Regla número 1: no compre nada que no entienda
La crisis destapa abusos en la comercialización de productos financieros - Mal aconsejado, el cliente aceptó riesgos incompatibles con su perfil inversor
"Tengan cuidado ahí fuera". El sargento Eterhaus terminaba así la arenga que dirigía a sus policías en la serie Canción triste de Hill Street. Los mercados financieros no son, ni mucho menos, tan peligrosos como las calles neoyorquinas, pero el consejo de Eterhaus quizás tampoco esté de más para los inversores.
La crisis ha destapado situaciones en las que los ahorradores se han visto atrapados en productos que no entendían, que daban por seguros y recuperables en dinero en un plazo breve. El banco se los ofreció, pero que no se ajustaban a lo que buscaban, sino más bien a lo que el banco quería venderles. Un problema de falta de cultura financiera: ni el inversor fue prudente ni el banco transparente. Arañar unas décimas más de rentabilidad ha costado muy caro a algunos.
Ahí están los casos de los productos estructurados atrapados en la quiebra de Lehman Brothers, los fondos de alto riesgo afectados por el timo de Bernard Madoff o la decisión del fondo inmobiliario del Santander de congelar los reembolsos dos años. Estos ejemplos son los más conocidos, pero hay otros como el fiasco de los fondos monetarios dinámicos (fondos de renta fija a muy corto plazo que se consideraban exentos de riesgo pero que tuvieron pérdidas debido a las hipotecas basura) o las minusvalías de las últimas salidas a Bolsa.
El ahorrador debe asumir el riesgo inherente a los productos financieros que adquiere. De hecho, el Fondo de Garantía de Inversiones sólo le protege frente a las posibles insolvencias de las entidades "pero no alcanza a las pérdidas de valor de la propia inversión", como ha recordado la CNMV a los afectados por Lehman y Madoff. Hasta ahí las reglas de juego están claras.
La duda surge con una cuestión menos tangible: ¿funciona correctamente el sistema de comercialización de productos financieros en España? Los expertos creen que fondos, depósitos o acciones no son buenos o malos por sí mismos, sino que falla la forma de comercializarlos al venderse en muchos casos sin diferenciar el perfil de cada cliente. A ello se une que en los últimos años se han diseñado productos cada vez más complejos y que la cultura financiera en España es inferior a la de otros países.
"El problema que tenemos en España es que los productos financieros se venden a través de campañas. La red bancaria funciona por objetivos, y cuando el objetivo es un determinado producto termina colocándose a quien no se debe", según Juan Ignacio Crespo, director de Thomson Reuters. Una opinión similar da Carlos Fernández, Protector del Inversor de la Bolsa de Madrid: "Al cliente le diría que no compre nada que no entienda y a la entidad que sea lo más clara posible al vender el producto".
María Antonia Sánchez y su marido vendieron un piso hace una década. La operación les proporcionó 240.000 euros y desde su banco, el Santander, les aconsejaron que invirtieran las plusvalías en su fondo inmobiliario. "Nos dijeron que era un producto sin riesgo y que invertía de forma conservadora". El consejo no les fue nada mal. Obtuvieron una rentabilidad media anual por encima del 6%. En octubre pasado quisieron retirar el 30% del capital porque este verano se casa su hijo. "La gente de la oficina nos convenció para que esperásemos un poco, que podíamos arañar algo más de rentabilidad. Para nuestra sorpresa, en diciembre se anunció una retasación extraordinaria del fondo, lo que provocó las peticiones de reembolso masivas que nos han dejado sin poder retirar nuestro dinero durante dos años. Ahora es cuando hemos visto toda la letra pequeña: sus altas comisiones y la cláusula que le faculta a congelar el dinero", se lamenta Sánchez.
