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Política de Típo de Interés CeroLeopoldo Abadía en Buenafuente (18/12/2008)


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La crisis da la puntilla a los planes de pensiones

La crisis da la puntilla a los planes de pensiones


@Eduardo Segovia - 24/12/2008 06:00h

Como siempre, llegados a estas fechas, millones de españoles se preguntan cómo pueden reducir la factura fiscal que pagarán en junio del Año Nuevo a punto de comenzar. Sólo hay dos inversiones que desgravan: los planes de pensiones y la vivienda habitual. En términos estrictamente fiscales, la primera es más interesante después de que la reforma de 2006 redujera la desgravación por vivienda. Pero la aportación a planes de pensiones tiene tres grandes desventajas: la iliquidez del producto (el dinero no se puede tocar hasta la jubilación), que hay que pagar impuestos al rescatarlo y, sobre todo, su desastrosa evolución con una pérdida media del 7,79% en el último año por culpa de la crisis.

Las aportaciones a planes de pensiones reducen la factura fiscal en un porcentaje equivalente al tipo de cada contribuyente en el IRPF (24%, 28%, 37% ó 43%), ya que se trata de una reducción de la base imponible. Es decir, una persona que aporte el máximo legal de 10.000 euros se desgravará entre 2.400 y 4.300 euros, en función del tipo al que tribute. Si el contribuyente tiene más de 50 años, este tope se eleva a 12.500 euros, con lo que la desgravación se situaría entre 3.000 y 5.375 euros.

Por el contrario, quitarse hipoteca permite una reducción máxima de la factura fiscal únicamente de 1.350 euros, ya que sólo desgrava el 15% de las cantidades pagadas y hay un tope de 9.0150 euros. En caso de parejas con tributación individual, pueden llegar a 9.000 euros cada uno, con lo que la desgravación se duplica hasta 2.700 euros. Ahora bien, si la vivienda fue adquirida antes del 20 de enero de 2006 se mantiene el régimen anterior a la 'reforma Zapatero': en los dos primeros años tras la compra de la vivienda, la mitad de la hipoteca desgrava al 25% y la otra mitad al 15%; en los años posteriores al segundo, los porcentajes son del 20% y el 15%, respectivamente.

En todo caso, fiscalmente siempre es más favorable el plan de pensiones, aunque sólo con miras a muy corto plazo. Sin salirnos del terreno fiscal, lo que hacen los planes de pensiones es diferir la tributación, no eliminarla; esto es, no se paga hoy pero se paga mañana. En el momento del rescate -normalmente al llegar la jubilación- hay que tributar de golpe y porrazo el importe íntegro del plan de pensiones, no sólo la plusvalía lograda. Y además se considera rendimiento del trabajo, es decir, no va al 18% de la renta del ahorro sino al tipo general del impuesto.

La cara oscura de los planes

Es importante tener en cuenta que hay que pagar esos impuestos incluso aunque el contribuyente haya sufrido minusvalías en su plan de pensiones. La reforma de 2006 eliminó de la reducción del 40% cuando se rescataba el plan al llegar la jubilación en forma de capital, es decir, de golpe. De esta forma, ahora resulta casi suicida rescatar el plan en un solo año -dispara la base imponible y, en consecuencia, hace saltar de tramo al contribuyente- y hay que hacerlo en forma de renta vitalicia, cuyo importe mensual es muy exiguo salvo que el partícipe haya aportado el máximo legal durante muchos años. Por otro lado, un plan de pensiones en un producto totalmente ilíquido que sólo se puede rescatar antes de la jubilación en casos excepcionales de desempleo de larga duración, enfermedad prolongada o fallecimiento.

Por el contrario, ampliar el pago de hipoteca hasta los 9.015 euros –aparte de que la deducción es para siempre- tiene la gran ventaja de que reduce los intereses que al final paga uno por la compra de su vivienda, lo cual suele ser un ahorro mucho más importante que el meramente fiscal, especialmente en los primeros años tras la adquisición (que es cuando se pagan todos los intereses). Además, hay que tener en cuenta que la rentabilidad de la inmensa mayoría de los planes de pensiones españoles no llega ni de lejos a los intereses que paga una hipoteca media.

Ahí está el verdadero problema de los planes de pensiones en España: al concebirse como un mero instrumento para desgravar a Hacienda, los partícipes no exigen además una buena rentabilidad. En consecuencia, los bancos y gestoras -salvo honrosas excepciones- tienen dejados de la mano de Dios a estos productos, con una gestión realmente nefasta.

La desastrosa gestión en España

Es normal que los planes de renta variable hayan perdido este año de fuerte caída de la bolsa: sufren una pérdida del 39,4% interanual a 30 de noviembre, según datos de Inverco. Lo que no es tan normal es que estos productos pierdan un 8,21% a tres años ni que -esto es realmente llamativo- estén en negativo en el cómputo de los últimos 10 años. Un partícipe que contrató un plan hace una década confiando en eso de que "a largo plazo siempre se gana en bolsa" ha perdido el 2,3%.

Tampoco parece muy normal que los planes de renta fija obtengan rentabilidades muy exiguas -del 1,89% los que invierten en deuda a corto plazo y del 1,10% los de deuda a largo- en un año en el que la deuda pública internacional ha registrado subidas históricas de precio por la huida del dinero hacia activos seguros. Si tomamos la rentabilidad de estos planes a cinco años, obtenemos un 1,36% en ambas categorías; y si ampliamos el período hasta 10 años, tenemos un 1,75% en la renta fija a corto y un 1,63% en la renta fija a largo. Es decir, niveles a años luz de la inflación en el mismo período.

Un experto financiero se queja de que "los planes de renta fija no se limitan a comprar bonos y a cobrar los cupones hasta el vencimiento, sino que se dedican a hacer trading, y bastante mal a la vista de los resultados". Otro especialista señala también que los planes españoles tienen muchas limitaciones a la hora de invertir, que no han sido eliminadas por el nuevo reglamento de estos productos. Por comparación, los planes de pensiones de otros países invierten en 
hedge funds, fondos de capital riesgo, productos inmobiliarios, materias primas y otras inversiones alternativas que les permiten esquivar los ciclos bursátiles.

