tal calado ha sido Willem Buiter en su blog Maverecon de Financial Times. En efecto, en un post colgado el pasado sábado, el autor recuerda que la normativa estadounidense, ante una coyuntura como la descrita, une inseparablemente antecedentes de hecho con fundamentos de derecho y obliga al propio Secretario del Tesoro, bien bilateralmente o a través del Fondo Monetario Internacional, a negociar con el país en cuestión, en este caso China, para que, de la forma más rápida posible, ajuste su moneda a un tipo de cambio tal que le impida distorsionar su balanza de pagos o beneficiarse de una indeseada ventaja comercial. Se faculta incluso, a tal fin, al uso de medidas de presión de corte arancelario. Justamente lo contrario de lo que el mundo necesita o, mejor dicho, de lo que el propio Obama precisa a día de hoy, especialmente si uno tiene en cuenta que China sigue siendo, en términos absolutos, el principal financiador de lo que queda de la voracidad inversora (ahora pública) norteamericana.

Da, por tanto, la sensación de que la nueva política cambiaria de Estados Unidos va a girar sobre dos grandes elementos: por una parte, todo un clásico, la ardorosa defensa de la fortaleza del dólar, discurso oficial de los últimos años, cuya evolución irá indudablemente ligada a la percepción sobre la solvencia de la economía de aquel país (muy interesante la crítica anti-keynesiana que hace Buiter en su columna) y, por otra, la contención de la tentación devaluadora de las autoridades chinas que podría impedir la adecuada corrección del desequilibrio exterior estructural norteamericano. Una amenaza potencial más cercana de lo que parece, fundamentalmente por tres motivos.

Uno, el crecimiento trimestral anualizado de China se habría reducido en el último trimestre de 2008, según los analistas de Standard Chartered, hasta el 0%, frente al interanual oficial del 6,8%. Se requiere de mecanismos de reacción. Dos, existen serias dudas acerca del impacto del mega plan de infraestructuras llevado a cabo por el gobierno con objeto de canalizar ahorro a la inversión e incentivar la demanda interna; no hay que olvidar que China carece de las prestaciones sanitarias y de pensiones propias de una economía desarrollada lo que actúa como una rémora en las decisiones de compra de sus ciudadanos. Tres, sólo quedarían las exportaciones cuyo colapso, que se ha llevado tras de sí a naciones como Japón, Corea del Sur o Taiwan y ha provocado la destrucción de 10 millones de puestos de trabajo, amenaza con reventar el dique político social que contiene a la población de aquél país. China se encuentra realmente en la encrucijada.

En ambos casos se trata de estrategias de divisa arriesgadas, precisamente, por la ausencia de control sobre el resultado. Resulta cuando menos sorprendente, en cualquier caso, la beligerancia ex ante de un Obama que esperemos no sea un lobo con piel de cordero.  Es verdad que nos podemos encontrar, más antes que después, con un repliegue ideológico chino que lleve aparejado una vuelta a los fundamentos de la autosuficiencia comunista, una cierta renuncia a los principios del libre mercado ya establecidos en el país, una necesidad de identificación de enemigos interiores y exteriores y, finalmente, una imposición de sus condiciones de comercio, por la vía de la suficiencia fiscal de la que disfruta. Sin embargo, de ahí a tratar de acelerar el proceso a través de declaraciones cuando menos inoportunas, media un abismo.

Por una vez, si me dan a elegir entre la condescendencia con los chinos dePaulson y la beligerancia aparente de Geithner, me quedo con el primero. Me cuesta sinceramente mucho encontrar alguna solución a lo que tenemos encima que no pase, de un modo u otro, por China. Y tratar de cortar esa única alternativa con argumentos que en el pasado fueron causa de mayores quebrantos económicos me parece no sólo un disparate sino una temeridad. De la primera Gran Depresión Estados Unidos emergió como el gran referente mundial. Esperemos que no persiga que pasemos por el mismo proceso para reforzar su debilitado liderazgo actual. ¿Imaginería política? Cosas peores se han visto…

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Predicciones del experto que clavó 2008

