A pesar del progreso científico, todavía no se ha encontrado un ser humano que no se cabree cuando paga más impuestos. Los españoles –de suyo propensos al cabreo y a las malas pulgas– esta vez tienen razones bien fundadas: entre enero y agosto de este año la factura fiscal de las personas– en concepto de IRPF e IVA, sin contar sociedades– subió un 15,5 por ciento respecto del año pasado…Para que luego los políticos se escandalicen cuando las eléctricas piden subir la factura de la luz un 5 por ciento.
Como se sabe, el principal responsable de esta importante subida de impuestos es el IVA, cuya recaudación total ha aumentado nada menos que un ¡66,2 por ciento!. Frente a ese ritmo, el aumento de la recaudación por IRPF, 5,7 por ciento, resulta hasta modesto.
A pesar del cabreo nacional, no se debe ignorar que el aumento de los impuestos y una ligera disminución del gasto público (siempre menor: -4,6 por ciento), ha provocado un drástico recorte en el déficit público: del 5,93 por ciento del PIB registrado en agosto de 2009 se ha bajado al 3,51.
Las cifras dejan a los españoles cabreados y a los mercados financieros contentos: España reduce su impresionante déficit público y aleja la posibilidad de suspender pagos. El problema, sin embargo es que al retirar, via IRPF e IVA, casi 20.500 millones de las carteras de los consumidores estos gastan menos, con lo que la economía no crece, el paro no disminuye y la única manera de rebajar más el déficit será subir nuevamente los impuestos.