En todo caso, este desastroso comportamiento y el chollo que suponen los planes de pensiones para los bancos -dinero cautivo durante mucho tiempo generando comisiones de gestión cada año- obligan a las entidades a dar un empujón adicional a los clientes para que los contraten: los regalos, 
que este año se han multiplicado precisamente por la mala evolución de la rentabilidad y por el empeoramiento de la fiscalidad.
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s2t2 -El Mejor Valor Añadido de 2008

El Mejor Valor Añadido de 2008

@S. McCoy - 18/12/2008


Aquella noche María, por fin, descansó tranquila. El niño dormía plácidamente en su pecho y José daba cabezadas, abrumado por los acontecimientos de las últimas horas. Sólo se oía el sepulcral silencio de la noche. De pronto, agotada, sonrió. Acababa de recordar la cara de pastores y reyes cuando el posadero bajó, escoba en ristre, para dispersar  a aquellos que se agolpaban en la puerta de su pajar y amenazaban con espantarle la clientela. Baltasar se había quedado más blanco que las ovejas. Le vino a la mente el ceño fruncido de aquél hombre airado. Ni siquiera había reparado en la nueva criatura. Acarició suavemente la cabeza del bebé. Aunque Dios esté en medio de nosotros, no existe para quien no le quiere ver, pensó. Por mucho que sea evidente. Da igual que estemos en Navidad. Y mientras el sueño se adueñaba de María, su mente se remontó nueve meses atrás, a esa primavera tan extrañamente fría en su casa de Nazareth.

La mañana transcurría como otra cualquiera. Padre y madre habían ido al mercado, y ella se afanaba por mantener el hogar caliente y acicalar la casa para su llegada. Debía aprender pronto su papel. Pocos días antes la habían desposado con un chico poco mayor, con el que se casaría cuando cumpliera los 14 años. Echaba de menos los juegos infantiles que presidían su vida tan sólo unos meses antes. Pero no cabía elección; no había tiempo para adolecer de nada. El paso de niña a mujer era una mera cuestión de fechas, así lo establecía la tradición. Y María, que no quería decepcionar ni a sus padres ni a su futuro marido, buscaba la perfección en todo lo que hacía. Había aprendido de Joaquín y Ana que quien es fiel en lo menos está preparado para ser leal en lo más. Qué suerte de familia tenía. Ojalá pudiera ella formar otra igual. Bonitas ensoñaciones.

Y entonces, ocurrió. Fue como un leve susurro del viento, como esa primera gota de lluvia que apenas alerta, pero que pone en marcha los sentidos. Alégrate, María, que Dios se ha fijado en ti, decía una voz suave pero firme. Alégrate. Curioso saludo de quien se acerca a destrozarte el plan de vida que tienes marcado. Alégrate porque estás esperando, porque no hay explicación racional alguna que puedas dar, porque te expones a la amenaza del repudio y la lapidación, porque el proyecto que Dios tiene sobre ese niño escapa a tu comprensión. Alégrate, sin embargo, que traigo motivos para tu alegría. Imposible; no puede ser, racionalmente no. Pero el calor que sentía en su corazón la invitaba a confiar. Olía a los brazos de su padre, a la ternura de su madre, a las risas que seguían siempre a las confidencias con su prima Isabel. Y el Sí, Hágase, brotó espontáneamente en sus labios. Nunca había sido tan feliz como en aquél momento. Rompió a llorar. No podría imaginarse hasta mucho después que el rumbo de la Historia iba a cambiar de su mano; de la mano de un embarazo no deseado. Cosas del Señor.

En aquellas cuarenta semanas que habían transcurrido desde entonces, María había descubierto la profundidad del saludo del ángel; el verdadero valor de la alegría. “Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”, había pronunciado en casa de Zacarías al poco de la anunciación. No se trataba de la euforia propia de un momento puntual, ni siquiera de la satisfacción que provoca el que las cosas vayan más o menos bien. De hecho, para su familia nunca irían bien, humanamente hablando. Era algo completamente distinto. Un estado interior: la conciencia de sentirse amada, arropada, querida, llevada de la mano, fuerza para amar, arropar, querer, llevar de la mano a los demás y, en especial, a su hijo recién nacido. La alegría del ser amado, por el amor que recibe; la alegría del que ama sin esperar nada a cambio, por el amor que desprende. Algo que no depende de las circunstancias externas sino de la toma de conciencia sobre la propia vida, su misión y su valor. Qué bien entendía esto desde su recién estrenada maternidad.

Antes justo de conciliar por fin el sueño, en la noche en que Dios estrenaba su presencia en medio de la Humanidad, María se estremeció. Un presentimiento de lo que estaba por venir recorrió en forma de escalofrío todo su cuerpo. No temía por su bebé. En definitiva, antes o después, asumiría su papel de Hijo de Dios, con el destino que su Padre le tenía reservado y que ella entonces desconocía. Era, más bien, una sensación de enorme tristeza, de extraordinaria soledad. La toma de conciencia de que, como había ocurrido horas antes con el furibundo posadero, el Hombre iba a seguir viendo pero no observando, oyendo pero no escuchando, hablando pero no entendiendo. Perseguido por las prisas, sus días tendrían horas pero estarían vacías de momentos. Preocupado por buscar una verdad que justifique su existencia fuera de sí, abandonaría la Verdad que habita en su corazón. Jugando a ser dios, adoptaría la peor de sus versiones, la que da preeminencia al capricho arbitrario y la futilidad de la vida humana. Escondería lo que le recordara su debilidad y caducidad; confundiría la esencia inmutable con su mutante, hasta la muerte, forma corporal; renunciaría a ser a cambio de tener. Por primera vez, el corazón de María compartía algo del Alma del Dios recién nacido. Una lágrima cayó por su mejilla. Y fue entonces cuando, nueve meses más tarde, de nuevo el Alégrate resonó en su interior. ¿Acaso te has olvidado? Para Dios no hay nada imposible. En aquél momento Jesús abrió los ojos y a María le pareció que sonreía. Le apretó contra su pecho, poso sus labios en su frente y, finalmente, se durmió.

Llega la Navidad. Y lo urgente de las obligaciones que nos hemos creado, concesión al mundo moderno, desvía la mirada de lo importante que verdaderamente ocurre estos días. Les invito, desde la fe de cada uno, a redescubrirlo. Escuchar cómo habla el silencio, sentir cómo calientan los abrazos, disfrutar de una sonrisa, dejar las prisas para otro día, mirar con los ojos del corazón, saber que las grandes cosas son la suma de muchas otras más pequeñas, valorar la compañía, soñar. Yo, sinceramente, les deseo lo mejor en estos días. Que la fuerza transformadora del Niño Jesús en el pesebre alcance su razón, su alma y su espíritu. Y que este pueda ser, a fin de cuentas, el mejor Valor Añadido de este año 2008. Como hiciera en 2007 con este mismo final, se lo deseo con todo mi cariño. Feliz Pascua del Nacimiento del Salvador.