Los expertos creen que los problemas de los fondos inmobiliarios son un buen ejemplo de las lagunas en la comercialización de los productos financieros. Los folletos que las gestoras han registrado en la CNMV hablan en la mayoría de los casos de que el riesgo es "bajo". Además, en casi ningún caso se establece un mínimo de inversión (como sí ocurre con los hedge funds donde la inversión mínima es de 50.000 euros), es decir, son productos al alcance del pequeño ahorrador. Sin embargo, estos fondos invierten en activos ilíquidos (pisos) que tardan tiempo en venderse, por lo que si hay peticiones masivas de retirada del dinero, las gestoras tienen dificultades para devolver el capital. Por eso la legislación ampara decisiones como la que ha tomado el fondo Banif Inmobiliario de congelar los reembolsos siempre que estos superen el 10% del patrimonio total.
"Debido a estas peculiaridades tiene poca explicación que este fondo haya tenido peticiones de reembolso superiores al 80%. Por su iliquidez, los inmobiliarios son productos de inversión a muy largo plazo. Esto quiere decir que o no se ha explicado bien el producto o no se ha querido entender o se ha vendido a un perfil erróneo de inversores", opina Víctor Alvargonzález, consejero delegado de Profim, firma especializada en el análisis y selección de fondos.
La sucesión de casos que han perjudicado a los inversores se han producido poco después de que la legislación española trasladase a su ordenamiento jurídico la normativa europea sobre instrumentos financieros, conocida como MiFID, cuyo objetivo es precisamente mejorar la protección de los pequeños inversores. Esta normativa, que no se aplica para los productos bancarios (depósitos, préstamos...), delimita qué entidades pueden ofrecer servicios de inversión y asesoramiento y obliga a éstas cumplir protocolos para asegurarse que cada inversor accede a los productos que mejor se adaptan a su perfil.
"Los escándalos de los últimos meses constatan el fracaso de la MiFID. Esta normativa se planteó como una garantía para los inversores, y al final se ha convertido en un instrumento que blinda a las entidades financieras", argumenta Fernando Herrero, secretario general de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae). "Ante este clima de desconfianza, lo que recomendamos es que no se firme ningún contrato que no se entienda y, si ya se han firmado, que se revisen los contratos", añade.
Bancos y cajas copan el negocio de la comercialización de productos financieros en España. El caso de la inversión colectiva es un buen ejemplo del peso de estas entidades en el negocio. Aunque la competencia de los depósitos y la caída de la Bolsa ha pasado factura a los fondos de inversión y a los planes de pensiones, estos productos siguen siendo una de las vías más utilizadas por las familias para canalizar sus ahorros. Al cierre del ejercicio 2008 suponen el 24,3% del ahorro financiero, según los datos de Inverco. Los fondos cuentan con más de siete millones de partícipes y cinco entidades -BBVA, Santander, La Caixa, Ahorro Corporación y Caja Madrid- suman una cuota de mercado del 58%.
La Fundación de Estudios Financieros (FEF) ha aprovechado la presentación de su informe sobre la inversión colectiva en España para denunciar ineficiencias que deben corregirse. "La adaptación del producto al perfil del inversor es tan importante o más que el producto en sí mismo. La crisis financiera ha dejado claro que la forma de hacer llegar el producto al cliente debe mejorares", según Juan Carlos Ureta presidente de Renta 4 y vicepresidente de la FEF. "Hay que impulsar acciones dirigidas a incrementar la formación de los inversores y de las redes de distribución, fomentando la evaluación del riesgo y la diversificación".
Desde la FEF también piden simplificar la oferta -"no tiene lógica que existan más de 6.000 instituciones de inversión colectiva, casi el 10% del total mundial, cuando el volumen de activos sólo representa sólo el 2%"-, y fomentar una mayor competencia en la comercialización de productos. "El 90% de los fondos se distribuye a través de redes bancarias. Es deseable que, junto a esas redes, se desarrolle la modalidad de distribución a través de entidades especializadas no bancarias, como las empresas de servicios de inversión", indica Ureta.
La crisis ha abierto el debate acerca del papel de los supervisores a la hora de proteger a los pequeños ahorradores. Tanto la CNMV (su presidente, Julio Segura, ha pedido al Gobierno más capacidad sancionadora) como el Banco de España se han centrado en informar a los inversores de sus derechos y en advertir de los riesgos que entrañan ciertos productos. En sus comentarios se deja entrever una crítica a un sistema de comercialización viciado.