S. McCoy - 14/01/2009

Henry Blodget resurge de sus cenizas. Para muchos de ustedes este nombre no supondrá absolutamente nada. Sin embargo se trató de uno de los personajes clave en la construcción primero y la explosión después de la burbuja que las acciones ligadas al negocio de internet, aún de la forma más periférica, vivieron a finales de 2000. Al inicio como analista en Oppenheimer y luego como inversor por cuenta ajena en Merrill Lynch. Investigado por conflicto de intereses por el fiscal Eliot Spitzer y apartado, previo acuerdo extrajudicial, de la profesión, ha reaparecido de la mano de un proyecto de mercados en Internet que tiene, en mi modesta opinión, muy buena pinta:www.clusterstock.com. No lo pierdan de vista. En él encuentro, por primera vez, lo que parece un imposible: el 100% de acierto en sus predicciones sobre el curso 2008 de uno de los intérpretes de los mercados financieros más veteranos y reputados de los Estados Unidos: Gary ShillingTrece de trece, sin ir más lejos, que no está nada pero que nada mal. Alguno podrá decir, viendo la lista, que le bastaba con haber dicho “aversión al riesgo”, sin necesidad de concretar más allá su pensamiento. Estoy de acuerdo. Pero, sea como sea, el tiempo le ha dado la razón. De ahí que se justifique, al menos desde mi modesto punto de vista, que este Valor Añadido se haga eco de sus augurios para 2009, que me dispongo a compartir con todos ustedes.

La lista ha sido analizada por Paul B. Farrell en Market Watch en la línea que vienen presidiendo sus últimos artículos: si el fin del mundo no está cerca, no será porque no nos esforzamos en ello. Qué barbaridad. Da miedo casi salir a la calle. Roberto Centeno parece a su lado una Hermanita de la Caridad. En cualquier caso la pieza, muy leída ayer, como casi siempre, recoge la esencia del pensamiento de Shilling, idea con la que estoy básicamente de acuerdo: no puede ser que la mayor crisis financiera y económica desde los años 30 se resuelva en dos telediarios; 2009 será malo para los mercados. ¿En qué medida? Mi tesis, discutible como siempre, es que veremos un primer trimestre complicado, toda vez que no tendremos buenas noticias ni desde el punto de vista inmobiliario, ni en relación con el desapalancamiento financiero, con nuevos damnificados de renombre, ni por lo que respecta a las perspectivas económicas o empresariales, con muchas firmas aprovechando el río revuelto para sacar morralla de sus balances ante la ausencia de discriminación inversora. Prueba de ello es que el diferencial entre beneficio operativo y neto antes de impuestos estimado de las firmas cotizadas está en máximos históricos (por encima del 40%). Y dada la inclinación de los analistas a proyectar a perpetuidad las noticias del presente, haciendo en muchos caso tendencia de la excepción, no me extrañaría que las valoraciones relativas se encarecieran por efecto de revisión a la baja de la E del beneficio del PER. Salvo, claro está, mal rollo, que también caiga la P de precio.

A partir de ahí la llegada de Obama y el impacto de las primeras medidas macro de relevancia sobre la economía real, provocarán un anticipo de expectativas que probablemente permitirán una corrección al alza notable de los mercados de valores, toda vez que importará menos el dato presente y más la potencial recuperación futura, al menos en términos macroeconómicos. Desde ese punto de vista, no tendrán tanta relevancia los malos resultados de las compañías del primer trimestre del ejercicio. Será hora de mirar al futuro. Un movimiento alcista en bolsa y bajista en bono que se debería prolongar hasta, digamos, hasta antes del verano. ¿Y entonces? Sinceramente creo que hacer cualquier pronóstico es como lanzar una moneda al aire porque sabemos que los distintos gobiernos van a echar toda la leña posible en la caldera de la actividad económica; pero no tenemos ni idea de en qué condiciones reales de oxidación y capacidad de combustión se encuentra. Mi impresión particular es que va a haber una dosis de realidad brutal para los optimistas. La constatación de que la espiral negativa en la que han entrado muchos países, con su consecuente impacto sobre los beneficios societarios, no tiene visos de calmarse, y la falta de normalización en los causantes primigenios de la crisis, ladrillo y crédito, que impactarán de forma agresiva en la actitud del consumidor, provocarán una nueva y acelerada aversión al riesgo que llevará a los mercados a repetir el patrón de comportamiento de la segunda mitad de 2008 con menos volatilidad y correcciones finales inferiores al 10%Me encantará conocer su opinión, en cualquier caso. Igual que estoy bastante convencido de lo que puede acontecer en los próximos seis meses, reconozco, sobre una visión estructuralmente negativa, que no tengo la misma certeza acerca de lo que puede pasar a partir de julio.