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Una particular Carta a los Reyes Magos que condicionará el sistema financiero

Una particular Carta a los Reyes Magos que condicionará el sistema financiero

@S. McCoy - 17/12/2008

Una de las Cartas a los Reyes Magos de mayor trascendencia que se han dado a conocer en las últimas semanas ha sido la elaborada por el Comité de Supervisión Bancaria del Banco Internacional de Pagos de Basilea, institución a la que se incorporará como director general el ex gobernador del Banco de EspañaJaime Caruana, el próximo 1 de abril. El documento no es sino una declaración de intenciones acerca de los procesos de valoración, supervisión y control a adoptar por las entidades financieras en el futuro y será objeto de purga en la reunión prevista el próximo 9 de febrero. La prensa, tanto nacional como internacional, ha pasado por encima del estudio de un modo a mi juicio sorprendente. No es de extrañar. El encabezamiento (“Supervisory guidance for assesing banks´ financial instrument fair value practices”) es como para salir corriendo sin mirar atrás. Sin embargo de una lectura superficial de la introducción se puede extraer rápidamente su trascendencia: “el objetivo de estas notas es proporcionar una guía a los bancos y sus supervisores que les ayude a reforzar sus criterios a la hora de valorar instrumentos financieros y (aquí viene a mi juicio lo que hace de este análisis preliminar tan relevante) promover las mejoras necesarias en los mecanismos de control y gestión del riesgo por parte de la banca”.

El informe, que les adjunto, es un poco redundante en su contenido y se articula alrededor de diez principios básicos que resultan de potencial aplicación a “todo el universo bancario”, con los condicionantes que en él se establecen. A su vez, este decálogo de propuestas se agrupa en dos categorías principales: las tres primeras se encuadran en un apartado bautizado como “Procesos de Valoración y Control”, mientras que las siete restantes descansan bajo el paraguas de lo denominado como “Gestión del Riesgo y Publicación de la Información Valorativa”. Tal y como señala la propia introducción del documento, que es quien mejor resume su contenido, se trataría de “potenciar políticas de valoración adecuadamente documentadas en las entidades; favorecer el uso de inputs fiables y fuentes diversas de información; articular la identificación y comunicación de las incertidumbres que puedan surgir en el proceso valorativo tanto internamente como a los terceros interesados; establecer una asignación suficiente de recursos, tanto bancarios como de supervisión, a dicho proceso; garantizar su consistencia de cara a los informes y la gestión del riesgo; y velar por el adecuado control externo de todo el proceso”.

Dado que, tal y como señala el estudio, “no supone una modificación de la normativa contable”, resulta evidente, y así es, que gran parte de su contenido se limita a establecer una pléyade de requisitos formales que van a suponer un giro de 180 grados respecto al modo en el que ha desarrollado la banca su actividad en los últimos años. El detalle es extraordinariamente prolijo pero de él se pueden extraer varias conclusiones a bote prontouno, se defiende un modelo de banca en el que el riesgo agregado sea la variable fundamental de trabajo, más allá del riesgo particular de cada una de las divisiones que lo integran, lo que exigirá, sin duda, una mayor tecnificación equipo directivo y, sobre todo, de los consejos de administración; dos, se busca, en consonancia con lo anterior, el establecimiento de una serie de políticas claras y transparentes, adoptadas internamente y comunicadas externamente de modo suficiente, que permitan categorizar por su riesgo potencial a la entidad; tres, se persigue, como debería haberse producido ya, por otra parte, la separación taxativa entre las unidades tomadoras de riesgo y las unidades de control, que ganan predominancia de cara al futuro al ser las que determinan la validez de los modelos de valoración y sus modificaciones, y que deberían actuar de forma transversal en la entidad; cuatro, se propugna el sostenimiento del fair value a lo largo de toda la vida del activo financiero en el balance de la entidad, para lo que se establecen los mecanismos adecuados, internos y externos, para su determinación y comunicación, dando prioridad a las estimaciones objetivas frente a las subjetivas aún en supuestos de extremo tensionamiento; quinto y último, se faculta al regulador a exigir de las entidades que incumplan estos principios un reforzamiento de su base de capital que les permita afrontar, de un modo solvente, el exceso de riesgo en el que teóricamente incurren, lo que potenciaría su papel preventivo de riesgos para el sistema.

Pero más allá de lo que resulta del análisis del documento, que se extiende a lo largo de 11 páginas, hay, a mi juicio, cuatro efectos importantes que son consecuencia directa de su aplicación: primero, se va a producir una funcionarización del negocio bancario, que perderá agilidad y, por tanto, capacidad de reacción en el futuro lo que impactará igualmente sobre el propio dinamismo de la economía; en segundo término, se va a delimitar de modo extraordinario el riesgo de contrapartida con un efecto dramático sobre toda esa banca en la sombra que se había construido a lo largo de la última década; tercerola innovación bancaria queda condenada temporalmente al ostracismo ya que en la medida en la que el modelo tiene que estar fijado de partida, y teóricamente contemplar todas las variables posibles, la voluntad de asumir el riesgo derivado de la aparición de una potencial piedra filosofal que haga de oro a quien la encuentre se limita sustancialmente; cuarto y último, el crédito va a volver a recobrar valor en sí mismo como contribuyente a la creación de riqueza en la economía. Tal y como señala Byron Wien en su último informe de gestión, si en la década de los 50 cada dólar de deuda producía, en Estados Unidos, 73 centavos de incremento del PIB, en la actualidad dicha cifra se ha reducido a 19. El back to the basics de la actividad de la banca traerá consigo un retorno al papel original de las instituciones financieras y a la racionalidad tanto de sus actuaciones como de sus retribuciones. ¿Durante cuánto tiempo? Dependerá del apellido que finalmente tome esta crisis, recesión o depresión, y sus efectos sobre el conjunto del sistema productivo y financiero. Pero, antes o después, la avaricia volverá a romper el saco de la prudencia. No les quepa la menor duda. De momento, el péndulo avanza, como siempre, hacia el otro extremo. Estemos preparados.

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Gobernator declara el estado de emergencia fiscal en California

Gobernator declara el estado de emergencia fiscal en California

Arnold Schwarzenegger, gobernador de California, se ha visto obligado a declarar el estado de emergencia fiscal. La deuda del estado está creciendo a un ritmo de 1,7 millones de dólares por hora


(Libertad Digital) Ya son varios los analistas que alertan de que el estado de California se quedará sin dinero antes de que lleguemos a febrero. El "Armagedón financiero" (como dicen los analistas) puede llegar a causa de unos presupuestos "nefastos".
 
En este mes de diciembre, Schwarzenegger ya se ha visto obligado a declarar el estado de emergencia fiscal empujado por un multimillonario déficit presupuestario. "si no se toman medidas inmediatas, nuestro estado está en riesgo de sufrir un desastre financiero-económico", dice y advirtió de que en los próximos 18 meses, el déficit podría alcanzar los 28.000 millones de dólares. Según dijo, a finales de febrero, California (el estado más poblado de los EEUU) podría quedarse sin dinero.
 
En los últimos presupuestos que firmó Governator en septiembre, tras una dura negociación entre demócratas y republicanos, contemplaba 104.000 millones de dólares sin prever aumento de impuestos, pero sí reducciones en los fondos destinados a educación y salud.
 
De momento, el tesorero de California, Bill Lockyer, ha señalado que los 5.000 millones de dólares que hay proyectados en obras públicas, incluidas las carreteras y la construcción de escuelas, tendrán que cancelrse debido a los temores que tienen los prestamistas a que el Estado entre en quiebra, tal y como sucedió en Islandia.
 
