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Examen de la banca: no se me olviden el valium en casa

de Jose María García-Hoz 
Las pruebas de resistencia de la banca europea no han despejado las incertidumbres de los mercados. Fundamentalmente porque el problema financiero de la zona euro se centra en la deuda, mal llamada soberana, de los Estados miembros y ese es un capítulo de los balances bancarios que no ha sido sometido a examen.
Por decirlo pronto ¿Qué pasaría con los  bancos alemanes si Grecia no pudiera hacer frente a sus deudas? Pues que los bancos alemanes se estozolarían ¿Todos? No se sabe, porque amparados en su legislación nacional,  las entidades financieras alemanas se han negado a detallar la deuda griega que tiene en su cartera.
El Banco Internacional de Pagos, el banco central de los bancos centrales del mundo, reveló hace un mes que al terminar 2009 el riesgo de Alemania con el sector público griego era  muy importante:  31.000 millones de dólares. De entonces para acá la cifra no ha hecho más que subir, pero no se sabe como se reparte esa deuda de Grecia entre las diferentes entidades alemana.




No nos engañemos: la banca española ha conseguido superar las pruebas de esfuerzo gracias a los préstamos del Banco Central Europeo. En este momento, ni el Reino de España ni sus bancos generan dinero suficiente para atender a sus deudas respectivas.
Los diagnósticos del Banco de España sobre todas las entidades financieras españolas ha sido de un aprobado prácticamente general: la soltura con que Santander, BBVA, March y demás bancos  han superado las pruebas de esfuerzo, compensan muy sobradamente las necesidades de capitalización en que se presentarían cinco cajas de ahorro (todas las catalanas salvo La Caixa y Caixa Laitena, integrada en Caja Madrid, una de Castilla León y otra de Navarra), en el caso de que hubiera un escenario financiero muy negativo.
Sin embargo, el problema de cajas y bancos españoles –tal y como lo ven en la Unión Europea– no es sobre la solvencia de sus balances, sino sobre su capacidad de repagar la deuda con otros bancos de la zona euro. En concreto, y con datos del Banco Internacional de Pagos, los bancos españoles deben 109.000 millones de euros a los alemanes y otro tanto a los franceses. Si a esas deudas vivas de los bancos españoles,  se añaden la del sector público (43.000 y 38.ooo millones da euros, rerspectivamente), resulta que la salud de los sistemas bancarios de Alemania y Francia dependen de la capacidad de pago del Estado  y de los  bancos españoles.
Durante los tres meses anteriores a la publicación de los resultados de las pruebas de esfuerzo, los bancos y cajas españoles han atendido a sus vencimientos con los colegas europeos merced a los préstamos conseguidos en el Banco Central Europeo. También han utilizado ese dinero del BCE para comprar Deuda Pública española y así el Estado podía afrontar los vencimientos.
Hay dos maneras de ver la situación: España depende de Alemania y Francia porque les debe muchísimo dinero o, dada esa enorme deuda, son Alemania y Francia las que dependen de España. Lo dicho: no se me olviden el valium en casa porque el susto llegará cuando menos se lo espere.
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Cuánto cuestan las transferencias bancarias



Su coste se ha incrementado un 29% en los últimos cinco años y gestionarlas supone 3,56 euros de media

La banca no entiende de rebajas. Mientras las empresas de otros muchos sectores de actividad se ajustan al máximo y tratan de ofrecer atractivos descuentos a sus clientes, en el mundo financiero se impone la máxima contraria: cobrar por todo y más que nunca. Incluso, algunas entidades aplican nuevas comisiones, con tal de mejorar sus ingresos. La caída en sus márgenes de negocio y el ascenso de la morosidad hace que bancos y cajas eleven casi todas las comisiones por la prestación de sus servicios básicos. No quedan al margen las transferencias, que han incrementado su coste medio un 29% en los últimos cinco años. Hoy, la tarifa media por realizar una transferencia bancaria se sitúa en 3,56 euros, según datos del Banco de España a cierre de mayo de 2010.
  • Por GRACIA TERRÓN
  • 8 de julio de 2010