Y una vez que he hablado suficientemente de mi libro, vayamos con las previsiones de Shilling para 2009. Repite diez de ellas, recuerden “aversión al riesgo”, e introduce dos nuevas. Aquí las tienen (la ordenación es propia):

1.     Si planea vender una vivienda, hágalo ayer mejor que hoy.

2.     Vender acciones y bonos de compañías inmobiliarias.

3.     Vender acciones que tengan que relación con la actividad residencial.

4.     Vender inmobiliario comercial (locales y centros comerciales).

5.     Vender acciones relacionadas con los consumos discrecionales, no básicos.

6.     Vender acciones de las compañías ligadas al crédito al consumo.

7.     Vender algunas materias primas.

8.     Vender acciones de mercados emergentes.

9.     Vender deuda emergente.

10.  Comprar dólar.

11.  Vender acciones del S&P (se irá a 600, otro 30% de caída).

12.  Compren con mucha cautela, bonos corporativos de buena calidad.

Suprime la compra de bonos del Tesoro (recuerden mi artículo del sábado) y la enajenación de renta fija de mala calidad o de hipotecas subprime, y matiza la reducción de posiciones de commodities. Introduce la adquisición selectiva de bonos corporativos con buena calificación crediticia, incluida alguna deuda municipal, y la venta de valores financieros ligados al crédito al consumo (lo siento Santander). Quizá el elemento más discutido sea el del dólar, cuyo carácter fiduciario, basado en la confianza, es puesto por muchos en tela de juicio ante el incremento brutal de una oferta monetaria en los Estados Unidos que puede afectar a dos de sus funciones básicas: medio de cambio y depósito de valor. Desde su punto de vista los ciclos en moneda duran de 5 a 7 años y el actual no habría hecho más que comenzar, toda vez que, en el ciego mercado de las divisas, el tuerto billete verde y su carácter refugio, será el rey. Un elemento, éste del dólar, que va a ser clave en la evolución del mercado en 2009, como símbolo de la mayor o menor confianza de los inversores, otros factores aparte, de la primera todavía economía del mundo.

¿Acertará Shilling? Bueno, una de las veinte sorpresas para 2009 de Doug Kass con las que inauguramos el año era precisamente la posibilidad de error en las estimaciones de aquellos que, habiendo anticipado oportunamente la dimensión de la crisis y sus consecuencias para el conjunto del sistema, no serán capaces de identificar su punto de inflexión de forma oportuna. Por si acaso, el propio Farrell contrapone las predicciones del agorero Shilling con el optimismo de otros inversores que pregonan un más 30% bursátil para el año que comienza. Servidor, por su parte, ya ha hecho su predicción. Otra vez un artículo demasiado largo…

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En España hay 4 millones de desempleados a fecha de hoyYA ESTÁ AQUÍ OFICIALMENTE

19 de enero de 2009 blog de Marc Vidal

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Hace mucho tiempo decíamos que una gran bola de mierda se acercaba por el horizonte y pocos quisieron mirar hacia allí. No obstante, de los que alzaron la vista hacía lo lejos pocos fueron capaces de identificar el problema. Ahora que esa esfera de estiércol sobrevuela nuestras cabezas, la evidencia apesta. Las perspectivas económicas de la Comisión Europea ya contemplanun crecimiento negativo del PIB español del -2% este año. Si la cifra es contundente, peor se presenta cuando se compara con las tasas de crecimiento de la que hacían gala en el gobierno. Hace muy poco crecíamos por encima del 4% gracias a la barbarie especulativa en la que nos metieron unos y otros.

El panorama siniestro que se aventura es tan catastrófico como hemos explicado aquí muchas veces y tan inédito que permite, a los ilusos interesados de siempre, poner en cuarentena nuestros análisis. Pero la crítica antigua a nuestro pesimismo ahora queda desactivada con los vaticinios negativos de juguete de la Comisión. Por desgracia no son suficiente, son pura anestesia, pues las previsiones de Almunia se quedan cortas imprudentemente. La tormenta será mucho peor de lo que se advierte. Cada vez está más cerca un desenlace sistémico y poco a poco se irá traduciendo en elementos cada vez más determinantes de la economía.