Con un PIB de 1,7 billones de dólares, California ya tiene la peor calificación de crédito de los 50 estados norteamericanos. Lockyer ha advertido que sin una solución presupuestaria,  "los proyectos para financiar infraestructuras se pararán, tan sencillo y tan terrible como eso".
 
Tal y como recuerda la edición digital del diario The Times, Schwarzenegger prometió poner fin al gasto fiscal galopante, pero en los últimos cuatro años, el presupuesto ha crecido un 40%. El crack del mercado inmobiliario, la recesión y el credit crunch, ha provocado que el estado no pueda afrontar estos problemas con la recaudación de impuestos. A medida que la crisis continúa y la calificación de crédito de Califronia se deteriora, el coste en términos de endeudamiento para el estado continúa aumentando.
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El destrozo de Madoff o cómo el ajuste gana velocidad


Menudo despertar el del pasado viernes. Convaleciente aún de la operación de miopía que había tenido apenas doce horas antes, me dedicaba sin desmayo a guiñar alternativamente uno y otro ojo para ver si la magia del láser había surtido sus efectos. Paleto total. Preparado para acudir a la obligatoria revisión matinal, no fue hasta cerca de las 10 de la mañana que encendí la Blackberry para reiniciar, después de una pausa de cerca de día y medio, mi contacto con el mundo exterior. Cuál no sería mi sorpresa al ver mi buzón de voz y mi correo electrónicos inundados de mensajes de amigos y conocidos que me ponían sobre la pista del drama que suponía, para la industria de la gestión en general y la banca privada en particular, el affaire Madoff que se acababa de destapar en los Estados Unidos. Una tragedia que se podía cebar especialmente con el inversor sofisticado español, que había acudido en masa a los cantos de sirena de un binomio rentabilidad-riesgo sin paragón en el orbe financiero mundial. Servidor, que no había oído hablar de ese sujeto en su vida, miseria de los que viven con una mano delante y otra detrás, se dio cuenta enseguida de que se avecinaban curvas de las buenas. No había que ser un lince. Nunca, en todo el desempeño de la crisis, McCoy había recibido tantas advertencias sobre la verdadera dimensión en España de un escándalo que parecía reducirse, de partida, al ámbito local norteamericano. Y miren que ha habido motivos para ello. De todos los colores y sabores. Y sin embargo…
Como se pueden imaginar, los topos eran de dos tipos. En primer lugar se encontraban aquellos rivales que, hasta ahora, habían vivido en sus carnes la competencia desleal de quien ofrecía un retorno sin defensa posible desde un punto de vista analítico meramente racional. En una industria en la que los modelos cuantitativos han fracasado, y con ellos la fiabilidad de sus predicciones, como consecuencia de la materialización sucesiva de acontecimientos extremos que han hecho saltar por los aires la banca de la probabilidad, por una parte, y en la que la figura del gestor, su capacidad de análisis y, por ende, su susceptibilidad al error determinan la imposibilidad casi metafísica de una consistencia sin mancha en el tiempo, por otra, el financiero de origen judío no sólo “garantizaba” rendimientos sistemáticos del 10% de lo invertido anualmente sino que lo hacía con niveles ínfimos de volatilidad o incertidumbre. Daba igual que ésta, medida en términos de VIX de Chicago, estuviera en diez que en ochenta. Y eso que había un consenso generalizado en que trabajaba sobre una base de activos muy reducida, fundamentalmente acciones e índices norteamericanos, donde la posibilidad de descorrelacionar era ínfima lo que acendraba el peligro potencial. Como señala este revelador artículo de Mark Gimein en The Big Money, si los riesgos no están, y deberían estar, lo normal es que haya alguien que los esconda…
En su afán por mirar hacia otro lado, supervisores e inversores pasaron por alto el hecho de que Madoff fuera, simultáneamente, gestor por cuenta ajena de dinero de terceros, sin compromiso monetario propio, según parece, y creador de mercado, una sospechosa coincidencia de actividades que deberían haber puesto alerta tanto a unos como a otros ante la inexistencia completa de murallas chinas de ningún tipo en su actividad. Al no ser así, la bola engordó sola. Y más en un entorno como el actual. En un año en el que el conjunto de la industria de los hedge funds pierde un 15% agregado, cifra que no incluye las firmas que ya han desaparecido, la capacidad gestora del financiero de origen judío emergía como un oasis en medio del desierto de la desolación sectorial. Los fondos que descansaban en su habilidad inversora se convirtieron así en elementos idóneos para ser el destino de la inversión directa de los clientes institucionales, de la indirecta a través de fondos de fondos o de utilizarse como subyacentes para estructuras de banca privada que garantizaban el capital y vinculaban el umbral adicional de rentabilidad a su comportamiento, muchas de ellas bajo un esquema CPPI (Constant Proportion Porfolio Insurance) que hacían ganar peso al dinero ahora esfumado con el paso del tiempo.
Está por ver cuántas de esas compras individuales fueron apalancadas, dado el atractivo loan to valueque un vehículo de estas características podía ofrecer mientras el chorro del crédito estaba aún emitiendo financiación a borbotones. La ocasión la pintaban calva para tratar de arañar unos euros adicionales a la posición del cliente. Y queda igualmente por determinar qué parte de las pérdidas irán a los balances de unas entidades financieras que pueden haber alimentado, con su exceso de confianza en quien fuera presidente del mercado tecnológico Nasdaq, el esquema piramidal. El descuadre existente entre las minusvalías declaradas por Madoff y los datos oficiales, que alcanza los 33.000 millones de dólares, auguran lo peor en términos de fraudulento uso del apalancamiento para mantener vivo el engaño. Un tema, por cierto, del que se ha hablado hasta ahora demasiado poco y que puede derivarse de la dificultad de identificar los verdaderos activos bajo gestión en una estructura como aquella. Está visto que en la crisis actual, uno acude al circo de lo que parecen inversiones seguras y le crecen los enanos del engaño, la pérdida y la desconfianza.
Porque, más allá de las pequeñas vendettas personales de aquellos que se habían cuestionado hasta ahora la ceguera de unos clientes que despreciaban, en muchos casos, las señales de alerta que el grupo quebrado actual despedía, los mensajes más desesperados que servidor recibió el viernes, procedían de aquellos, pillados o no, que habían percibido de inmediato la magnitud del desastre. En primer lugar, para los hedge funds individuales cuyas valoraciones quedan automáticamente en entredicho, dada la incapacidad de encontrar un elemento externo a ellos que ratifique su solvencia, al menos en el mundo anglosajón. ¿Cuántos Madoff hay por ahí circulando?, se pregunta acertadamente el blog Bronte Capital en este interesante post cuya lectura les recomiendo. Cuando el trade off se plantea entre teórica preservación del patrimonio con poca volatilidad y pérdida total de lo invertido, la decisión es obvia. Los que pensaban que las salidas de dinero de la industria estaban a punto de concluir, pueden haberse quedado momentáneamente sin argumentos. Ojo, y por las fechas en las que nos desenvolvemos, eso implica ventas importantes hasta finales de enero que tendrán que entregar el dinero a los clientes, con la consiguiente espiral bajista de precios. Cuidado.
En segundo término, quedan tocados los fondos de fondos alternativos cuyo criterio a la hora de realizar el due diligence de sus inversiones queda, cuando menos, bajo sospecha. Aunque se pueda argüir un elemento cierto de impredictibilidad, la cualificación profesional que se supone en quienes agregan activos individuales para minimizar el riesgo conjunto no debería haber pasado por encima de las señales de alerta que Madoff daba; y más cuando, desde el inicio de esta crisis, todo lo que podía afectar negativamente al comportamiento de un hedge cobraba paulatinamente vigor (restricción del crédito, perdida de valor de los activos, ausencia de descorrelación...). Tercero y último, como subrayaba acertadamente Casimiro en su columna de El Mundo de ayer, esto es un palo de enormes proporciones para la banca privada española. Una banca privada que purga ahora los pecados de los excesos nacionales de la última década. Activos e ingresos decrecientes para estructuras de costes sobredimensionadas. Eso por no hablar de los nuevos entrantes que construyeron sus plantillas a golpe de talonario. Un palo enorme que ni siquiera tiene el asidero del rápido e imprevisible deterioro de un icono atribuible a Lehman Bros. El concepto confianza, base del negocio bancario, encontraban en apuestas como la de los fondos de Madoff su máxima expresión. Nosotros trabajamos por usted, duerma tranquilo. ¿Y ahora? Llueve desgraciadamente sobre mojado. El ajuste a la realidad patria de este segmento de la actividad financiera era inevitable. Pero estos agujeros negros van a acelerar sin duda el proceso dejando una estela de desconfianza que el sector va a tardar mucho tiempo en superar. Definitivamente, éramos pocos y parió el abuelo Madoff. En fin, si les dejan, les deseo una muy buena semana prenavideña a todos, la última de Valor Añadido en 2008.
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¿Sólo los locos dicen la verdad? Una nueva divisa gobernará el mundo

