(Continuamos la serie en la que cada jueves resumimos y glosamos el estudio de FEDEA-McKinsey de Diciembre del 2010, y que comenzamos hace tres jueves. En este estudio trabajamos, por FEDEA, Michele Boldrin, Nacho Conde, Pablo Vázquez, y yo, y por McKinsey Alejandro Beltrán, Nicolás Borges, João Castello-Branco, Francisco Gracia, y Enrique García).
El turismo es un sector estratégico para la economía española, representa un 7-8 % del PIB y un 6 % del total de empleos, se trata de 2 o 3 veces el peso que tienen en otras economías modernas.
Sin embargo, en los últimos años las cifras de nuestro sector turístico están arrojando datos preocupantes. A pesar de haber aumentado el número de turistas totales, nuestra cuota sobre el número total de turistas internacionales ha caído 1,5 puntos porcentuales, de un 7,4 a un 5,9 % desde el 2003 al 2009 (Figura 24).
Esta preocupante pérdida de presencia internacional se ve agravada por la disminución del gasto real de los turistas, que en el período 1995 – 2005 cayó más de un 35 %. Los datos relativos a la productividad del sector son también preocupantes ya que durante el mismo período disminuyó un 15 %.
Una importante parte del crecimiento del Turismo mundial se originará en zonas en las que España no es un destino preferencial, con el consiguiente riesgo de pérdida de cuota. Si bien es difícil aspirar a las cuotas de turistas que tenemos en nuestros países vecinos, comparando con otros países europeos encontramos que por cada turista del este asiático que viaja a España, 15 lo hacen a Francia y 8 a Alemania (Figura 28).
Existe, por lo tanto, un gran potencial de desarrollo en esos territorios que España debe tratar de capturar.
España debe adaptarse a las nuevas necesidades de la demanda de turismo y obviamente son las empresas las que deben acometer nuevas propuesta de valor en particular mediante la consolidación de este sector, tremendamente fragmentado.
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