Mientras tanto, José Luis Rodríguez Zapatero vive una realidad paralela por desconocimiento o por necesidad. Asegurar que los españoles viven una situación “más desahogada” es un insulto. Según él, esa capacidad adquisitiva mejorada se produce gracias a la bajada del petróleo y de los tipos de interés y se olvida de que eso sucede básicamente porque la economía está en quiebra global y nada tiene que ver con una opción sino con una consecuencia. De hecho, aconsejo que nadie pierda el tiempo en escucharle, el pobre hombre sigue convencido de que gracias al contexto internacional, nuestro país podrá "remontar" la crisis en los últimos meses del año. Hace una semana decía que el paro remitiría en marzo y ahora ni lo nombra. Sigue achacando nuestra crisis a la situación financiera internacional y se olvida de nuestro agujero negro doméstico.

Tanto Zapatero como su gobierno siguen falseando, y nadie les dice nada, las cifras de paro. En España hay 4 millones de desempleados a fecha de hoy, lo que pasa es que casi un millón están catalogados como “en formación sin disposición de ser ocupados”. Vamos camino de 5 millones de parados reales, de un 22% largo de la población activa y en un escenario en el que casi dos millones, a diferencia de lo que pasó en 1993, no tendrá ningún tipo de cobertura familiar. Dos millones de personas desesperadas. Desde el gobierno, la prensa o la oposición, nadie habla de ese futuro inminente, de ese conflicto social dramático que se avecina. Por inconsciencia o por mala leche, pero aquí nadie habla de lo que hay que hablar.

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Pros y contras del abandono del euro

Pros y contras del abandono del euro

@S. McCoy - 26/01/2009


Hoy Hoy vengo, como alguna otra vez en este Valor Añadido, de prestado. No me duelen prendas en decirlo, la verdad. Me encantaría que esta fuera cada vez más la columna de todos ustedes. Si cuatro ojos ven más que dos, qué les voy a contar en relación con este blog, tan sorprendentemente frecuentado. El protagonista es un amigo, analista bancario, que no deja de darme la matraca acerca de la inevitable salida española de la moneda única, tema que ya tratamos en esta misma columna hace unos meses (en septiembre, concretamente) y que ahora vuelve a estar, y de qué manera, encima de la mesa. Aunque mi opinión es contraria a tal posibilidad, reconozco que ha planteado un argumentario de pros y contras muy bien construido. De ahí que me permita compartirlo con todos ustedes. A partir de este momento, le cedo la palabra. Se dirige en su disertación a Ignacio de la Torre, del Observatorio del Instituto de Empresa, y a servidor. 
 
Sé que  escépticos respecto a la idea, pero realmente cada vez lo veo más claro. Creo que hay que hacerse reflexiones del tipo: ¿por qué Brasil, México o Argentina en su día decidieron devaluar contra el dólar, aun cuando eran perfectamente conscientes de la hecatombe cambiaria, inflacionaria, bancaria, y generadora de déficits públicos que implicaría? Conceptualmente, ¿es realmente muy distinta la España actual a esos países en la etapa previa a su devaluación? Todo el mundo parece muy consciente de los efectos negativos de salirnos  del euro y de que eso hará que se tome cualquier alternativa antes de llegar a esa situación. ¿Y qué pensaron entonces los gobiernos brasileño, mexicano y argentino?. Lo mismo. Y lo hicieron, eliminaron la paridad fija con el dólar, devaluaron. 
 
España tendrá claramente un déficit estructural porque el país no da en competitividad para mantener la actual estructura de gasto público. Y ni va a aumentar su competitividad bajando sueldos, ni va a atreverse a controlar la política fiscal expansiva (eso le quitaría votos a la postre, porque generaría más paro a corto plazo y además ahora mismo es un granero de voluntades compradas, o sea, votos cautivos). Si se suma que haciendo bien los números y sin trucos contables diferidores de defaults, la banca española en un porcentaje no desdeñable debe ser rescatada con dinero público (el Valor Añadido de este fin de semana que ahonda en esta idea), se concluye que la creciente deuda pública y sus intereses, unida a los déficits públicos primarios que se avecinan, llegará un momento en que serán insostenibles, los spreads subirán en un círculo vicioso y en algún momento no habrá financiación. Porque para que la haya, serán necesarios rescates de la UE o el FMI que exigirán reducciones de gasto público muy notables, que a su vez incidirán en una mayor contracción del PIB y que dejarán el país con millones y millones de parados... votantes cabreados.
 