¿Sólo los locos dicen la verdad? Una nueva divisa gobernará el mundo

@S. McCoy - 11/12/2008


Vivimos tiempos convulsos, no cabe duda. Momentos de incertidumbre provocados, paradójicamente, por la toma de conciencia colectiva de que se está escribiendo un capítulo de la Historia del que nadie quería ser protagonista. Baja revuelto el río de la información, lleno de sedimentos de malas noticias y ramas de incertidumbre. Cunde la desorientación ante la pérdida de referencias. Ausencia de confianza, pánico. Campo de cultivo idóneo para los mensajes apocalípticos. Mi correo electrónico da buena fe de ello, termómetro de las preocupaciones de todos ustedes. En octubre la mayoría de sus cuestiones iban encaminadas a conocer la seguridad jurídica de la que disfrutaban sus ahorros, una inquietud temporalmente zanjada con el aumento de la garantía estatal sobre el dinero depositado en las entidades financieras. Menos mal. No pocos sesudos profesionales pidieron consejo a este advenedizo de las finanzas sobre si era mejor el efectivo debajo del colchón o en la caja fuerte. Cualquier sitio mejor que en el banco. Hasta ese nivel de paroxismo habíamos llegado. No salía de mi asombro, la verdad. Quedé preocupadamente sorprendido de la capacidad que tiene el ser humano de empatizar en lo irracional y entendí, reflexión aparte, el poder de manipulación que muchos ejercen sobre amplias bolsas de población. Es lo que en mi pueblo se llama ganancia de pescadores.

En estos primeros días de diciembre estoy reviviendo parte de ese momento “alucinación” que padecí hace apenas un par de meses. Y, como entonces, me invade una extraña sensación de estupefacción. Qué se le va a hacer; está visto que el sentido común es cada vez más el menos común de los sentidos. Sobre una nueva reflexión legítima, la posibilidad de que el valor fiduciario del dinero caiga como consecuencia de la terrible expansión de la oferta monetaria, el abrazo al pirado de turno, palabra de dios. Cada vez que entra en mi mail el video de Hal Turner hablando sobre el amero, con toda su parafernalia de teorías conspiratorias, depósitos secretos en China y el refugio de los francos franceses, se me abren las carnes. Pero ¿alguien se ha parado en mirar en la Wikipedia la legitimidad de este tipo para pronunciar un discurso como ése? ¿Nadie se da cuenta de la chapucería de su video, ahogado parcialmente en su final por el ruido de camiones? ¿Cómo se puede dar tal predicamento a un chiflado que sólo busca hablar de su libro? ¿Tan difícil resulta ver que una moneda como la descrita no resuelve el problema de confianza al carecer de respaldo metálico? Es momento de que todos nos paremos a pensar un poquito en qué mensajes estamos comprando y a quién, no vaya a ser que acabemos tarumbas antes de tiempo. El amero, en efecto, es un proyecto de unión monetaria en el seno del Nafta. Pero de ahí a construir una película como la que se monta Turner media un abismo. Y eso que, en el fondo, este tipo puede tener un punto de verdad en lo que dice. Veamos por qué.

La política monetaria norteamericana ha entrado en lo que se llama quantitative easing. Para entender este concepto les recomiendo este corto y clarificador post de Willem Buiter en su Maverecon de Financial Times. En esencia, para el autor consistiría en un aumento del balance de la Reserva Federal generado por un incremento de la base monetaria en circulación. Sería un fenómeno complementario al qualitative easing que ya se está llevando a cabo y que supondría para Buiter un cambio en el perfil de los activos que figuran en el balance del banco central sin que implique, de partida, un crecimiento del mismo. Tal distinción no resulta tan evidente para el Wall Street Journal, que equipara a ambos en su pieza ¿Qué debe de hacer la FED?, publicada ayer. Pero más allá de las disquisiciones teóricas, el “abuso” que se ha venido realizando de ambas formas de expansión monetaria habría dejado a la FED exhausta de recursos en un momento en el que, además, el déficit comercial de los Estados Unidos sigue a niveles cercanos a los máximos y, con él, su dependencia de la financiación exterior. La situación habría llegado a un punto en el que la Reserva Federal se estaría incluso planteando incluso emitir su propia deuda y competir con el Tesoro por los recursos escasos del mercado. Un mercado, por cierto, que ya valora el riesgo de impago soberano del país en 67 puntos básicos contra los 49 de Alemania o los 59 de Francia, por abajo, y los 115 de Reino Unido o los 189 de Italia por arriba. España está en 115 tras subir un 58% en un mes.

