“Nunca seré propietario de nada, ni siquiera de un coche”. Así se lamenta un toledano en The New York Times. El diario norteamericano relata las penurias de algunos españoles golpeados por el estallido de la burbuja inmobiliaria y el sistema hipotecario de nuestro país, que condena a los ciudadanos casi de por vida.
Mientras que en EEUU el embargo de una casa pone punto y final al asunto, para los españoles sólo es el principio de un gran problema.
The New York Times cuenta la historia de Manolo Marbán, de 59 años, propietario de una casa en Toledo. También, con el boom, compró un pequeño local para abrir una tienda de animales. Pues bien, el banco se quedó con ambas propiedades a finales de abril y ahora espera noticias del juzgado.
El diario asegura que el embargo no es el final, sino el principio de todos sus problemas. Marbán, con lágrimas en los ojos y tras vender hasta el brazalete de oro de su mujer, reconoce que debe al banco 140.000 dólares. Usó su casa como aval para comprar la tienda.
Para el diario norteamericano, la historia de Marbán sería distinta en EEUU, pese a que reconoce que en ambos países ha habido excesos inmobiliarios y de los bancos. Mientras que en la patria de Obama sólo habría que devolver las llaves al banco, en España hay que sumar los intereses, la devaluación de las viviendas, las idas y venidas a los juzgados… una montaña de deudas de las que el cliente no se libra ni declarándose en bancarrota.
Este sistema ha lastrado la economía de muchas familias y, de momento, José Luis Rodríguez Zapatero no tiene intención de cambiarlo, asegura el rotativo. Dice que otros países de la Unión Europea tienen una normativa más favorable. “Nunca te puedes librar de tus deudas”, dice el responsable de una plataforma para ayudar a este tipo de embargados.
“Es cierto que muchos españoles tienen muchas deudas. Pero no hemos visto los problemas de Estados Unidos porque las garantías aquí son mucho mayores”, asegura Marcos Vaquer, que hasta hace unas semanas era secretario en el Ministerio de Vivienda.
Deudas, deudas y más deudas
Los inmigrantes tampoco han tenido más suerte en nuestro país. Según cuenta The New York Times, el ecuatoriano Jaime Abelardo llegó en 1999 a España con un trabajo en unos almacenes. Años después, trajo a su familia a Barcelona y se convirtió en propietario de un pequeño apartamento. Hace dos años pasó a engrosar las listas del paro y dejó de pagar la hipoteca, algo por lo que todavía se culpa. Así, Abelardo debe al banco más de 260.000 euros, de los que 77.000 euros son gastos judiciales. Con el pinchazo sólo pudo vender su piso por 220.000 euros. Su mujer le ha dejado, se le acaban las prestaciones de desempleo y no tiene dinero para regresar a Ecuador.
Cerca de 1,4 millones de españoles se pueden ver en la piel de Marbán o Abelardo. La morosidad hipotecaria crece como la espuma y la legislación española “favorece a los bancos”. Pese a ello, The New York Times asegura que el sector financiero también sufre por los impagos.
Muchos están viendo cómo las casas embargadas no encuentran dueño en el mercado. Así, ven como pierden su valor. Mientras, el señor Marbán está feliz porque “cuando perdí la casa, pude empezar a dormir. Ahora lloro a veces, pero por lo menos duermo”.