Tarifas máximas y mínimas

- Imagen: Paige Foster -
Poco a poco, la crisis compone un mundo más regulado y, en cierto modo, más protegido para el pequeño ahorrador. Todos los esfuerzos se centran en legislar las operaciones bancarias básicas y las relacionadas con los productos de inversión. Gobiernos e instituciones se afanan en crear una nueva normativa para las entidades financieras con carácter global. No obstante, en España ya se han dado varios pasos al frente en este sentido: la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha lanzado un par de nuevas normativas relacionadas con los productos de renta fija y las operaciones bursátiles también están más controladas. En el mundo bancario, desde hace unos meses, funciona la Ley de Servicios de Pago, que ha servido para lograr una mayor supervisión de los movimientos de dinero y las transferencias, entre otros aspectos. Sin embargo, una de las variables que no se han tocado han sido las comisiones, una partida donde las entidades tienen aún libertad absoluta para imponer sus precios. Y hay un sendero alcista de comisiones. En el ámbito de las transferencias, las subidas abarcan ya a los últimos cinco años. En 2006, el coste medio por realizar esta operativa bancaria era de 2,75 euros, mientras que a cierre de mayo de este año la cuantía alcanzaba 3,56 euros.
La comisión mínima por realizar una transferencia está establecida desde hace tres años en 2,50 euros
En cualquier caso, las tarifas máximas que pueden llegar a aplicar las entidades son todavía más elevadas. En los dos últimos ejercicios (2009 y lo que va de 2010) están fijadas en 7,50 euros. Es decir, sin tener en cuenta el dinero que se traslade, la entidad puede reclamar el pago de esta cantidad. Por su parte, la comisión mínima está establecida desde hace tres años en 2,50 euros. Desde Adicae (Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas de Ahorros y Seguros) estiman que, en general, las tarifas que cobran las entidades por realizar una transferencia no son razonables, sino desproporcionadas con el coste real del servicio.

Cómo evitar su pago

Es difícil evitar el pago de este servicio básico, ya que las entidades cada día son más reacias a negociar la supresión de comisiones. Uno de sus objetivos prioritarios es incrementar sus ingresos por esta vía para tratar de compensar el menor volumen de negocio que les generan otros segmentos, como el hipotecario o el bancario (de intercambio de dinero en mercados internacionales) dados los bajos tipos de interés actuales.
  • Una posibilidad para esquivar el pago de comisiones en transferencias es contratar una de las actuales tarifas planas de comisiones en servicios bancarios básicos. No obstante, el coste de estas promociones también se ha incrementado de manera notable. Por lo general, hay que abonar una media de 20 euros al mes para acceder a la "barra libre": tras pagar esa cuantía, el cliente tiene la posibilidad de realizar transferencias, cheques, extracciones de efectivo en cajeros, entre otros servicios, de forma ilimitada sin coste. Al año, no obstante, estas tarifas planas sobrepasan los 240 euros de media. Esta cuantía supera con creces los 178 euros que cobra la banca española en comisiones por usuario al año, según el último informe realizado por la Comisión Europea. Si se tiene en cuenta este dato, no sería rentable contratar uno de estos servicios o tarifas planas en comisiones. Sólo si se es muy activo en la realización de transferencias, cheques o utilización de tarjetas puede compensar suscribir este servicio.
  • Otra posibilidad más rentable y fácil para conseguir una exención de comisiones es vincularse de forma intensa con la entidad. Son numerosos los ejemplos de bancos y cajas que eximen a sus clientes de pagar comisiones por transferencias y otros servicios básicos (como mantenimiento de cuenta corriente) siempre que domicilien la nómina y se comprometan a mantenerla durante un periodo mínimo (al menos 24 meses). También hay usuarios que consiguen negociar con su entidad una supresión de comisiones por tener un buen perfil de fidelidad (ser usuario antiguo, con saldos elevados en cuenta y productos de inversión contratados). Si se dispone de un producto para el largo plazo, como un plan de pensiones o una hipoteca, también se puede conseguir este privilegio.
En cualquier caso, los bancos y cajas se muestran reacios a conceder esta ventaja. Han elevado su listón de exigencias y de rentas del cliente para tratarlo de modo especial.
Sí es generalizada la exención de comisiones por realizar transferencias en la banca on line. Las principales entidades que operan por Internet (ING Direct, Inversis, Uno-e, Openbank, Bancopopular-e, Oficina Directa y Self Bank) no aplican comisiones a sus clientes por mantener una cuenta corriente y realizar con ella las operaciones más básicas, entre otras, las transferencias a la Unión Europea. Los menores costes de estas entidades (que cuentan con plantillas reducidas y con muy pocas oficinas físicas) justifican esta posibilidad.

Cambios en la regulación

En los últimos meses, varias leyes han modificado la operativa bancaria en cuanto a transferencias y movimientos de dinero. La Ley de Servicios de Pago, que entró en vigor a finales de 2009, estableció la posibilidad de cobrar tanto al ordenante como al receptor de una transferencia bancaria. La Ley ha introducido la denominada "cláusula share", que hasta el momento no se aplicaba en el marco interbancario español. Implica la posibilidad de compartir gastos entre ordenante y beneficiario. Esta cláusula no sólo compete al ámbito de las transferencias, también se puede aplicar a quien paga con tarjeta de crédito o débito y a quien domicilia un recibo (y no sólo a quien lo emite). No obstante, desde Adicae afirman que, por el momento, no son conscientes de que ninguna entidad cobre a sus usuarios cuando reciben una transferencia, sino sólo a quienes las ordenan. Creen que es así ya que, hasta el momento, no han recibido ninguna queja.
Es generalizada la exención de comisiones por realizar transferencias en la banca que opera por Internet
En paralelo a la Ley de Servicios de Pago, hace apenas un mes entró en vigor la nueva Ley de Blanqueo de Capitales, que también ha traído consigo novedades en el ámbito de las transferencias bancarias. Desde el pasado mes de abril, todas las entidades financieras tienen la obligación de identificar a sus clientes cada vez que realicen movimientos de dinero iguales o superiores a 1.000 euros. Hasta ahora, la banca sólo estaba obligada a pedir la identificación cuando sus clientes solicitaban operaciones por más de 3.000 euros. No obstante, con un claro afán supervisor y de control del fraude y del blanqueo de capitales, la nueva norma endurece las exigencias. Ahora, las entidades deben prestarse a tener una mayor colaboración con la Agencia Tributaria, a quien deben comunicar los datos personales y banco de destino cada vez que ejecuten una transferencia por más de 1.000 euros, un ingreso en efectivo o un reintegro en cajeros. La obligación de información es mayor cuando se realizan transferencias al exterior o movimientos de dinero superiores a los 50.000 euros, que es el límite establecido por los sistemas de intercambio.