Y llegamos de este modo al quid de la cuestión. Empieza a surgir entre los analistas independientes de los Estados Unidos la idea de si la intención de la Reserva Federal con esta propuesta no es sino preparar el terreno para el nacimiento de un nuevo dólar, siendo su definitiva independencia en la creación de dinero lo que facilitaría la transición. Cogido con pinzas probablemente. Pero fíjense: tal y como señala Buiter al  inicio de su breve comentario, el tipo de cambio puede jugar un papel esencial como herramienta de la política monetaria cuando no queda más remedio. Y una devaluación competitiva del dólar permitiría a aquella nación, más allá del shock psicológico mundial que esto provocaría, matar tres pájaros de un tiro: reducir el valor de su deuda, romper paridades artificialmente establecidas que distorsionan el comercio mundial y mejorar su posición competitiva minorando su déficit. ¿Una revolución impensable? Bueno, tómenlo como quieran. Estos van a velar, primero y principalmente, por lo suyo. Y luego por lo de los demás. Mejor tomar el toro por los cuernos antes de que no se pueda parar una embestida que parece inevitable. Cuestión de confianza.

De este modo, y como por arte de birlibirloque, llegaríamos de nuevo al famoso amero del fundamentalista Turner. La excusa de la adecuación del billete verde a una nueva divisa de carácter transfronterizo podría servir para la realizar el movimiento que hemos comentado de forma indirecta, mediante el establecimiento de un tipo de conversión artificialmente depreciado. Cualquiera deja pasar una oportunidad como ésa, ¿no creen? Gallo de otro cantar es que interese a día de hoy esa Unión Norteamericana que el carácter estadounidense haría inviable, a mi entender, en circunstancias normales. Pero recuerden cómo empezábamos nuestro recorrido dialéctico de hoy: vivimos tiempos convulsos. Y es que al final va a ser cierto eso de que sólo los locos y los borrachos dicen la verdad. O no. Debate apasionante que dejo en sus manos.

Recomendación gastronómica de los jueves. Había que ir aunque sólo fuera para contrastar la opinión vertida por El Mundo y El País en sus ediciones del pasado viernes. Pedro Espina, que fuera sushiman de Suntory y socio tanto de Tsunami como de Hanami, ha vuelto con Soy en la calle Viriato, 58. Comida de martes después de puente sin problemas para reservar pese a las alharacas colectivas y la escasez de aforo potencial. No es de extrañar, el sitio pasa completamente desapercibido. Ni una señal exterior de su existencia. Hará falta una segunda visita pero la primera deja indiferente, bien es verdad que el partenaire era poco dado a la comida japonesa. Los clásicos, como siempre, sin sorpresa alguna que llame la atención. Ni la tempura, ni el teppanyaki de pollo (no había solomillo) o el yakisoba, tallarines que llegan fríos a la mesa. Tampoco los rolls hacen suspirar. Sencillos como el bankin o el crunchy que, sin embargo, recuerdan demasiado a otras épocas. De hecho la presentación de los platos, que llegan desordenados a la mesa, es exactamente la misma que en sus restaurantes anteriores. Ni un guiño al cambio. Curioso. Mi sensación personal es de apertura precipitada, algo peligroso en los tiempos que corren. Dicho esto: volveré. De la mano de Espina descubrí la comida japonesa en su día. Y si alguien merece para mi mucho más de una oportunidad es, sin duda, él.

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Adios a los petrodólares: ¿vuelve el petróleo- pierde el dólar?

NOTA DE VRedondof: 

S.McCoy dice :

"Reconozco que me equivoqué a la hora de predecir el curso que iba a tomar a lo largo de este ejercicio el precio del crudo. Y de qué manera." 

Y yo digo , que no lei a nadie que hubiera previsto el Barril a estos precios (menos de 30$) , ni tampoco en la subida ( a lo mas que lei que llegara , fue a 100 dolares).

Tengo dos conclusiones (que SEGURO QUE SON EQIVOCADAS , solo faltaba que ahora yo me convirtiera en un "EXPERTO") .

A) se ha descubierto "ALGO"  que en un futuro X va a facilitar una fuente energetica alternativa distinta , como ejemplo que el Hidrogeno ... empezara a tener el camino despejado o ... .

B) hemos entrado de verdad en la era de "ipso facto informativo" dandole el significado a la frase latina segun Wikipedia de :

La traducción habitual de ipso facto es "en el acto", dando a entender la expresión que un hecho se ha producido de forma rápida e inmediata."


Adios a los petrodólares: ¿vuelve el petróleo, pierde el dólar?

@S. McCoy - 10/12/2008


Reconozco que me equivoqué a la hora de predecir el curso que iba a tomar a lo largo de este ejercicio el precio del crudo. Y de qué manera. Aunque contemplaba un escenario de debilitamiento de la economía mundial como consecuencia de la crisis financiera, nunca imaginé que su impacto sobre el coste del petróleo fuera a ser tan dramático. Más bien creía, y sigo creyendo, que, en la medida en que no haya fuentes de energía alternativas a un coste razonable, carencia más necesidad equivalen, por definición, a niveles elevados en las transacciones de la materia prima de que se trate. Es más, el cambio sustancial que se ha producido en mi modo de pensar de entonces a ahora es que, si hace unos meses intuía que habíamos visto el máximo de las reservas de oro negro a nivel global (peak oil) pero no habíamos alcanzado los máximos de consumo (peak power), sigo sin tener dudas de lo primero pero la situación actual hace que me cuestione severamente lo segundo, al menos en el corto y medio plazo.

Dado que no creo que vaya a haber una contracción brutal de la demanda de petróleo, en contra de lo que afirma el Banco Mundial y más con programas fiscales expansivos de la dimensión que ahora hay sobre la mesa, considero tan irracional el barril a 140 como a 40. Y si me preguntan qué es lo que debería pasar a un año vista, mi opinión sería sinceramente más alcista que bajista. Probablemente porque, como ya se sabe, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y porque, además, y yendo a razones serias, existen a mi juicio tres justificaciones adicionales que lo refrendan: una, basta ver el número de posiciones vendidas que hay sobre el crudo, gracias entre otros a informes como los de Merrill Lynch que afirman que los 25 dólares serán el suelo de este mini ciclo, para darse cuenta de que esos terribles especuladores que escandalizaron al mundo con sus compras financieras masivas han tardado dos telediarios en situarse en el campo contrario, sin convocatoria política ni repercusión mediática de por medio, magnificando la caída. Cualquier noticia seria por el lado de la oferta podría revertir violentamente su posicionamiento; dos, se da en el mercado petrolero la inusual situación de contango, esto es: los precios al contado son inferiores a los que marcan los futuros, lo que incentiva la acumulación de inventarios y, por ende, la demanda (imprescindible este artículo de Naked Capitalism de hoy que recoge esta idea a la vez que advierte del fin del ciclo de las commodities); y tres, porque lo que está en juego es la supervivencia financiera de numerosos países productores que, a los precios actuales, incurren en severos déficits fiscales dada la contracción que se ha producido en sus ingresos y los programas expansivos de gasto que tienen comprometidos.