Sobre todo si además parte de ellos antes eran funcionarios o semifuncionarios o subvencionados... ex electores cautivos del gobierno.  Por esa pérdida masiva de votos potencial, los gobiernos de Brasil, México o Argentina dejaron de querer cumplir con los requerimientos del FMI para recibir financiación. Porque, ser ortodoxo, genera un aumento muy fuerte del paro a corto plazo y eso no hay gobierno que lo aguante. Y para mí, pensar que países como Alemania o Francia van a rescatar financieramente a España, Irlanda, Portugal... no me lo creo, porque bastante tiene Alemania con rescatarse a sí misma y porque saben perfectamente que estarían prestando a fondo perdido por cuanto estos países son completamente inviables tal y como están gestionados (no hay competitividad, hay ingente gasto público improductivo, la deuda es enorme, ...).  
 
Todo esto me recuerda a la situación de la banca ahora, que ni quiere prestar ni las familias quieren realmente préstamos. Yo creo que a medio plazo, países como España o Grecia, ni van a querer que les presten los organismos supranacionales para rescatarles por las penosas condiciones de reducción de gasto consecuentes (hemorragia de votos a corto plazo para el gobierno)  ni posibles rescatadores como países más sólidos (Alemania, Francia....) van a querer realmente financiarles. La devaluación, por lo menos, te da cierta esperanza de recuperación de crecimiento en breve aunque te crujan en intereses de deuda, porque lo mismo iba a pasar en Brasil, México o Argentina, y aun así lo eligieron. Ojalá me equivoque.
 
ABANDONAR EL EURO. CONTRAS.
    1. Colapso de la banca por salida masiva de acreedores y depositarios, y por ende, ausencia de financiación al sistema bancario y consecuente parón del crédito en el país. Necesidad de un “corralito” en depósitos bancarios.
    2. Colapso de los bonos públicos por salida masiva de inversores y por ende, ausencia de financiación al país (a no ser a tipos desorbitados). Los acreedores internacionales en la práctica terminarían con defaultselevados por la devaluación potencial de la peseta.
    3. Riesgo político para el gobierno e incentivo de la oposición para capitalizarlo.
    4. Complejos procedimientos necesarios para cambiar todos los contratos del país y redenominarlos en una nueva moneda.
    5. Riesgo de que una devaluación competitiva termine siendo contrarrestada por una elevada inflación al querer los trabajadores beneficiarse de la ganancia en competitividad.
ABANDONAR EL EURO. PROS.
    1. Permitiría una devaluación competitiva que, si fuera acompañada de alguna reforma estructural, podría producirse sin una inflación paralela que anulara el grueso de la ganancia competitiva. En dicho caso, las exportaciones despegarían, liderando la recuperación económica, incluyendo la creación de empleo, la mejora de la capacidad fiscal recaudatoria (equilibrio presupuestario) y la reducción de la dependencia financiera exterior (menor endeudamiento por consecución de superávits externos).
    2. Si la salida se acompañara de un plan estratégico de estabilidad presupuestaria a largo plazo y de mejora paulatina de competitividad, la subida de tipos para financiarse podría no ser tan elevada, o por lo menos durar menos tiempo. 
    3. Posibilidad de tener autonomía en política monetaria y así poder imprimir dinero con el cuál financiar los rescates del sector bancario y los déficits públicos expansivos. Por supuesto, esto implicaría riesgo de inflación, pero no sería tan perjudicial teniendo en cuenta que peor podría ser la deflación y que sería un medio de reducir deuda en el sistema (principal problema de la economía española), siempre y cuando se tuviera la voluntad de mantener dicha inflación controlada a largo plazo.
    4. El riesgo político de salirse del euro podría serlo menos en un entorno económico desastroso en cuanto al desempleo, escenario no descartable si se materializan algunos riesgos claros como la combinación de recesión, deflación, fuerte deuda en el sistema, elevada deuda externa, significativos déficits públicos crecientes por medidas de estímulo económico y posibles rescates de bancos, posible cierre de financiación al Tesoro español, necesidad de llevar a cabo al respecto notables reducciones de gasto público (más recesión y desempleo), necesidad de proponer reducciones salariales impopulares por cuanto encarecerían en términos reales la ingente deuda del sistema, ... en un círculo vicioso interminable.