En España, comisiones más caras

España es uno de los países europeos con comisiones más caras por servicios bancarios.
  • Lidera la clasificación Italia, donde cobran 253 euros de media.
  • El siguiente puesto es para nuestro país, donde se cobran 178 euros anuales, de media, en comisiones básicas.
  • A continuación figura Francia, con 154 euros.
  • Austria: 140 euros.
  • Alemania: 89 euros.
  • Bélgica: 58 euros.
  • Holanda: 46 euros.
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Quiere cancelar una cuenta por temor a que el cotitular cause un descubierto y el banco no lo permite sin el consentimiento de éste


Quiere cancelar una cuenta por temor a que el cotitular cause un descubierto y el banco no lo permite sin el consentimiento de éste


Tengo una cuenta a medias con un familiar y me gustaría cancelarla, pero en el banco me dicen que no puedo. Temo que en cualquier momento cause un descubierto. ¿Estoy obligado a tener esa cuenta? ¿Qué puedo hacer?
Puede resultar chocante, pero éste es un problema frecuente, que origina numerosas consultas al Banco de España. Así lo acredita la Memoria del Servicio de Reclamaciones de la citada institución del año 2008. Debido a su recurrencia, hay ya un criterio al respecto: la negativa del banco o caja es correcta. Ello es así porque para cancelar una cuenta en la que constan varios cotitulares es requisito imprescindible el consentimiento de todos quienes lo prestaron al abrirla y que a esa fecha figuren como titulares.
Al usuario no le queda más solución que pedir el consentimiento del familiar con quien la comparte. Si no lo consigue o no quiere hacerlo, logrará el efecto deseado si en lugar de solicitar a la entidad la cancelación, pide dejar de figurar como titular en esa cuenta. Las entidades deben acceder a esta petición. No obstante, podría haber justas causas para que el banco o caja se negara:descubiertos, deudas pendientes u otros productos vinculados que no se hubieran cancelado y cuyo mantenimiento exigiera la titularidad de una cuenta por la persona que solicite la baja.
Si no se consigue el consentimiento del cotitular para cancelar una cuenta, se puede pedir dejar la titularidad de la misma
En este caso, se aconseja pedir al banco no figurar más como titular de la cuenta. Es habitual que la gestión sea satisfactoria, en cuyo caso la entidad debe poner en conocimiento del otro titular o cotitulares el cambio, ya que es una modificación contractual que debe conocerse.
Si no se permite al cliente dejar de figurar como titular, éste puede reclamar por escrito fehaciente. Para ello, basta con presentarlo personalmente y solicitar sello de la entidad en una copia que debe conservar el usuario. La reclamación debe dirigirse en primera instancia al director de la sucursal y, en segunda, alservicio de atención al cliente. Además, se puede acudir al Banco de España y, si se necesitara, recabar la ayuda y asesoramiento de los servicios de consumo del municipio o provincia.
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La crisis del ataca al langostino

de Jose María García-Hoz 
La cifras dicen que la crisis no perjudica a los artículos de lujo: Hermés y otras multinacionales de productos exclusivos han conseguido mantener, y aún crecer, sus ventas, en el fatídico 2009 gracias a los mercados asiáticos:  como allí la gente mejora su capacidad adquisitiva gasta para que los vecinos tengan noticia de su progreso.
Desafortunadamente en España ocurre lo contrario: también los productos de lujo se ven sacudidos por el bajón. Entre 2008 y 2010 las ventas de langostinos se han reducido a la mitad: 1′4 millones de kilos entre enero y mayo de 2010, frente a los 2,9 millones de kilos de 2008, según cifras de Mercamadrid. En las gambas, la caída es similar.
Comprendo que gambas y langostinos son productos menos glamurosos que unoz zapatos de Salvatore Ferragamo, pero a su modo, son un termómetro del lujo que se permite el común de los consumidores españoles: si las cosas van bien, se multiplican los homenajes en familia y en la oficina, pero cuando se tuercen…
De todas maneras también debo señalar que en las cifras provisionales de este 2010 los optimistas vemos brotes verdes: se han vendido 200 mil kilos más de langostinos que en 2009. ¿Se ven las cosas mejor?. No lo sé, aunque quizás la explicación debería buscarse en loa precios, pero Marcamadrid no facilita estadísticas sobre los mismos, ya que para ello debería realizar una investigación que no le compete.
En Mercamadrid, que es el primer mercado alimentario  de Europa, por delante de París, y el segundo mayor mercado de pescados del mundo, sólo por detrás de Tokio, es también testigo de los cambios de tendencia. Ahora, por ejemplo, los restaurantes y supermercados no compran por piezas o kilos, sino por raciones: no encargan un par de atunes y seis merluzas, sino tantas raciones de atún y tantas de merlujza.
Cada vez más, la cadena de valor se desplaza de la producción a la comercialización… Con gran cabreo de los productores, que en lugar de quejarse podrían unirse y competir.
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Examen a la banca: aquí está el menú