La CNMV se muestra muy vigilante con las participaciones preferentes, un producto que se ha puesto muy de moda recientemente entre los bancos y cuyos destinatarios son principalmente pequeños ahorradores. BBVA colocó en diciembre 1.000 millones, Banco Sabadell ha emitido por valor de 500 millones y Banco Santander pretende compensar con este producto a los afectados por Lehman Brothers y Madoff.
El supervisor ha enviado una carta a las patronales de bancos y cajas para pedir la máxima transparencia con este tipo de emisiones. Los propietarios de preferentes tienen asegurada una remuneración predeterminada (fija o variable), pero que está condicionada a la obtención de beneficios por parte de la sociedad que las emite. Además, estas participaciones son de carácter perpetuo, salvo que la entidad acuerde su amortización una vez transcurridos cinco años. La CNMV entiende que estos productos "requieren una especial vigilancia".
"Las participaciones preferentes son una simple obligación de carácter perpetuo y están un escalón por debajo de la deuda senior y subordinada. Es decir, se vende una cosa que tiene preferencia cuando no la tiene. Muchas veces carecen de liquidez o tienen un tipo fijo", advierte el protector del inversor de la Bolsa de Madrid.
Por su parte, el Banco de España se ha mostrado crítico con los depósitos estructurados, cuyo atractivo quedó en entredicho con la bancarrota de Lehman Brothers. "Son productos cuya configuración alcanza un cierto grado de complejidad (...) poco adecuados para ser ofrecidos al público de forma general e indiscriminada, sin el soporte informático necesario, y a través de la red comercial de oficinas", señala el supervisor en uno de sus últimos Informes sobre Reclamaciones. En su crítica, el Banco de España también da una pista a los inversores que se consideren perjudicados: una sentencia dictada por el Juzgado de Palma de Mallorca el 15 de noviembre de 2004, en la que se condenaba a una entidad financiera a indemnizar por daños y perjuicios a un cliente al considerar que le asesoró erróneamente al no haber tenido en cuenta su perfil inversor y al haberle proporcionado información sesgada.
En la Bolsa, los últimos estrenos han sido poco atractivos. Las colocaciones han tenido la mala suerte de coincidir con un mercado bajista. Sin embargo, los expertos también creen que los precios que se fijan en las ofertas públicas de venta (OPV) son muy altos. "Se suele decir que cuando se saca una empresa al parqué el limón ya viene exprimido", reconoce Carlos Fernández. En las últimas 10 OPV se vendieron acciones a 900.000 pequeños ahorradores. Todos pierden dinero.
Conozca qué derechos tiene
- La normativa sobre mercados financieros (MiFID) establece que sólo pueden ofrecer servicios de asesoramiento de inversiones aquellas entidades que tengan la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
- La MiFID obliga a las entidades a pedir a sus clientes información para conocerles lo mejor posible. Sólo podrán ofrecerle los productos que consideren más adecuados para usted. Para ello les tienen que hacer un test de conveniencia. La normativa también les obliga a facilitarle la mejor información antes, durante y después de realizar la inversión.
- La entidad debe informarle sobre los mecanismos de protección que tenga a su disposición. En todo caso, este servicio
debe formalizarse en un contrato que regule los derechos y obligaciones de ambas partes.
- En caso de que usted no pueda recuperar el efectivo o los instrumentos financieros que hubiera confiado a su entidad financiera por insolvencia de ésta, podrá solicitar la compensación del fondo de garantía al que se encuentre adherida.
- Los fondos de garantía cubren, hasta cierto límite, el dinero y las inversiones que tengan en una de las entidades adheridas a dichos fondos, en el caso de que sea declarada en concurso de acreedores. Existen dos fondos de garantías, el de depósitos, que cubre a las entidades de crédito, y el de inversiones, que cubre a los clientes de empresas de servicios de inversión.
- Si tiene alguna queja por mal funcionamiento, demora o falta de atención, o si se sintiese perjudicado por la actuación de su entidad, puede reclamar. El primer paso es presentar una reclamación ante el servicio de atención al cliente de la entidad. Si no recibe una respuesta en el plazo de dos meses, o si ésta no es convincente, puede presentar una queja
ante la Oficina de Atención al Inversor de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.