Desde 2005 hasta este 2010 los Presupuestos Generales del Estado han errado en sus estimaciones. El Plan B por si los Presupuestos de 2011 tampoco se cumplen, que pide el Gobernador del Banco de España, mas que prudente, resulta necesario.
Como dice un buen amigo, presupuestar es presuponer. Pues bien: desde 2005, el del primer Presupuesto General elaborado por la Administración Zapatero, hasta el 2010, las presunciones mas importantes del los Presupuestos Generales del Estado fueron equivocadas. Solo acertaron, aunque no exactamente, en los gastos, pero los gastos no son una presunción, sino un compromiso porque el nivel de gasto depende de decisión propia.
Los errores han estado en la estimación de crecimiento económico general y en la estimación de recaudación tributaria. Son dos cifras estrechamente vinculadas, porque de forma cuasi directa el crecimiento del PIB empuja hacia arriba la recaudación tributaria, y viceversa: cuando el PIB no tira, la recaudación se viene abajo.
Respecto del PIB, las previsiones de los Presupuestos para 2005 se quedaron abajo en un 10 por ciento (estimación del 3 y crecimiento real del 3,3). Para 2006 y 2007 las estimaciones fueron desbordadas en mayor proporción por la realidad (respectivamente: 3,4 frente a 3,9; y 3,2 frente a 3,8). Eran los buenos viejos tiempos, cuando la burbuja crediticia-inmobiliaria crecía sin que nadie tuviera mayor interés en pararla.
Pese a lo que dijeron Zapatero y Solbes en la campaña electoral, en 2008 estalló la crisis. Para aquel año funesto se programó, justo antes de las elecciones, un crecimiento del 3,3 por ciento cuando a fin de año no se alcanzó ni la mitad: 1,6. Con todo, el año del gran batacazo fué 2009: el Gobierno pronosticó un crecimiento del PIB en un 1 por ciento, cuando la caída fué del -3,6.
La recaudación fiscal se movió al ritmo del PIB: cuatro primeros años excedentaria sobre previsiones, seguidos de dos años catastróficos. En 2005 el contribuyente nacional pagóo por todos los conceptos un 8 por ciento más de los presupuestado, en 2006 la factura fiscal superó las previsiones en un 10 por ciento, en 2007 en un 8… Y llegaron las vacas flacas: 2008 se cerró con una recaudación de sólo del 79 por ciento de lo programado y en 2009 desastre total: la recaudación no llegó el 70 por ciento.
La batalla presupuestaria de 2010 está lejos de terminarse, pero hasta agosto, las últimas cifras que se conocen la perspectiva no es tan mala como en 2009, porque a mitad de mayo y por imposición de la UE, el famoso decretazo que rebajó el sueldo de los funcionarios, los gastos asistenciales y subió el IVA han impulsado los ingresos hacia arriba, de forma que en los ocho primeros meses se ha recaudado el 60 por ciento de lo previsto para el conjunto del año. En el caso concreto del IVA la recaudación enero-agosto supone ya el 74 por ciento de lo previsto. La estimación gubernamental señala que se desbordarán las previsiones de ingresos en un 40 por ciento.
¿2011? Pues el Gobierno sigue en modo optimista: la economía crecerá un 1,3 y los ingresos también: un 5,7 por ciento. Ninguno de los pronosticadores públicos y privados es tan optimista como el Gobierno en sus estimaciones de crecimiento. El Banco de España tampoco y por eso su Gobernador reclama un Plan B.
No es un problema de honrilla pronosticadora: si el Gobierno vuelve a fallar en su estimación, en 2011 puede ocurrir lo que ya sucedió el en 2010: a mitad de año subirán los impuestos.