En este sentido les traigo hoy a colación la pieza que, uno de los blogueros más relevantes de los Estados Unidos, Brad Setser, ha publicado sobre el particular. Bajo el encabezamiento que da título a este mismo artículo, el autor recoge los niveles de equilibrio presupuestario de la mayoría de las naciones exportadoras de crudo y la conclusión a la que llega es la expuesta a final del párrafo anterior: o hay un repunte sustancial a corto plazo de los precios de esta materia prima, en cuantía suficiente para compensar la única vía a través de la cual se puede lograr a día de hoy, esto es: recortes de producción, o estos países, como ya se ha ido conociendo, lo van a pasar mal pero que muy mal. Se trata de una información muy relevante que debería servirnos de punto de partida a la hora de analizar los verdaderos motivos que se encuentran detrás de las intenciones que públicamente manifiestan los productores de petróleo a la hora de justificar su actuación. 

Así, Arabia Saudí, que es la única con verdadera abundancia de oferta, requiere de precios alrededor de los 60 dólares por barril, un nivel similar al del resto de los países del Golfo, para no incurrir en déficit fiscal. Es decir, niveles un 50% por encima de los actuales. Y pese a que la amenaza de un desequilibrio superior al 20% de su PIB se encuentra a la vuelta de la esquina, sería aún así de las naciones más saneadas. Mientras que Argelia y Libia se encontrarían en 56 y 47 dólares respectivamente, Rusia, que acaba de ver cómo le rebajan el rating soberano, encontraría su break-even alrededor de los 70 dólares. Casi nada. Echen cuentas de su vulnerabilidad financiera y encontrarán parcial justificación a su beligerancia exterior. De ahí su búsqueda desesperada por comprar reservas “baratas” fuera de sus fronteras. ¿Les suena? Termina Setser señalando que, a estos precios, sólo Noruega disfrutaría de superávit presupuestario gracias a sus explotaciones petrolíferas.

La conclusión a la que llega el autor es evidente: olvídense de los petrodólares por una temporada.No hay dinero para veleidades fuera de las propias fronteras cuando la situación interna resulta tan complicada. Y menos, como anunciara la propia China la semana pasada, para el sector bancario que tantos disgustos ya ha causado. ¿Y qué pasa con el dólar y las ingentes necesidades de financiación de la economía norteamericana? A corto plazo, no habría cambios toda vez que la teórica menor demanda de bonos se vería compensada por la también menor factura importadora de los Estados Unidos como consecuencia del más reducido coste de la energía. De hecho, la subasta de letras mensuales de ayer al CERO por ciento (0%) contó con una notable participación de los bancos centrales extranjeros, tal y como se recoge en esta información de BloombergSin embargo, si la realidad interna de estas naciones continúa con su deterioro, la venta forzada de posiciones en moneda extranjera podría conducir a fuertes oscilaciones en el mercado de divisas. Para muchos analistas el dólar ya ha tocado techo. Bueno, si sumamos a todo lo dicho hoy, la voluntad encubierta de China de depreciar su moneda para mantener su ventaja exportadora, lo que empeora automáticamente la de Estados Unidos, quizá la única manera que tiene la primera potencia del mundo de corregir sus desequilibrios, toda vez que los tipos de interés permanecen a niveles irrisorios, sea vía el billete verde. Suena razonable. Ustedes mismos.

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El peligro es el temor a la deflación

@Jesús Sánchez-Quiñones* - 09/12/2008

El pésimo comportamiento bursátil de este año ha descontando una recesión que ya es inevitable. Ahora, la gran amenaza de la economía, y también de las bolsas, se concreta en la temida deflación.

Técnicamente, se entiende por deflación no sólo una caída de los índices de precios sino también un crecimiento del IPC inferior al 1%. La recesión genera presiones deflacionistas en los precios. Al caer la demanda, baja la inflación porque las compañías se ven obligadas a rebajar el precio de sus productos para reducir inventarios. A su vez, los costes laborales sufren menos presiones alcistas al escasear el factor trabajo. Al mismo tiempo las materias primas reducen su precio por la menor demanda.

En un escenario de caída permanente de los precios, el incentivo a invertir y a consumir disminuye. Por un lado, el consumidor sabe que cuanto más espere más barato será el bien o el servicio que adquiera. Por otro lado, las empresas no invertirán sabiendo que el consumo cae y el precio de los productos y servicios también. En un escenario de deflación, el efecto pernicioso sobre el empleo y el crecimiento económico es considerable.

 En los próximos meses la caída de los índices de inflación van a ser contundentes por diversos motivos:

Por la drástica caída del precio de las materias primas, principalmente el petróleo. En los meses de este año en que la inflación de la Unión Europea era del 4%, la mitad se debía exclusivamente a energía y alimentos.

Por el efecto base de comparación. La inflación se calcula comparando el nivel de precios de un mes respecto al mismo mes del año anterior. De tal forma que tras la escalada del petróleo desde los últimos meses del año pasado, la comparativa a efectos de inflación habría sido mucho más benigna a partir de ahora sólo con que se mantuvieran los precios. No sólo no se han mantenido los precios del petróleo sino que la caída desde los máximos de agosto ha sido superior al 70%, teniendo un efecto directo sobre los niveles de inflación.

La propia recesión actuará como factor mitigante de las subidas de precios ante la menor demanda esperada.

Las ínfimas tasas de inflación, incluso negativas en EEUU, que conoceremos en los primeros meses del año que viene no deben llevarnos a considerar directamente que la deflación es inevitable. Entre otras razones:

La volatilidad del precio de las materias primas puede hacer que los indicadores de inflación se sitúen en mínimos. No obstante, la inflación subyacente, la que mide el alza de precios sin alimentación y energía, se reducirá pero no llegará a niveles inferiores al 1%. No parece previsible una caída generalizada de precios de bienes y servicios. Al menos de momento

- Es difícil predecir el nivel de precios de las materias primas en los próximos meses, pero así como parecían un exceso los análisis que situaban al petróleo en 200$ cuando cotizaba a 120$, ahora parece igual de exagerado situar el precio del petróleo de forma permanente en los 25$, aunque no se pueda descartar que en algún momento los alcance de forma coyuntural.

- El efecto base que tan favorablemente está actuando en estos últimos meses de 2008 y lo seguirá haciendo en la primera mitad de 2009, se convertirá en un impulsor de los índices de precios en la última parte del año que viene.

- Las fuertes bajadas de tipos por parte de los bancos centrales y la ingente liquidez inyectada en el sistema financiero en algún momento empezará a fluir a la economía. Entonces, los bancos centrales se verán en la necesidad de volver a subir los tipos de interés y drenar parte de la liquidez inyectada.

Bernanke es uno de los máximos estudiosos de la Gran Depresión. Basta leer sus trabajos académicos y sus discursos desde que es el máximo responsable de la Reserva Federal para saber que inyectará toda la liquidez necesaria para evitar la deflación, aun a costa de crear inflación a medio plazo.