El stress test al que están siendo sometidos 8 bancos 19 y cajas de ahorro españoles tiene un objetivo, sencillo de decir y muy complicado de alcanzar: saber cuantas entidades y cuanto tiempo sobrevivirán al actual proceso degenerativo.
El viernes 23 de julio será el día D en el que se publicarán los resultados de las pruebas de solvencia –por mal nombre stress test– que la Unión Europea  ha sometido a 91 bancos y cajasde la zona euro, que representan el 65 por ciento del sistema bancario continental. España es una excepción, pues voluntariamente examinará a mas entidades que nadie: los 27 que suman los ocho bancos más grandes, del Santander a Banca March, y los 19 grupos de cajas, que de hecho suponen la práctica totalidad de las entidades nacionales.
El objetivo de esta insólita medida propuesta por el anterior presidente rotatorio de la UE, nuestro señor Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero es restablecer la confianza de los inversores mundiales, empezando por los de casa, en el sistema bancario europeo.
Aunque el debate sobre la calidad del examen y su utilidad ha estado trufado de jerga tecnico-bancaria, en el fondo, el menú del mismo es muy sencillo: como todo el mundo sabe, el negocio bancario consiste en coger dinero con una mano, prestarlo con la otra y en el trasiego quedarse con un porcentaje para cubrir los gastos propios y obtener beneficio. O sea, se trata es de examinar la capacidad de los bancos de captar dinero del mercado, de determinar la calidad de sus préstamos y, una vez vistas esas dos referencias, señalar cuales son las necesidades de fondos propios.

Empezando por el pasivo
Es uno de los grandes problemas de las cajas y bancos españoles: no se prestan dinero  unos a otros, los bancos extranjeros (que tanto dinero dejaron en los años del boom) tampoco quieren saber nada y, en fin, el único sitio de donde pueden obtener fondos es del BCE. Aunque no todos los bancos son iguales, ni mucho menos, entre las entidades españolas hay algunos zombies financieros (el viernes 23 se sabrá cuales) que ya estarían quebrados, si no hubiera sido por la ayuda del Estado y del BCE.

Segundo plato, el activo
Cada mes que pasa los datos que ofrece el Banco de España son más preocupantes: aumenta el número de morosos, empresas y personas físicas, que no quieren o no pueden devolver a su banco el dinero que este les concedió. El último dato conocido dice que en mayode  de 2010 los créditos morsos eran el 5,55 por ciento del total, cuando seis meses antes era del 4,5 por ciento y un año era del 3,3. Históricamente el momento de morosidad bancaria más alta se registró en 1993, cuando llegó al 8,5 por ciento. Los bancos y las cajas, tampoco en este punto, pueden estar tranquilos.

Acompañamiento, los créditos inmobiliarios. 
Dentro de los créditos que la banca y las cajas concedieron en los tiempos del boom se encuentran los del sector inmobiliario y anejos:  445.000 millones de euros (entre el 20 y el 25 por ciento del total), cuyo  último índice de morosidad es del 9,6 por ciento. Una cifra muy alta, pero todavía no alcanza el récord histórico del 13 por ciento.
Adicionalmente, una parte cada vez mas importante de los activos bancarios nacionales están en deuda pública española: 5 de cada cien euros de deuda pública viva está en carteras de bancos y cajas … Y ahí entramos en terrenos pantanosos: ¿Cuando dejará la economía española de aumentar su deuda pública, cuando crecerá para devolver? Es una pregunta crucial, no solo para la banca española, sino también del conjunto de la banca española europea, que al terminar 2009 tenían en su activo el 46 por ciento de bonos, obligaciones y letras del Tesoro en circulación, inversión que afecta, sobre todo, a la bancas alemana y francesa.
Por otro lado, el mercado dice cada día que los bonos alemanes son más seguros que los españoles: ¿en cuanto se cifrará esa inseguridad o, si se prefiere, ese mayor riesgo de la deuda pública española?.

El capital, de postre. 
Problemas para conseguir dinero tanto para conceder nuevos créditos, como para devolver lo prestado en los mercados mayorista; problemas también para conseguir que te devuelvan lo prestado. Esa situación conduce a pérdidas y por eso los bancos, y cajas,  necesitan capital nuevo… Que tendrá que poner el Estado (o los Estados, pues la española no es la única banca con problemas).

