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Los bancos venden preferentes en sus oficinas un 70% más caras de lo que valen en mercado

Los bancos venden preferentes en sus oficinas un 70% más caras de lo que valen en mercado


@Eduardo Segovia - 02/03/2009 06:00h

Si usted entra en una oficina bancaria cualquier día de estos, raro es que le den una hipoteca (salvo para las casas que ha adquirido la entidad para frenar la morosidad) y más aún un crédito empresarial (a no ser que usted acepte un 14% de interés y aportar todo tipo de garantías). Pero lo que seguro que le van a ofrecer es comprar unas estupendas participaciones preferentes (o bonos subordinados) de la entidad. La oferta a primera vista es muy atractiva: se trata de instrumentos de deuda totalmente seguros que pagan un interés muy superior al Euribor -que acabó febrero en el 2,03%-, puesto que rentan entre el 5% y el 6% anual.


Sin embargo, estos cupones son ridículos comparados con los que piden los grandes inversores por estos títulos, por encima del 15% en muchos casos. Lo cual supone que el valor real de las preferentes que están colocando numerosas entidades en su red -y más que piensan hacerlo- puede ser hasta un 70% inferior al que tienen que pagar los clientes particulares por estos productos. Dicho de otra forma: si un cliente quiere vender ahora las preferentes que le han colocado en su oficina, perderá de golpe el 70% de su dinero.

Lo que se olvidan de mencionar en las sucursales son tres pequeños detalles que restan bastante atractivo a esta inversión y explican que los inversores institucionales exijan unos intereses tan elevados para comprar las preferentes. El primero es que estos bonos no sólo pagan intereses si la entidad tiene beneficios, porque no son exactamente deuda, sino los famosos híbridos de deuda y capital. Luego si su banco o caja no gana dinero en 2009 -cosa que sucederá en un buen número de entidades-, usted no recibirá esa rentabilidad.

El segundo detalle es que se trata de deuda perpetua, es decir, que el cliente no podrá rescatar fácilmente. Normalmente, el banco o caja tiene la opción de rescatar esa deuda a los cinco o 10 años, pero no tiene obligación de hacerlo; históricamente había un compromiso implícito de que se iba a ejercer esa opción, pero Deutsche Bank rompió la baraja al no rescatar una emisión en diciembre, y posteriormente le han imitado otras entidades como 
el Sabadell. De hecho, ahora el mercado toma como hipótesis más probable que no se va a rescatar ninguna de estas emisiones.

Bonos que cotizan al 25% de su valor

Finalmente, el tercer elemento es el más importante de todos y se deriva directamente del segundo: si una cosa que cotizaba en mercado como un bono a cinco o 10 años se considera de golpe un bono perpetuo que nunca vence, es lógico que su valor se hunda, como así ha ocurrido con todos estos instrumentos. Como es sabido, cuando el precio de un bono cae, su rentabilidad sube, puesto que se mueven de forma inversa. Y como el desplome ha sido de tal calibre, las rentabilidades se han disparado a niveles superiores al 15% en muchos casos.

Pongamos algunos ejemplos concretos. 
BBVA colocó en diciembre 1.000 millones de euros en preferentes entre los clientes de su red con un cupón inicial del 6,5%; pues bien, una emisión similar con vencimiento teórico en 2016 tiene una rentabilidad actual en mercado del 14,41%, puesto que cotiza al 32,12% de su valor inicial, según datos de Bloomberg. Otro ejemplo: Popular está colocando en la actualidad hasta 600 millones en preferentes al 6,75% los primeros años, mientras que activos similares de la entidad con vencimiento en 2017 pagan un 18,67% en mercado, puesto que su precio se ha desplomado hasta el 24,73% del valor inicial.

No son los únicos casos. Sabadell colocó 500 millones en preferentes a principios de febrero y La Caixa emitió 2.500 millones en deuda subordinada en enero. Y no hay que olvidar las preferentes que va a emitir el Santander para compensar a los clientes pillados en la estafa de Madoff, cuya rentabilidad es del 2% y cuyo valor presente es muy inferior al nominal según el propio banco: de 500 millones frente a 1.380.

La cosa es más grave todavía si tenemos en cuenta que las preferentes que se han hundido en mercado tienen una cláusula llamada 
step-up, que es una especie de penalización: si la entidad no rescata los bonos en el plazo en que se suponía que iba a hacerlo, tiene que subir el interés que paga a los inversores (con penalización y todo, en estos momentos les sale mejor no rescatar los que están venciendo ahora, de ahí que no lo hagan). Es decir, si las emisiones que han comprado los particulares españoles no son rescatadas, seguirán cobrando lo mismo al día siguiente. Y peor aún: estas emisiones no son acumulativas, es decir, si un año no pagan intereses porque la entidad no gana dinero, ese pago no se acumula para el siguiente como suele ser habitual en estos instrumentos.

Un nuevo escándalo de la banca española

"Es un verdadero escándalo, los bancos y cajas están colocando a las viejecitas unos productos que en realidad valen hasta un 75% menos del precio que están pagando... ¿Dónde está la CNMV?", se queja un experto en este mercado. Otro añade que "esta situación es la que explica que los bancos se hayan lanzado a colocar estos instrumentos entre los particulares, porque ahora mismo tendrían que pagar un coste estratosférico para colocarlos en los mercados mayoristas. Ya se sabe que el particular se lo traga todo".

Esta situación enlaza directamente con los escándalos que hemos vivido en los últimos meses -Lehman, Madoff y fondos inmobiliarios-, puesto que todos ellos tienen detrás unas prácticas comerciales bastante cuestionables, independientemente de que se trata de casos muy diferentes entre sí y de que las responsabilidades no tienen nada que ver en cada uno. Las emisiones de preferentes actuales indican que la banca española mantiene el modelo de colocar en la red lo que le conviene a la entidad y no al cliente, y amenazan con provocar en el futuro un escándalo como los tres citados.

Como explicó en su día El Confidencial, las preferentes y subordinadas son híbridos, es decir, instrumentos de deuda (bonos) pero que computan como parte del capital de los bancos. Se trata de algo contradictorio a priori, puesto que los fondos propios se componen tradicionalmente sólo de acciones, reservas y beneficios no distribuidos. Sin embargo, desde hace años el Banco de España admite los híbridos para que las entidades españolas no estén en desventaja frente a las de otros países donde son muy populares, a pesar de que tienen fecha de reembolso (si bien ésta es teórica, como hemos dicho), no son aportados por los accionistas sino por los acreedores y cobran un cupón anual independientemente de si el banco tiene beneficios o pérdidas (aunque eso tampoco se cumple en las preferentes colocadas en la red).