Aunque pocos se acuerden, los actuales temores de deflación en la economía ya surgieron entre los años 2002 y 2004, motivando tipos de interés oficiales en mínimos durante demasiado tiempo. En los próximos meses, las bolsas pueden volver a ser victimas de dichos temores por unos datos de inflación coyunturalmente muy reducidos o incluso negativos. El miedo de la bolsa en los próximos meses no es tanto la deflación en sí, sino el temor a la deflación.

*Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4

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DEFLACION

Nota de VRedondoF :

Una vez leido este articulo , mi primera intencion fue desechar su publicacion.

No obstante al final opte por su publicacion en funcion de que se conozcan todas las opiniones y tendencias.

Es muy dificil aventurar nada en el siglo XXI , al igual que lo fue en epocas anteriores , siempre nos estamos enfrentando a "UN MUNDO NUEVO" , "A UNA NUEVA ERA" , marcado todo por nuevas tendencias , nuevas tecnologias , todo nuevo .. .

Las predicciones no DEJAN DE SER HIPOTESIS RAZONABLES, a las que yo aplicaria (transformada) aquella frase de , "TODO PARECIDO CON LO PREVISTO ( realidad) , PUEDE SER MERA COINCIDENCIA".

Hay algo que si es cierto , que ahora todo ocurre y/o evoluciona a una gran velocidad.


Por marcvidal.cat

Este es uno de aquellos posts que se citarán en un par de años y que ahora serán tachados de locura. Pasará por hablar de algo que pocos economistas aceptan como escenario previsible: la deflación. Resulta que hemos pasado de vivir en el Reino de Midas a estar en recesión. Para ello hemos debido de atender a una desaceleración, una inflación desbocada y una especie de estanflación coyuntural. Resulta que en poco tiempo se ha pasado de un crecimiento pirotécnico a un estancamiento de la economía que parece haber sorprendido a todo el mundo.

Junto a ese parón se puso de manifiesto hace unos meses la dependencia del precio del crudo en todos los factores inflacionistas. El resultado fue la temida estanflación. Curiosamente uno de los estados más difíciles de tratar en economía ha pasado como si nada. Los precios se estancan a la vez que la economía. Hasta aquí parece que todo se normaliza. La verdad es mucho más compleja. En lugar de ver una moderación de precios y una reactivación del consumo gracias a ese patrón lógico y de manual, vamos a vivir la inquietante recesión deflacionaria de los activos. Un tipo de caída de precios moderna que no afecta tanto al IPC como al precio de los valores adjudicados. Todos esperan que los bancos centrales actúen contra este virus para que no alcance el índice de precios al consumo. Sin embargo de nuevo hay que exigir que alguien nos explique la que se nos viene encima mientras alguien nos cuenta que ya empiezan a leerse buenas noticias. Alguien debería decir de una vez que si bajan los precios a la velocidad que lo están haciendo es que la cosa pinta mal y no que estamos en la senda de la recuperación. Luchar contra un territorio en deflación es muy complejo. Japón lo vivió en los noventa y las pasaron crudas. Hoy en Okinawa, todavía el patrimonio se valora con ratios de 1977.

La sobreactuación que se está imponiendo para luchar contra la inflación puede estar ayudando a hervir una incipiente deflación. Trichet no bajaba los tipos de interés cuando todos le pedían hacerlo y puede tener una explicación ahora. La economía perdía potencial y él mantenía el dinero caro. No quiso exponernos a la peor de las plagas en economía social: la deflación. No obstante el Presidente del Banco Central Europeo cometió un error que pagaremos con creces. Confundió una burbuja petrolera con la inflación y creyó que los salarios afectaban directamente sobre el precio de las cosas. Ese cálculo estratégico fue una chapuza y en los próximos meses vamos a vivir sus consecuencias.
La inflación se aleja. Aquí ya debatimos sobre eso y la conclusión que adoptamos como válida hace más de un año es que los tipos bajarían al 1,5% en Europa a finales del 2009 y que el IPC sería negativo en la segunda mitad de ese mismo año. Vamos en camino. Ya estamos en recesión y sin liquidez, sin confianza, con un enorme apalancamiento y con riesgos de ser solventes en la mayoría de compañías y de algunos Estados. El consumo cayendo y el paro aumentando nos conducen sigilosamente hacía esa devaluación global de los activos. La verdad es que asusta. La deflación fue la antesala en los EUA de la Gran Depresión.

Una crisis deflacionaria es muy jodida. Nada tiene que ver con una crisis coyuntural, cíclica o progresiva. Es la peor de ellas y atiende a los patrones de una crisis sistémica como la que se puede divisar por el horizonte. La deflación convierte en profunda cualquier crisis ajustando el nivel de ocupación de una manera brutal y siendo muy agresiva con la contracción del consumo y la liquidez.

La deflación, como caso extremo es un buen escenario de cambios y análisis. El problema es que se lo lleva todo consigo y retrasa la recuperación bastante. Me preocupa que en este preciso momento el dólar se haya reforzado casi un 19% en medio año. Lo ha hecho muy rápido y ha reducido la poca liquidez disponible. Eso puede acentuar una situación deflacionaria. La caída de las materias primas, el petróleo, los activos inmobiliarios y un precio del dinero a la baja avivan el fuego. Y, para no engañarnos jugando al solitario, cabe admitir que si no estamos en deflación, por ejemplo en España es por que el análisis de este factor económico no incorpora los precios del sector inmobiliario que cae en picado. En concreto España será uno de los países donde la Deflación se cebará de un modo más evidente por culpa de esa burbuja inmobiliaria tan intensa que ha reventado.

El estancamiento económico ayuda a pensar que vivimos en recesión. Cae el valor de los pisos y el de las acciones en bolsa. El efecto pobreza o también llamado “riqueza negativa” se está trasladando a las ganas de consumir. La deflación de activos es una enfermedad muy difícil de combatir. Nos empobrece en general y refleja algo que ya decimos hace tiempo, no hay dinero, no existe, es arroz y el mundo es mucho más pobre de lo que cree. Traducir eso es una evidencia cartesiana. El retraso en el consumo es una de sus consecuencias. Nadie compra algo que puede ser que esté más barato en breve. Una fase deflacionaria impide la tasación de activos al alza, tan necesario para obtener crédito. Sin crédito no hay liquidez. Sin liquidez no hay consumo, sin consumo no hay demanda y sin demanda hay paro. ¿Lo van entendiendo? Es un pez que se devora la cola.

Las soluciones pasan por revisar los activos, controlar los tipos, no actuar impulsivamente y ganar liquidez, con Keynes o con quien sea, pero que llueva dinero falso si es preciso. El agujero ya está hecho, taparlo va a costar y las consecuencias son imprevisibles, por lo que de momento mejor inundar el mercado de dinero aunque parezca un absurdo o una paradoja. El debate de cómo combatir la Deflación está servido.

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