Cafe, copa y puro: ¿hacia donde irá esto? ?

Una vez cuantificados los problemas presentes, hay que pensar como evoluciuonará la situación económica general. En otras palabras, no es lo mismo tener un paro del 20 o del 25 por ciento de la población activa, pues en el segundo caso aumentaría la morosidad y aumentaría la desconfianza respecto de la banca española. El Gobernador Fernández Ordóñez ya lo dijo hace meses: es necesaria la reforma laboral porque una tasa de paro consistentemente alta acabará con la banca española.
Tampoco es igual que que la economía crezca el 1,5 o el 0,5 por ciento, pues en el pero escenario el Estado español vería aumentar su déficit –debido a los menores ingresos tributarios– y su deuda, al aumentar, perdería calidad: la banca europea acusaría el golpe pero ya no prestaría más dinero a ni a España ni a sus banca.

¿Quien paga la cuenta?

Cuando el Presidente Rodríguez Zapatero convenció a sus colegas de las necesidad de transparencia bancaria, no sabía en el jardín que se metía. Desde luego que el Santander y el BBVA superaran los test sin el menor stress: en este momento tienen mucho negocios en mercados menos traumáticos que el español; el tamaño de la Caixa seguramente le dejerá  por encima encima de toda sospecha. Incluso el Grupo Jupiter que encabezan Caja Madrid y Bancaja pueden salir airosos, una veza recibidos los casi cuatro mil millones de ayudas estatales… A partir de ahí todo es oscuridad. Y lo que no se sabe es cuanto dinero tiene el Estado español para encender la luz, ni cuanto debe poner.
En fin: ¿Por qué los contribuyentes deberemos pagar la factura del festín bancarioa?, ¿Por qué hay que ayudar a los bancos y a las cajas que lo han hecho tan mal? Por el interés de todos: la economía de un país no puede funcionar sin una adecuada red de distribución de petróleo, ni de una igualmente adecuada red de distribución de dinero. Sin petróleo y sin crédito no hay vida económica.
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El plan que nos sacó de la miseria