 NO ABANDONAR EL EURO. CONTRAS. 

    1. Riesgo político fuerte por posibilidad muy cierta de terminar con cifras de paro descomunales ante el cuadro macro previsible: recesión, deflación, elevada deuda interna y externa, déficit público estructural fuerte, posibilidad de no poder financiarlo, necesidad potencial de reducir por ende gasto público (el único que podría sostener algo la maltrecha economía), enorme dificultad práctica para reducir salarios por la elevada deuda del sistema que haría prácticamente insolventes a muchas familias, ... 
    2. Imposibilidad de devaluar la moneda como instrumento más rápido para iniciar la senda de la recuperación. 
    3. Imposibilidad de imprimir dinero por no tener soberanía al respecto, de manera que el BCE normalmente toma decisiones en función del ciclo alemán, muy diferente al español (mientras a Alemania será difícil que le corten el grifo de la financiación por ser un país hiper-competitivo y con ahorro neto y no necesitará perentoriamente imprimir demasiado dinero para financiar déficits públicos generadores de inflación que vayan eliminando deuda, a España sí le haría falta un modelo más parecido a la Fed por cuanto si no es capaz de imprimir dinero, en un momento dado, puede quedarse sin capacidad de financiar déficits públicos dinamizadores de la economía y generadores de inflaciones reductoras de deuda, o resultado de rescates bancarios).

NO ABANDONAR EL EURO. PROS. 
    1. Se evitaría una fuerte crisis bancaria de “corrida” de depósitos y otra de bonos públicos de salida masiva de inversores, así como generar en inversores internacionales niveles elevados de default que pasarían factura a largo plazo en los tipos exigidos. No obstante, aunque no de tal magnitud, la no salida del euro no garantiza ni mucho menos un posible impago español de deuda pública (igualmente salida masiva de inversores).
    2. En caso de potencial default de deuda pública española, podría haber ayuda de la UE, eso sí, muy penalizadora en coste político del gobierno por cuanto obligaría a reducir gasto público (más recesión y paro a corto plazo ... en un momento en el que el desempleo imperante sería brutal).
    3. Se evitaría el riesgo político de un posible “corralito”. 
    4. Se evitarían los complejos procedimientos necesarios para cambiar todos los contratos del país y redenominarlos en una nueva moneda.

CONCLUSIÓN FINAL 

Aunque sea una simplificación excesiva, al final es evidente que malo es quedarse en el euro y malo es salirse, pero, del mal, ¿cuál es el menos? Lo peor de quedarse en el euro es que hará en algún momento imprescindible reducir salarios reales, dejando a muchas familias en una delicadísima situación por cuanto la deuda en el sistema es ingente. Lo peor de salir del euro será la implantación de un “corralito” temporal de los depósitos bancarios (es cierto que los tipos subirán, pero también se contrarrestará bastante con la capacidad propia de crear dinero, por cuanto no lo considero del todo diferencial como desventaja frente a la opción de seguir en el euro).

 

Así pues, si la sangre no llega al río y finalmente no se alcanzan cotas brutales de desempleo, o si se alcanzan se reducen con cierta celeridad, con total seguridad seguiremos en el euro. Pero si no es así y aquí el desempleo llega en algún momento al 25-30%, y además mucho de larga duración, ¿qué elegiría la población como “menos negativo”: una notable reducción de sueldos que aumentaría en términos reales su ya abultada deuda, o un corralito temporal?.

 

Y los políticos siempre estarán detrás de dicha preferencia, tratando de capitalizarla. Lo dicho, para mí el mayor pro para creer casi imposible una salida del euro, es que su sola propuesta por parte del PSOE, por ejemplo, sería brutalmente combatida por el PP y seguramente muy rentabilizada políticamente (le sería muy fácil buscar un argumento: “con el PSOE hemos llegado al desastre y ahora no se le ocurre otra cosa que sacarnos de Europa y llevarnos 25 años atrás, nosotros solucionamos esto seguro y sin salirnos del euro”).

 

Ustedes mismos.

