La Fed debe dejar de bajar tipos por el bien del planeta
@Rubén J. Lapetra - 28/04/2008 06:00h
El pasado 18 de septiembre, la Reserva Federal de EEUU comenzó a bajar los tipos de interés. El precio del dinero se situaba en el 5,25%. Hoy está en el 2,25%. Apenas ha pasado un semestre y la autoridad monetaria más poderosa e influyente del mundo ha ejecutado, probablemente, la mayor sucesión de recortes de tipos de la historia en tan corto periodo de tiempo. Si hasta ahora flotaba en el aire una justificación irrefutable -evitar la recesión- ahora surge la duda sobre si la motivación subyacente de la Fed no ha sido otra que salvar del colapso a todo el sistema financiero, que también. El recorte de 300 puntos básicos, o 3 puntos porcentuales, ha reactivado sin duda la economía. No hay duda. Pero a costa de la estabilidad de precios. EEUU ha podido caer en recesión, pero la sobredosis monetaria que le ha aplicado Ben Bernanke puede resucitar a un muerto. El PIB vuelve a crecer.
Sin embargo, las consecuencias de las rebajas de tipos se están traduciendo en una escalada vertiginosa de los precios de consumo -no del inmobiliario, que del ladrillo no se come-. En Estados Unidos se raciona el arroz, en Europa más tarde o más temprano llegarán algunas medidas que van a sorprender a más de uno, después de externalizar la mayor parte de la despensa occidental a países subdesarrollados. Lo que antes era barato puede salir caro. El racionamiento del arroz en las tiendas de Wal Mart -a ojos ibéricos, algo así como El Corte Inglés, Carrefour y Alcampo juntos- es una muestra.
Los países exportadores de este vegetal han decidido cortar las exportaciones a causa de la inestabilidad de los precios, la caída del dólar, los altos precios del crudo o la voracidad de los biocombustibles. No es que se genere combustible con arroz, sino que se abandona este cultivo en muchas zonas del mundo para cambiar a vegetales energéticos. Resultado: menor producción. El desarrollo de los países emergentes ha traído consigo una consecuencia de cajón. Su consumo es cada vez mayor. Sus economías son cada vez más sólidas, atraen más inversiones y crecen en población a ritmo vertiginoso. EEUU apenas tiene 300 millones de habitantes. Europa, poco má de 440. Pero China o India suman cerca de 2.400 millones de personas entre ambas; Brasil, unos 200; México, más de 100. Vamos, que los estadounidenses no viven solos en el mundo como piensa el americano medio.
Para bien o para mal, la Fed sigue marcando las directrices monetarias para estos países, es decir, los movimientos recientes de tipos tienen impacto directo en sus economías ya que tienen la mayoría de sus emisiones ligadas al dólar y son más baratas -al tener menor riesgo- que en divisa local. EEUU estará en recesión. Lo que quieran. Pero estas economías crecen al 10%, caso de China o India, o al 5% si hablamos de Brasil. Y vuelven a tener dinero barato al alcance gracias a la Fed. ¿Y qué ocurre si se le echa gasolina al fuego? Efectivamente. Estamos viendo IPCs próximos a los dos dígitos. Alta inflación, altísima. No es el 3,6% de la zona euro o el 4% pasado de EEUU. Es el más allá lo que se atisba en el horizonte. Y en un mundo globalizado ese boomerang acabará volviendo más pronto que tarde. La Fed se reúne esta semana, entre martes y miércoles. Que no baje los tipos será una buena noticia. Lo contrario, una muy mala.