Hace unos días estuve en una charla en la que se hablaba de cómo se debe manejar en estos tiempos nuestra relación con las personas que queremos que nos compren. Se recalcaba ahí la importancia de seguir enfocándonos hacia el cliente, de pensar en él, de cuidarlo.
Se habló de empresas que están teniendo éxito porque, aún en los tiempos que corren (o precisamente por ellos) piensan continuamente en cómo cuidar a sus clientes, cómo dar un valor añadido escuchándoles,”mimándoles” y haciendo que se sientan especiales, únicos.
Hoy, hablando con mi mujer, ha salido en la conversación lo importante que es cuidar ese aspecto y que, sin embargo, son muchas las empresas que se olvidan de ello “porque estamos en crisis”.
Y es que es verdad, muchas de las empresas que se llenaban la boca con el cuidado de “su gente”, con el CRM, la excelencia, el trato diferenciado, etc. han olvidado sus palabras cuando las cosas se han puesto difíciles.
Todos conocemos casos de empresas en las que ya no te tratan tan bien, que antes te “asesoraban” en tu compra y ahora te “colocan” productos, empresas que han ido reduciendo radicalmente sus servicios o la calidad del mismo, otras que han cambiado de “pensar en ti” a casi “exigir de ti”, etc.
No estoy diciendo que gastemos cantidades mareantes de dinero para agasajar a nuestros clientes (o posibles clientes) ni que nos olvidemos de que una empresa debe ser rentable y cuidar los gastos que realiza.
Pero no podemos olvidarnos de que el cliente es quien hace que entre dinero y que hay muchas otras empresas que quieren ser las elegidas.
Es precisamente ahora cuando más tenemos que saber diferenciarnos aportando algo distinto, es ahora cuando más hay que cuidar la relación entre nuestro producto (o servicio) y lo que invertimos en que esté bien y sea de calidad.
Estamos en una situación en la que se vende y se compra menos. Es un hecho. Estamos además en una situación en la que la oferta es grandísima, hay mil opciones y mil empresas que nos ofrecen cosas que hace unos años ni habríamos soñado. Pero es que, encima los clientes están informados. Conocen lo que hay ahí fuera, y no se conforman con “lo normal”. Hablan, buscan, comparan ¡¡¡y tienen todo el derecho de hacerlo!!!
No podemos dejarnos cegar por el espejismo del presente y nos olvidamos de que, si queremos seguir vivos en el mercado de mañana, tenemos que hacer algo más que controlar costes.
No podemos dejar de estar orientados hacia el cliente. Tenemos que conocerle, tenemos que cuidarle. Tenemos que dar un servicio o producto de calidad, que responda e incluso supere sus expectativas y tenemos que sorprenderles.
Si nos olvidamos de lo importante que es el cliente para nuestra empresa, si le tratamos como uno más al que estamos haciendo un favor, si no le facilitamos las cosas o si no lo cuidamos para que siga requiriendo de nosotros, estamos perdidos. Y esto no es nada nuevo. Todos lo sabemos… Pero ¿cuántos se quedan en la teoría y luego se olvidan a la hora de aplicarlo?
Si no cuidamos a nuestro cliente, otro lo hará, tenlo por seguro.
Así pues, optimiza tus recursos, recorta lo innecesario, organízate para poder sobrevivir en estos tiempos difíciles… Pero no te quedes ahí.
Piensa que mañana también tienes que ser el elegido.
¿Cómo los vas a cuidar? ¿Qué les vas a ofrecer? ¿Cómo vas a dar ese valor añadido que les decante hacia ti? ¿Qué cosas vas a hacer para mejorar tu servicio? ¿Con qué les vas a sorprender a la gente que te contrata o te puede contratar?
Ahora más que nunca, cuida a tus clientes.
Hazles sentir especiales.
Sorpréndelos.
Se habló de empresas que están teniendo éxito porque, aún en los tiempos que corren (o precisamente por ellos) piensan continuamente en cómo cuidar a sus clientes, cómo dar un valor añadido escuchándoles,”mimándoles” y haciendo que se sientan especiales, únicos.
Hoy, hablando con mi mujer, ha salido en la conversación lo importante que es cuidar ese aspecto y que, sin embargo, son muchas las empresas que se olvidan de ello “porque estamos en crisis”.
Y es que es verdad, muchas de las empresas que se llenaban la boca con el cuidado de “su gente”, con el CRM, la excelencia, el trato diferenciado, etc. han olvidado sus palabras cuando las cosas se han puesto difíciles.
Todos conocemos casos de empresas en las que ya no te tratan tan bien, que antes te “asesoraban” en tu compra y ahora te “colocan” productos, empresas que han ido reduciendo radicalmente sus servicios o la calidad del mismo, otras que han cambiado de “pensar en ti” a casi “exigir de ti”, etc.
No estoy diciendo que gastemos cantidades mareantes de dinero para agasajar a nuestros clientes (o posibles clientes) ni que nos olvidemos de que una empresa debe ser rentable y cuidar los gastos que realiza.
Pero no podemos olvidarnos de que el cliente es quien hace que entre dinero y que hay muchas otras empresas que quieren ser las elegidas.
Es precisamente ahora cuando más tenemos que saber diferenciarnos aportando algo distinto, es ahora cuando más hay que cuidar la relación entre nuestro producto (o servicio) y lo que invertimos en que esté bien y sea de calidad.
Estamos en una situación en la que se vende y se compra menos. Es un hecho. Estamos además en una situación en la que la oferta es grandísima, hay mil opciones y mil empresas que nos ofrecen cosas que hace unos años ni habríamos soñado. Pero es que, encima los clientes están informados. Conocen lo que hay ahí fuera, y no se conforman con “lo normal”. Hablan, buscan, comparan ¡¡¡y tienen todo el derecho de hacerlo!!!
No podemos dejarnos cegar por el espejismo del presente y nos olvidamos de que, si queremos seguir vivos en el mercado de mañana, tenemos que hacer algo más que controlar costes.
No podemos dejar de estar orientados hacia el cliente. Tenemos que conocerle, tenemos que cuidarle. Tenemos que dar un servicio o producto de calidad, que responda e incluso supere sus expectativas y tenemos que sorprenderles.
Si nos olvidamos de lo importante que es el cliente para nuestra empresa, si le tratamos como uno más al que estamos haciendo un favor, si no le facilitamos las cosas o si no lo cuidamos para que siga requiriendo de nosotros, estamos perdidos. Y esto no es nada nuevo. Todos lo sabemos… Pero ¿cuántos se quedan en la teoría y luego se olvidan a la hora de aplicarlo?
Si no cuidamos a nuestro cliente, otro lo hará, tenlo por seguro.
Así pues, optimiza tus recursos, recorta lo innecesario, organízate para poder sobrevivir en estos tiempos difíciles… Pero no te quedes ahí.
Piensa que mañana también tienes que ser el elegido.
¿Cómo los vas a cuidar? ¿Qué les vas a ofrecer? ¿Cómo vas a dar ese valor añadido que les decante hacia ti? ¿Qué cosas vas a hacer para mejorar tu servicio? ¿Con qué les vas a sorprender a la gente que te contrata o te puede contratar?
Ahora más que nunca, cuida a tus clientes.
Hazles sentir especiales.
Sorpréndelos.