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Una solución para la banca española

@S. McCoy - 24/01/2009

Se ha vuelto a poner de moda, a lo largo de la última semana, el recurso al modelo sueco como única vía posible de resolver la crisis actual que afecta al sistema bancario mundial. Si el miércoles era Christopher Wood en Financial Times, ayer Angel Ubide hacía lo propio en El País. Su vigencia intelectual se deriva del éxito con el que las autoridades de aquel país resolvieron, a principios de los 90, una crisis de activos y crédito similar a la que están sufriendo actualmente en sus carnes la mayoría de las principales instituciones financieras mundiales. Suecia obligó a su banca a exponer sus pérdidas reales mediante el ajuste de sus carteras a precios de mercado, cerró aquellas entidades que no tenían posibilidades de sobrevivir, recapitalizó las firmas solventes o cuya desaparición podía llevar aparejada un riesgo sistémico y sacó de su balance los activos tóxicos de forma tal que la actividad se normalizara de la forma más rápida posible. Una nacionalización explícita del conjunto del sistema que, como señala Wood en su pieza, “permitió conciliar el interés público y privado, a la vez que se protegía a los impositores y se penalizaba a la propiedad, que había tolerado tales riesgos”.

Mucho más importante que el tipo de medidas que se adoptaron, y que son similares a las que vemos en la prensa un día sí y otro también, fue el orden que se estableció en su aplicación y el hecho de que abarcara al conjunto de las entidades que operaban en el mercado local y no sólo a alguna de ellas. En efecto, una vez que se determinó la dimensión estimada de la totalidad del problema, se decidió actuar desde el paraguas de la Administración. El orden de los factores, en este caso, sí que altera sustancialmente el producto. Y de qué manera. De hecho, el modo de actuar anglosajón, británico y estadounidense, es una buena prueba de qué es lo que ocurre cuando uno compromete los recursos del Estado para tapar una grieta sin haber hecho antes un análisis estructural del edificio. Que se va siempre a remolque. Primero se abren los suelos, luego se caen los techos, a continuación estalla la grifería. Y, al final, tras un consumo ingente de tiempo y dinero, se acuerda demoler el inmueble, que se encontraba podrido en sus cimientos desde el principio. Haber empezado por ahí, ¿no? Es lo que tiene actuar de forma reactiva y no preventiva, acuciado por los acontecimientos y por la presión de los agentes económico-financieros.

Cierto es, dirán algunos, que en un mundo globalizado e interconectado como el actual la identificación de los riesgos es mucho más complicada que en la localista y limitada estructura bancaria sueca. Bueno, si la complejidad del espectro a analizar es mayor, compartimentémoslo y tratemos de salvar lo que sea salvable y de liquidar lo que noEs indudable que la evolución del negocio en esos casi veinte años impondría el paso de un análisis vertical, agregado por instituciones, a otro horizontal o transversal, acumulativo por áreas de negocio. Seguro. De hecho, si se hubiera hecho así desde un principio, otro gallo nos estaría cantando a día de hoy. Estoy convencido de que la tragedia bancaria actual hubiera sido mucho menos dolorosa si ya desde el verano del 2007, los principales reguladores alrededor del globo hubieran instado a las instituciones financieras a mostrar con claridad libros y contrapartidas y hubieran obligado a un macheo obligatorio de posiciones con liquidación de diferenciales. Lo apunta Wood en su artículo pero no hace falta irse a la teoría. La fácil integración de Bear Stearns por parte de JP Morgan se deriva precisamente de una compensación de saldos cruzados que provocó que, en el balance agregado de la entidad conjunta, uno más uno se situara sustancialmente por debajo de dos.

España y el modelo bancario sueco de saneamiento bancario.

La aplicación del modelo sueco resulta inviable, a mi juicio, en Reino Unido y en Estados Unidos. Bien está lo que bien acaba, no hay duda. Pero esto ha empezado mal en ambas naciones y tiene toda la pinta de que no va a terminar mucho mejor. A los hechos me remito. Sin embargo, ¿resulta extrapolable al sistema bancario español? Y, sobre todo, ¿es necesario hacer tal importación? La respuesta a ambas cuestiones es, en mi modesta opinión, un inequívoco sí. Ya que los demás han recorrido hasta ahora un camino erróneo, no seamos tan zoquetes de seguir sus pasos cuando tenemos en nuestras manos una alternativa mejor. Es momento de que todos nos quitemos la careta, empezando por el padre benevolente en que se ha convertido el Banco de España, que ha decidido consentir ahora lo que censuraba antes, en aras de un teórico bien común que amenaza con estallarle en las manos. ¿Cómo se articularía una propuesta como ésta? Sin duda, la potencial gravedad de la situación obligaría a una fuerte inversión en recursos humanos y técnicos que aceleraran los plazos. Pero estaría más que justificada. Mejor así que tirar dinero sin ton ni son, ¿no creen?

