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De dos en dos

'Mafo', la inflación y el Gobierno

@Carlos Sánchez - 01/04/2008



En enero de 2003, el hoy gobernador del Banco de España escribía en un periódico económico lo que sigue: “Dejemos de quitar importancia a la inflación. Tome o no tome decisiones para reducir la inflación, el Gobierno no debería tranquilizar a los españoles sobre nuestra inflación diferencial, sino, como hizo al principio de su mandato, debería decir la verdad, explicar que es un asunto importante, serio y con consecuencias graves si no se toman las medidas adecuadas”.

Fernández Ordóñez partía en su análisis de algo que a él le parecía escandaloso y hasta peligroso (sic). El hecho de que el Ejecutivo intentara “convencer al país de que la inflación no es importante”. “Y ello -remachaba- no es cierto”. ¿Saben ustedes en cuánto se situaba el IPC armonizado por entonces? Pues ni más ni menos que en el 3,8%, es decir ocho décimas menos que ahora (si se conforma el dato adelantado de marzo).

Así son las cosas. Lo que antes era un asunto hasta peligroso, ahora parece haberse convertido en una cuestión pasajera. Derivada exclusivamente del encarecimiento de los productos petrolíferos.

Tenía razón Fernández Ordóñez en su análisis. El repunte intenso de la inflación -antes y ahora- es un asunto importante, pero da la sensación de que a las autoridades económicas no les va nada en ello. ¿Conocen ustedes alguna decisión de política económica tomada en los últimos dos años destinada combatir el alza de los precios? ¡Bingo! Ninguna.

Aquí nadie se mueve. No vaya a ser que alguien se moleste. Ni el Tribunal de Defensa de la Competencia, ni la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, ni la Comisión Nacional de la Energía, ni ningún otro organismo regulador ha tomado en los últimos años una sola decisión encaminada a abrir los mercados a la competencia y favorecer una rebaja de precios. Así se puede explicar que la primera operadora de telecomunicaciones saque pecho demostrando al mundo que ella es la que más dinero gana sin que ninguna autoridad económica se ruborice. O que las tarifas eléctricas estén pensadas con los pies para favorecer lo contrario a la competencia. O que haya un oligopolio de facto en el mercado de la distribución de hidrocarburos que sólo favorece a las grandes compañías del sector.

Es evidente que desde hace demasiados años España tiene un problema con la inflación, por lo que sorprende sobremanera el desinterés que ocupa este asunto en la agenda de los agentes económicos y políticos. ¿Recuerda usted alguna reunión al máximo nivel entre empresarios, sindicatos y Gobierno para hablar sobre el nivel de precios? Otra vez ¡Bingo! Ninguna. Y todo ello en un país que tiene entre sus industrias más potentes (aparte del ‘ladrillo’) al turismo y el automóvil, sin lugar a dudas afectadas por la competencia exterior.

Verdaderamente descorazonador teniendo en cuenta que en un mudo globalizado, como todo el mundo sabe, la capacidad de competir es la clave de bóveda del progreso económico. Y en el que la posibilidad de devaluar la moneda simplemente ha desaparecido por la pertenencia de España al euro. ¿Verdad, señor Solbes?

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La deuda exterior de España pulveriza otro récord y ya supone el 150% del PIB


@Carlos Sánchez - 01/04/2008 06:00h



La deuda exterior de España pulveriza otro récord y ya supone el 150% del PIB
El ministro de Economía en funciones, Pedro Solbes (Efe).

La voracidad de la economía para crecer vía endeudamiento exterior ha roto una nueva barrera. España debe hoy la friolera de 1,54 billones de euros. O, lo que es lo mismo, el 150% de su Producto Interior Bruto (PIB), nivel jamás alcanzado desde que existen series históricas.

Los datos que obran en poder del Banco de España se refieren al cierre de 2007, y muestran hasta qué punto el periodo expansivo de los últimos años se ha hecho apelando al endeudamiento de los agentes económicos, en particular empresas y familias. Las administraciones públicas, por el contrario, se han comportado de una manera más estable. En marzo de 2002, hace apenas media docena de años, España debía en el exterior 602.000 millones de euros, es decir, menos de la mitad que ahora. En junio de 2005, sin embargo, el endeudamiento exterior rompió la barrera del billón de euros, lo que significa que en casi tres últimos años, de mediados de 2005 al 2007, España ha necesitado pedir 500.000 millones de euros al extranjero para seguir creciendo.

La deuda externa de un país, tal como lo define el fondo Monetario Internacional, comprende los saldos de todos los pasivos frente a no residentes que van a dar lugar a pagos por amortización, por intereses o por ambos. Por lo tanto, incluye todos los instrumentos financieros, excepto las participaciones en el capital y los derivados financieros, ya que estos dos tipos de instrumentos no suponen, necesariamente, la realización de pagos. La deuda viene a significar, por lo tanto, el saldo vivo de los préstamos pendientes de pago, y que anualmente se concretan en el déficit de la balanza de pagos, y que tan sólo en 2007 aumentó hasta representar el 10% del PIB. Es decir, 106.201 millones de euros. Año tras año, la bola de nieve ha ido creciendo hasta alcanzar esos 1,5 billones de euros que ahora hay que devolver.

La cantidad es importante y especialmente significativa en unos momentos de restricción del crédito, ya que buena parte de ese stock hay que renegociarlo periódicamente en función de necesidades de tesorería de las empresas. Hay que tener en cuenta que prácticamente la quinta parte del endeudamiento es a corto plazo (operaciones con vencimiento a menos de un año).

Inmobiliarias y construcción

De ese billón y medio de euros que debe España, 190.036 millones lo adeudan las distintas administraciones públicas; 724.094 millones lo han pedido prestado los bancos (lógicamente para prestarlo posteriormente a sus clientes) y 490.226 millones las empresas, especialmente las dedicadas a promoción inmobiliaria y construcción.

En la información del Banco de España destaca la apelación que se ha hecho en los últimos meses a la autoridad monetaria (el Banco Central Europeo) para lograr liquidez. Esta rúbrica era insignificante y escasamente representativa hasta el tercer trimestre del año pasado (menos de 500 millones de euros), pero en el último cuarto del año se ha disparado hasta los 3.550 millones, lo que da idea de las necesidades extremas de liquidez que han podido tener algunas instituciones financieras. Pasarse por la ventanilla del Banco Central Europeo es más costoso y visible para cualquier entidad, si bien en la información oficial no se desvelan identidades.

Las restricciones al crédito vienen, por lo tanto, en el peor momento para una economía como la española, tan necesitada de financiación exterior. El déficit de la balanza de pagos continuado (que es equivalente a la deuda exterior de un país) no es otra cosa que la diferencia entre lo que una nación gasta y lo que es capaz de ahorrar. Y el año pasado, sin ir más lejos, España invirtió el 30% de su PIB, mientras que solamente fue capaz de ahorrar el 20% del Producto Interior Bruto, lo que dio origen a un desequilibrio equivalente a 10 puntos del PIB. Ese dinero es el que ahora hay que devolver a los prestamistas internacionales.