ULLASTRES Y LA ESTABILIZACIÓN


Por Fernando Díaz Villanueva

Cuenta la leyenda que, a finales de 1958, el recién nombrado ministro de Economía fue llamado al Palacio de El Pardo para atender una consulta que Franco quería hacerle en privado. El ministro, Alberto Ullastres, madrileño, repeinado, miembro del Opus Dei y estudioso de la obra de Juan de Mariana –al que había dedicado su tesis doctoral–, se presentó cumplidor y de punta en blanco a la cita.
Al fondo del despacho, el Generalísimo, vestido de paisano detrás de la mesa, iluminada tan sólo por una lamparita, esa que nunca se apagaba, levantó la cabeza y le preguntó por qué España estaba a punto de presentar suspensión de pagos. Ullastres, que era hombre de mucha fe pero nada supersticioso se estiró ajustándose la corbata, miró al frente y le dijo:
Su Excelencia, nos quedan sólo 57 millones de dólares en reservas en el Banco de España, cuatro veces menos que hace tres años. La inflación está disparada y el coste de la vida se ha incrementado un 50% en los dos últimos años. El país produce poco y mal, y arrastramos un déficit comercial de casi 400 millones de dólares.
Franco, que de economía sabía lo poco que le habían contado sus ministros de Falange, los de la justicia social y la revolución pendiente, recordó a Ullastres que los españoles ganaban cada vez más porque el leal Girón de Velasco les subía continuamente el sueldo por decreto. Ullastres, lejos de arredrarse, replicó:
Esa es, precisamente, una de las causas de la inflación. Y no ganan cada vez más: en términos reales ganan mucho menos, porque el dinero pierde valor. Imprimimos mucho más dinero del que realmente tenemos. Nuestra economía está aislada del exterior, y regulada en exceso. El cambio de la peseta es artificial, y el gasto público está muy por encima de lo que podemos permitirnos. Nuestra renta per cápita es la más baja de Europa, sólo 300 dólares, y hace veinte años que terminó la guerra.
Su Excelencia, créame: si esto continua así, no sería de extrañar que resurjan las huelgas del 56, agravadas por la carestía de los artículos de primera necesidad y la falta de expectativas.
Entonces, prosigue la leyenda, algo se encendió en el cerebro de Franco, que, sin necesidad de levantarse, pero con mucha solemnidad, dijo:
Señor Ullastres: confío en usted. Haga lo que tenga que hacer; y hágalo cuanto antes.
Ullastres se reunió con su amigo Mariano Navarro Rubio, a la sazón ministro de Hacienda, y entre ambos diseñaron un plan completo para sacar a España del hoyo en el que dos décadas de socialismo, en su variante falangista, le habían metido. Franco, militar al fin y al cabo, quería resultados, y que todo fuese rápido. Como en casa no iban a tener apoyos –más bien todo lo contrario–, Ullastres y Navarro fueron a buscarlos fuera. La Organización Europea de Cooperación Económica, la OECE, les echó un cable en forma de un informe que fue ampliamente publicitado.
Los técnicos de la OECE desgranaban una a una todas las dolencias que padecía España, el único de los países de Europa Occidental que no había conseguido remontar el vuelo tras la posguerra. La autarquía franquista era un suicidio a cámara lenta que estaba llegando a su inevitable final. La economía, lastrada por la doctrina del nacional-sindicalismo, era improductiva, muy poco atractiva para los inversores, y se encontraba encorsetada por una legislación asfixiante. España y su fascismo de pandereta de los camisas azules iban directos al precipicio.
El informe fue publicado en mayo. Un mes después, la profecía que Ullastres había hecho ante el Caudillo empezó a hacerse realidad. El 18 de junio el Partido Comunista convocó una huelga general pacífica. Fue un completo fracaso, porque los comunistas tenían el predicamento que tenían, es decir, casi ninguno, pero el nerviosismo empezó a cundir en los ministerios. Tres semanas más tarde, Ullastres viajó a Washington para reunirse con el FMI y ultimar el plan. A su vuelta todo estaba listo para imprimir el mayor golpe de timón de toda la historia económica de España.
El 20 de julio Ullastres se presentó en las Cortes bien desayunado para defender su Plan Nacional de Estabilización Económica, frente a una bancada de camisas viejas, militares en la reserva, obispos eméritos y representantes del sindicato vertical y el tercio familiar. Las medidas que iba a tomar el Gobierno eran ocho, todas muy simples. La peseta sería convertible, los controles de precios serían levantados de inmediato, se eliminaría gran parte de los aranceles, se aprobarían leyes para favorecer la inversión extranjera, los tipos de interés subirían hasta ajustarse al tipo natural de preferencia temporal, se congelarían los salarios, el gasto público se detendría en seco y el Gobierno no podría ya pignorar ni un céntimo de deuda en el Banco de España.
Como aquello era una dictadura y se hacía lo que decía Franco, Ullastres salió con su plan aprobado. Al día siguiente se publicó en el BOE y se puso en marcha.
Los resultados fueron espectaculares. En sólo un año la inflación bajó del 12,6 al 2,4%, las reservas de divisas se multiplicaron por tres y se registró superávit en la balanza de pagos. En 1960 los turistas, atraídos por un sol y una playa especialmente económicos, empezaron a afluir masivamente. Las empresas europeas miraron por encima del Pirineo y, en lugar de ver un solar devastado por el socialismo azul mahón, vieron una tierra de promisión en la que instalarse con sus fábricas.
Diez años después, a España no la conocía ni el propio Franco. El hombre enfermo de Europa, ese romántico país del sur donde la gente se movía en burro y los jornaleros trabajaban de sol a sol por un plato de altramuces, se convirtió en la décima potencia industrial del mundo. Se había producido el milagro español, un periodo muy corto que, sin embargo, ha tenido gran trascendencia en nuestra historia reciente. Sin el Plan de Estabilización y todo lo que trajo consigo España sería hoy muy diferente, y necesariamente peor.
Nunca terminaremos de agradecer lo suficiente a Ullastres lo que hizo. Murió en el anonimato hace unos años, tras haberse convertido en uno de los mayores expertos de la Escuela de Salamanca. Lógico. De casta le venía al galgo.



Alberto Ullastres - Wikipedia, la enciclopedia libre

Alberto Ullastres Calvo (1914-2001) fue un economista español, ministro durante el franquismo y representante de España ante las Comunidades Europeas. ...
es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Ullastres - En caché - Similares


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Rebajas de verano: novedades y derechos



Las rebajas de la crisis tendrán importantes descuentos, pero la calidad y los derechos de los consumidores deben permanecer inalterables

Ayer comenzaron las rebajas de verano en la mayoría de las comunidades autónomas, aunque en algunos lugares el pistoletazo de salida se dio con más de una semana de antelación. Esta temporada hay algunas novedades, como la subida del IVA, que también ayer entró en vigor. A esto hay que añadir la agudización de la crisis, que ha provocado un aumento del paro y una disminución del poder adquisitivo. Estas rebajas serán diferentes: tener menos dinero en el bolsillo puede provocar una reducción del consumo en este periodo de descuentos. Pero el miedo a un redondeo al alza de los precios con el nuevo IVA también supondría un aumento de las ventas en este periodo estival.
  • Por ELENA V. IZQUIERDO
  • 2 de julio de 201