A cierre de marzo todas las entidades habrían de presentar al supervisor, de forma estrictamente confidencial, un estado real de su balance de acuerdo con los criterios por éste establecidos, en términos de valor prudente de los activos, categorización de los mismos y atribución de capital. La importante labor de inspección llevada a cabo sobre el conjunto del sistema en los últimos meses debería facilitar la tarea. Antes de final de junio, el Banco de España, de forma coordinada con las distintas instituciones públicas tanto estatales como autonómicas, determinaría qué entidades son viables en función del impacto de la “foto” sobre su balance y cuáles son irremediablemente insolventes a corto plazo y actuaría en consecuencia, activando procesos de concentración y/o liquidación ordenada con plena garantía del pasivo de los clientes. La evolución de los acontecimientos impide tener una perspectiva temporal más amplia.

A partir de ahí, habría un proceso de inyecciones selectivas de capital a los bancos y cajas supervivientes que buscaría reforzar sus ratios de capital, reducir su apalancamiento y facilitarles liquidez. Dicha medida se complementaría con una compra ordenada y simultánea por parte de un organismo de propiedad administrativa creado ad hoc de los activos dudosos de la banca comercial al precio que hubiera resultado de la valoración objetiva por parte del Banco de España. De esta forma, el sector privado dejaría de serlo en exclusividad y quedaría prácticamente saneado, lo que provocaría una reactivación inmediata de su actividad tradicional. Por su parte, las cuentas públicas no se verían perjudicadas por el pago de un sobreprecio sobre el crédito adquirido, lo que minimizaría las pérdidas potenciales en las que podría incurrir que, en cualquier caso, se compensarían con las desinversiones oportunas en las sociedades financiadas cuando éstas se produjeran.

Suponiendo una mora del 10% para el conjunto del sistema, estaríamos hablando de una inversión equivalente al 18% del PIB. Pero dado que gran parte de la morosidad se recupera a lo largo del ciclo, habría que fijar de forma específica las normas que determinaran la consideración de un activo como susceptible de pasar a ser propiedad de todos los españoles. Incluso, si uno fuera adolescente y aún confiara en la bondad natural de los políticos, creería que un instrumento como éste del que estamos hablando, que se nutriría fundamentalmente de crédito promotor, serviría para ordenar el mercado inmobiliario patrio, que falta hace, la verdad. Sin embargo, a la vez que escribo estas líneas, vivo uno de esos momentos de lucidez propios de la semi inconsciencia narrativa que hace que por mi cerebro pasen a la velocidad del rayo la estructura regional de nuestro país, los intereses creados y los falsos orgullos como un hándicap no sólo para esto última idea utópica, sino para el conjunto de la propuesta que aquí se recoge. País.

Conclusión.

Concluyo, que es sábado, sabadete y hay que disfrutar de hijos, nietos, cónyuges y similares. Algunos podrán argumentar, perdónenme la expresión, que a los bancos que les den y que mucho mejor hacer esto directamente a través del Estado. Malvada la banca que retiene no financia y suplica financiación. Bueno, si me dieran a elegir, preferiría no ser testigo, como han sido los ciudadanos de otros países, de la degradación de la confianza que en una nación produce el deterioro sistemático y continuado de la banca comercial. Claramente es un proceso a evitar. Al final llegamos al mismo destino, estación de la participación del estado en el sistema financiero, pero por caminos muy distintos: los que median entre el caos y el orden. Otros dirán que las firmas patrias no necesita una hoja de ruta como la descrita, faltaría más. No parecen pensar lo mismo los banqueros que han ido hablando esta semana. Los bancos españoles están claramente en el punto de mira. Si quitamos toda la paja financiera que hay por medio, nuestro problema no es muy distinto al de otras economías cuyo sistema bancario las está pasando canutas: crédito excesivo sobre activos sobrevalorados. Y a mismos síntomas… Mejor anticipar, que lamentar. Claro que, en esta España, camisa blanca de mi esperanza, ¿quién tiene bemoles? Pues eso. Por decirlo que no quede. Opinen, que es gratis. El lunes más y mejor, esperemos.

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