NOTA DE VREDONDOF : Pues nada ... nada .. que nadie quiere que España suspenda pagos ....
lo dicho , que esto esta para :
"¡¡O ROMPE O RACHA!!" , solo hay estas dos opciones y "NO HAY MAS CERA QUE LA QUE ARDE."
España no es Grecia, España no es Irlanda, España no suspenderá pagos… Es el mantra al que se acude cuando el virus de los nervios se activa en los mercados financieros. Es verdad comprobable que España nada tiene que ver con esos países, pero tal antecedente no permite deducir que ya esté en territorio seguro…
España no es Grecia ni Portugal, pero tampoco es Alemania o Francia.
Nadie de dentro o de fuera de la piel de toro quiere que España suspenda pagos.Y menos que nadie los acreedores a los que el sector público nacional ya debe 600 mil millones y el sector privado dos o tres veces más. Nada nuevo: cuando el deudor se arruina, el primer perjudicado es el acreedor.
España vive de prestado, es decir del dinero que le prestan: si este año no consiguiera que los mercados le prestaran 40 mil millones de euros frescos, la economía sufriría un frenazo casi tan brusco y profundo como el de Grecia o Portugal pero sus acreedores, mayoritariamente bancos franceses y alemanes, con el Banco Central Europeo en tercer puesto, sufrirían un notable estacazo.
Desde luego que ningún español, ni extranjerol bien nacido quiere que España suspenda pagos. Pero no se hace nada para evitar esa situación ¿nada?. Desde luego que el Gobierno, no.
La primavera pasada, a nuestro señor Presidente Rodríguez Zapatero le calentaron las orejas en Berlín y le faltó tiempo para rebajar el sueldo de los funcionarios, congelar las pensiones y aprobar una reformita laboral. Esas medidas, junto con la subida del IVA previamente decidida, sirven para que las cuentas no empeoren este año, para decir en Bruselas que ya se están haciendo los deberes, pero poco más. Las cuestiones de fondo siguen ahí.
Primero: las Cajas de Ahorro. Sigue en lista de espera la reforma de unas cajas que deben jugar varias partidas simultáneas: el inexorable aumento de los impagados (no solo inmobiliario), el vencimiento de los préstamos exteriores –quien lo diría: Caja de Madrid solo consigue dinero a buen precio con el aval del Estado– y la necesaria reducción de tamaño, concretada en cierre de sucursales y reduccion de personal. ¿Qué se fué de aquella ley tan rápidamente aprobada? Pues como casi siempre en estos lares: se aprueba, pero no se practica.
Segundo: la reforma del sistema de pensiones. Cualquiera sabe ya que en un plazo no superior a diez años, la Seguridad Social estará no solo en déficit técnico (sus gastos en pensiones serán muy superiores a sus ingresos por cotizaciones), sino que el Estado no tendrá cartera suficiente para poner lo que falte. Si alguien sabe algo del punto en el que se encuentra la reforma, con o sin Pacto de Toledo, que por favor lo diga. Los pedidos de auxilio del Secretario de Estado de la Seguridad Social son cada vez más estentóreos, pero solo le responde el eco.
Tercero: el ladrillo. Los activos inmobiliarios que hace tres años valían, es solo un ejemplo aproximado, 800 mil millones de euros, ahora valen 500 mil. ¿Quién se comerá la pérdida? ¿Los particulares que se han hipotecado? ¿Los bancos que han prestado? ¿El Estado del que siempre se echa mano? Hasta que esa pregunta no tenga respuesta, hasta que no se haya llenado el boquete de 300 mil millones (una tercera parte del PIB), la economía no saldrá de su paralís. Pero cada respuesta plantea nuevos problemas: si pagan los particulares, se acabó el consumo interior y, por tanto, cualquier posibilidad de crecimiento económico que modere el paro; si pagan los bancos, su consiguiente insolvencia arrastraría al conjunto de la economía; si pasamos el muerto al Estado, más déficit público, más necesidad de financiación exterior…
Cuarto: la energía. En general, la gestión de los sucesivos gobiernos de Rodríguez Zapatero ha combinado sectarismo dogmático e incompetencia técnica, con unas golpe de frivolidad. El caso del Ministerio de Industria y la política energética, es el paradgima de ese cóctel mortal. El Estado ya lleva una deuda acumulada con las empresas eléctricas de casi 20 mil millones de euros; en dieciocho meses ha cambiado tres veces de régimen de subvención a las energías renovables, pero estas ya han dejado sin trabajo a las recien estrenadas centrales que queman gas; se ha negado a alargar la vida de las centrales nucleares pero continúa porfiando en Bruselas para que autorice a España a subvencionar la quema de carbón nacional… En este escenario, el último pronóstico del Presidente del Gobierno parece un chiste: la energía verde creará un millón de puestos de trabajo en diez años; como la formuló en Corea pero solo ante empresarios nacionales, nadie se atrevió a reir la humorada.
Bastaría uno sólo de estos problemas para recelar del futuro económico nacional: la combinación de los cuatro resulta del todo explosiva. Las suspensiones de pagos no se fraguan de la noche a la mañana, y menos las de un Estado, pero si no se hace nada o se hace mal, el camino hacia la insolvencia acaba por resultar corto. Ahí estamos.