Menos dinero para gastar

- Imagen: Carlos Madrigal -
Este año los ciudadanos tienen menos dinero para gastar en las rebajas. El número de parados ha superado hace tiempo los cuatro millones, el sueldo de los funcionarios ha bajado de manera considerable y las pensiones están congeladas, de tal modo que miles de personas se han visto afectadas por la crisis. El consumo superfluo ha disminuido y el gasto de los hogares se dirige, en su mayoría, a productos necesarios. Aunque no todas las personas se encuentran en situación de dificultad y una parte de los consumidores se dará más de un capricho este verano. Por eso, es difícil predecir cómo afectará la mala situación económica a las rebajas.
Junto con la crisis, el mal tiempo ha perjudicado esta temporada las ventas. La primavera lluviosa y fría en gran parte del país ha hecho que los consumidores retrasen la adquisición de sandalias, bikinis o pantalones cortos. Y ahora que llega el calor, viene acompañado por las rebajas, por lo que las pérdidas son cuantiosas respecto al género que se podría haber vendido durante la temporada.
Se prevé que las rebajas alcancen incluso el 70% en algunos productos
La escasez de ventas se intentará paliar con descuentos agresivos. Se prevé que las rebajas alcancen incluso el 70% en algunos productos. De este modo, los negocios aprovecharán este periodo para aumentar su liquidez, ya que muchos carecen de la financiación bancaria necesaria para seguir adelante.
También se desconoce cómo afectará a las rebajas la subida del IVA, puesto que la puesta en marcha de los descuentos de verano coincide con el incremento de este impuesto. Numerosas cadenas han anunciado que no repercutirán el porcentaje de más sobre los consumidores, pero otras aún no han enseñado sus cartas, por lo cual no se puede descartar que en algunos comercios la rebaja del producto se acompañe de la subida del IVA, si bien parece poco probable.

Obligaciones de los comercios

Cada año hay dos temporadas de rebajas: las de invierno, que se extienden desde el 1 de enero hasta el 31 de marzo, y las de verano, que comprenden el periodo entre el 21 de junio y el 21 de septiembre. Las fechas pueden variar en función de la comunidad autónoma. Dentro de este periodo regulado, el establecimiento puede elegir cuándo fijar su periodo de rebajas, siempre que dure al menos una semana y, como máximo, dos meses.
Las prendas rebajadas han debido permanecer en la tienda, al menos, durante un mes
  • Las tiendas tienen la obligación de informar a los consumidores sobre el periodo en el que se aplicarán estos descuentos. Han de hacerlo medianteun cartel que indique la fecha de inicio y de finalización de las rebajas. Esta información debe estar en un lugar visible, incluso cuando el establecimiento permanezca cerrado. Lo habitual es colocarlo en el escaparate de la tienda.
  • En el caso de comercios dedicados a la venta de productos textiles o calzado, los más sujetos a las modas, las prendas han debido permanecer en la tienda por lo menos durante un mes. Es decir, no se pueden poner a la venta ex profeso productos para las rebajas. Además, los artículos rebajados no deben haber estado sujetos a promociones durante el mes anterior al comienzo de las rebajas.
  • Para que la tienda pueda colgar el cartel de rebajas en su escaparate,al menos la mitad de los productos que se ponen a la venta deberán tener descuento. No obstante, si la cantidad de prendas a precio reducido no llega al 50%, la tienda puede anunciar el precio y el descuento de cada uno de los artículos, pero sin promocionar todo el género del establecimiento como venta en rebajas.
  • Si hay productos que no están rebajados, es necesario separarlos del resto e indicarlo. Son frecuentes en un comercio las zonas señalizadas con artículos de continuidad o de nueva temporada. Mantienen su precio y es habitual colocarlos en otro lugar. El área de artículos rebajados también se destaca con carteles llamativos.
  • Otra de las obligaciones que tienen los comercios es señalar en laetiqueta el precio anterior y el rebajado, o en su defecto, indicar el porcentaje de descuento que se ha aplicado. Si el artículo ha experimentado más de una reducción, también debe señalarse.
  • Los establecimientos deben respetar la política de pagos y de devoluciones que aplican de modo habitual. Si permiten el pago con tarjeta sin aplicar comisiones durante el resto del año, también han de dejar que el consumidor utilice este medio para abonar el importe de sus compras durante las rebajas. Y si devuelven el dinero de la prenda cuando el comprador no queda satisfecho o lo cambian por otro producto, también están en la obligación de respetarlo en la época de descuentos. En el caso contrario, el comercio debe ponermuy claro y en un lugar visible que durante estos meses las condiciones cambian.
  • Algunos pequeños establecimientos no cobran determinados arreglos -como subir el bajo del pantalón- durante el año. En cambio en rebajas sí que es necesario pagar por este servicio. Si esto ocurre, o si no se realizan estas labores, es necesario anunciarlo en un lugar donde los clientes lo vean con claridad.
  • En rebajas disminuye el precio, pero no la calidad. El cambio de temporada justifica el descuento, por lo que los establecimientos no pueden poner a la venta artículos con tara, deteriorados o viejos y anunciarlos como rebajas, ya que no corresponden a esta denominación, sino a los saldos, con un tratamiento distinto.

