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Los señores feudales cuando perdían guerras, mataban a sus banqueros para evitarse devolver las deudas. Ahora se descalifica política y civilmente a los mercados cuando no se consigue que aplacen los vencimientos. Los tiempos adelantan que es una barbaridad, pero las cosas del dinero siguen igual.
Históricamente los banqueros judíos han tenido muy mala fama, que en ocasiones les llevó a ser perseguidos por reyes y señores feudales. La razón de este mala fama, y de sus peores consecuencias, está ya muy estudiada y no hace falta un cerebro privilegiados para entenderla. No era raro los reyes y señores feudales acydieran a los banqueros judíos para que les financiaran sus las aventuras militares. Eran operaciones de riesgo financiero aceptable: si el caudillo correspondiente resultaba vencedor, una parte del botín de la victoria se aplicaría a devolver el dinero prestado, o cuando menos sus intereses.
Pero las guerras, como las elecciones, no siempre ofrecen los resultados previstos. Y si, contra todo pronóstico, se producía la derrota militar, a los banqueros les resultaba más complicado recuperar el dinero prestado. Y en no pocas ocasiones el gerifalte de turno ponía al prestamista en una situación difícil: condonar todo o parte de los prestado, o ser procesado por falta de patriotismo, por herejía religiosa, por conspiración… Los banqueros, judíos o de cualquier otra etnia, solo buscaban ganarse la vida prestando dinero y cobrando un interés por ello, pero…
Esa situación se vive en el presente, aunque con el protagonista cambiado: ahora el malvado no es el banquero judío, sino los mercados despóticos y antidemocráticos que con sus exigencias están poniendo trabas al normal desenvolvimiento de la democracia y de la política.
¡No debemos someternos a la dictadura de los mercados!, gritan muchos políticos e intelectuales al ver como los gobiernos europeos proceden a medidas de recorte, porque llevan años financiando sus caprichos e incompetencias con el dinero que le prestaron los mercados.
Desde luego que ninguna dictadura es buena -.-que se lo pregunte a cubanos y venezolanos– pero lo único que quieren los denostados mercados es que se les devuelva el dinero que prestaron.
Antes los descalificaban como usureros y ahora como especuladores. Antes podían encarcelarlos y ahora decretar su muerte civil. Cualquier sistema es bueno si se trata de no pagar.
Históricamente los banqueros judíos han tenido muy mala fama, que en ocasiones les llevó a ser perseguidos por reyes y señores feudales. La razón de este mala fama, y de sus peores consecuencias, está ya muy estudiada y no hace falta un cerebro privilegiados para entenderla. No era raro los reyes y señores feudales acydieran a los banqueros judíos para que les financiaran sus las aventuras militares. Eran operaciones de riesgo financiero aceptable: si el caudillo correspondiente resultaba vencedor, una parte del botín de la victoria se aplicaría a devolver el dinero prestado, o cuando menos sus intereses.
Pero las guerras, como las elecciones, no siempre ofrecen los resultados previstos. Y si, contra todo pronóstico, se producía la derrota militar, a los banqueros les resultaba más complicado recuperar el dinero prestado. Y en no pocas ocasiones el gerifalte de turno ponía al prestamista en una situación difícil: condonar todo o parte de los prestado, o ser procesado por falta de patriotismo, por herejía religiosa, por conspiración… Los banqueros, judíos o de cualquier otra etnia, solo buscaban ganarse la vida prestando dinero y cobrando un interés por ello, pero…
Esa situación se vive en el presente, aunque con el protagonista cambiado: ahora el malvado no es el banquero judío, sino los mercados despóticos y antidemocráticos que con sus exigencias están poniendo trabas al normal desenvolvimiento de la democracia y de la política.
¡No debemos someternos a la dictadura de los mercados!, gritan muchos políticos e intelectuales al ver como los gobiernos europeos proceden a medidas de recorte, porque llevan años financiando sus caprichos e incompetencias con el dinero que le prestaron los mercados.
Desde luego que ninguna dictadura es buena -.-que se lo pregunte a cubanos y venezolanos– pero lo único que quieren los denostados mercados es que se les devuelva el dinero que prestaron.
Antes los descalificaban como usureros y ahora como especuladores. Antes podían encarcelarlos y ahora decretar su muerte civil. Cualquier sistema es bueno si se trata de no pagar.