Consejos para sobrevivir a las rebajas

Cada persona afronta de manera diferente la época de rebajas. Hay quien utiliza estos descuentos sólo para adquirir productos necesarios a un precio más bajo y otras que prefieren llevarse a casa caprichos o artículos caros que no pueden o no quieren comprar durante la temporada.
Para no superar el límite de gasto, es preferible salir de compras sin la tarjeta de crédito
  • Una precaución algo evidente, pero que a menudo el consumidor no tiene en cuenta es comprobar, antes de salir de compras, las prendas que tiene en su armario. Algunas personas aún no han sacado toda la ropa de verano que guardaron cuando llegó el frío, por lo que pueden encontrarse, al volver a casa, con que han comprado una prenda barata, pero muy similar a otra que tenían.
  • Si el consumidor pretende gastar poco dinero y comprar sólo los productos imprescindibles, es aconsejable que antes de salir de casa haga una lista con los artículos que precisa. Puede consultar con su familia para saber qué necesitan su cónyuge o sus hijos y, de este modo, no adquirir productos que se usarán poco.
  • Cuando el comprador quiere gastar un dinero determinado y no superar esta cantidad, es mejor que salga sin la tarjeta de créditopara no sobrepasar en ningún caso el límite establecido. No obstante, ésta también es una alternativa arriesgada, puesto que si encuentra un auténtico chollo y no tiene la opción de comprarlo, puede llevarse un disgusto.
  • Siempre es recomendable un consumo racional, en lugar de comprar por comprar. Según un sondeo realizado por la Dirección General de Consumo de Madrid, dos de cada diez consumidores compran en las rebajas productos que nunca usarán. Es mejor no dejarse llevar por las prisas y comparar los artículos y los precios en varios establecimientos antes de adquirirlos.
  • Las rebajas son un buen momento para comprar productos que se utilizan durante cualquier época del año. Prendas como pantalones vaqueros, ropa interior, accesorios o complementos pueden adquirirse a muy buen precio y usarse también en invierno.
  • Salvo que el comprador quiera hacerse con artículos muy concretos y determinados que sean baratos pero le sirvan sólo para una temporada, es mejor que al comprar prescindan de colores demasiado llamativos, patrones extravagantes que sólo serán tendencia durante un año y al siguiente habrán pasado de moda.
  • Cuando empieza la temporada de descuentos, los compradores acuden de manera masiva a los establecimientos dispuestos a gastar dinero. Es cierto que adquieren productos mucho más baratos que si los hubieran comprado el día anterior, pero tras las primeras semanas de reducción de precio llegan las segundas rebajas. Puede que ésta sea una gran oportunidad para comprar de una manera mucho más sosegada y meditada productos con un descuento mayor, cuando el verano todavía no esté muy avanzado.
  • Al igual que sucede cuando se compra en temporada, es necesarioguardar los tiques para hacer un cambio, una devolución o reclamar un desperfecto. Los derechos son los mismos y los productos tienen la misma garantía cuando se adquieren durante las rebajas.
  • En el caso de que el cliente esté descontento con el trato recibido o sea consciente de que se vulnera alguna norma relacionada con las rebajas, debe ponerlo en conocimiento de los empleados de la tienda o hablar con el encargado. Si no está de acuerdo con la solución recibida, puede solicitar el libro de reclamaciones. Elarbitraje es otro de los métodos para solucionar conflictos entre los comerciantes y los consumidores. No obstante, cientos de inspectores velarán durante los próximos meses para que los establecimientos cumplan con la normativa.
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Comienza la aplicación de la Ley de Morosidad, que reduce los plazos de pago de empresas y administraciones públicas a proveedores

7 de julio de 2010
Las primeras tendrán un límite máximo de 60 días, mientras que en las segundas será de 30 días


Este miércoles entra en vigor la Ley de Morosidad, que fija unos plazos máximos de 60 días para los pagos de empresas a sus proveedores y de 30 días en el caso de las administraciones públicas, con un periodo de adaptación en ambos casos que se extenderá hasta 2013.
Publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), esta norma obliga al Gobierno a articular a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO) una línea de crédito directo dirigida a ayuntamientos con el fin de que puedan pagar sus deudas con empresas y autónomos. También elimina la posibilidad de que las empresas negocien plazos superiores de pago a los fijados por la ley.
El periodo transitorio para que las administraciones públicas reduzcan su límite de plazo se extiende hasta 2013, con una escala de 50 días para este año, 50 para 2011, 45 para 2012 y 30 días desde el 1 de enero de 2013. En el caso de las empresas privadas, y a excepción del sector de la alimentación y los productos perecederos, que quedarán obligados a pagar en 30 días en todos los casos, el período transitorio también se extiende hasta 2013, de forma que desde la entrada en vigor de la ley y a lo largo de 2011 el plazo será de 85 días, de 75 en 2012 y de 60 días ya a partir del siguiente año. No obstante, las constructoras de obra pública contarán con plazos distintos para rebajar el plazo máximo de pago de facturas a sus subcontratistas y proveedores, que actualmente supera los 100 días.
Esta normativa pretende equiparar los plazos de pago con los que se registran en otros países de Europa y aumentar así la competitividad de las empresas españolas, ya que en la actualidad la Administración tiene pendientes de pago con las empresas un total de 38.000 millones de euros, mientras que la deuda de las empresas con sus proveedores se sitúa en 60.000 millones de euros
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Fútbol y economía, comparaciones ejemplares


de Jose María García-Hoz 


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