En septiembre de 2008, Financial Times animaba a la banca mundial a seguir las “lecciones” del Banco de España. ¿Qué había hecho España para despertar tanta admiración? Obligar a los bancos a actuar como las hormigas de la fábula, guardando más dinero en la caja para responder por los créditos inmensos que estaban concediendo. Si algún día fallaban, habría más colchones para amortiguar el golpe.
Eso nos preparó, en teoría, para afrontar la crisis con más comodidad. También entonces, un teletipo de Associated Press publicado por International Herald Tribune afirmaba que España parecía inmune a la crisis y repetía, palabra por palabra, el párrafo de Financial Times. Estábamos en 2008. Parecía que España era fuerte.
Semanas después, la publicación norteamericana The Wall Street Journal afirmó que nuestra banca era “un modelo” para ser copiado por los demás en tiempos de crisis.
Una de las virtudes más apreciadas era que el Banco de España había prohibido los Structured Investment Vehicles (Vehículos de Inversión Estructurada), esos endemoniados mecanismos que usaban los bancos americanos para esconder sus créditos, lo cual les permitía seguir concediendo más créditos y otros productos de destrucción masiva,
Los elogios al Banco de España llegaron a su punto culminante cuando Mervyn King, nada menos que el gobernador del Banco de Inglaterra, afirmó que los bancos centrales tenían que copiar el sabio modelo español.
Sin embargo, la peste financiera sí había contaminado a los bancos españoles a pesar de esa catarata de elogios. “Eso no significa que las entidades españolas no estén amenazadas”, afirmaba a una agencia de noticias Alejandro Varela, un gestor de fondos de Renta 4. “España no tiene hipotecas basura, pero se han empleado prácticas similares en este país, y ha habido un inmenso crecimiento de los préstamos hipotecarios sin las contraprestaciones para cuando haya un problema de impagos”.
Y terminaba: “Hay algunos factores que indican que el colapso económico en España puede ser muy fuerte y, aunque la bonanza puede servir de colchón, España va a ser golpeada probablemente de una forma tan dura como otras regiones”.
Y lo fue.
Los bancos y las cajas españoles se dedicaron a prestar demasiado dinero. Cruzaron la línea roja. Por ejemplo, si una persona que ganaba 1.500 euros y se quería comprar un piso que le costaba 1.000 al mes, el banco le daba el dinero. Aceptaban todo lo que entraba.
El departamento de riesgo fue arrinconado, y el departamento comercial se convirtió en el repartidor de dinero. Si las sucursales no lo hacían, les echaban una bronca porque desde arriba se presionaba a las entidades para prestar más dinero. Los bancos competían entre sí y contra las cajas. Otro mecanismo usado por los bancos para hinchar el globo era tasar el piso por un valor muy alto, para conceder un crédito mayor: más crédito, más dinero para el banco. La mayor parte de las tasadoras era de los bancos.
¿Quién tenía que haber controlado eso? El Banco de España. Tenía que haberles puesto límites, y tenía que haber parado los pies a las sociedades de tasación pues esa era su responsabilidad.
Resultado: un país gigantescamente endeudado. Cuando subieron los tipos y creció el paro, las familias se quedaron entrampadas. Conocemos la escena final: morosidad y desahucios.
Esta semana, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha sacado los trapos sucios diciendo en Santander quién fue el gran culpable de la crisis: el Banco de España. Cometió unos errores imperdonables de supervisión. Aunque no haya dado nombres, los sabemos: Jaime Caruana, designado por el PP, y Miguel Angel Fernandez Ordoñez, designado por el PSOE. Abarcan los años de la euforia y de la crisis.
“Siempre que la Comisión Europea preguntaba a las autoridades españolas cómo estaba la banca, las cajas de ahorros -al haber rumores de que no estaban bien-, siempre decían que todo estaba perfecto”, dijo Barroso Y el político recordó que también les decían que “el Banco de España el mejor banco central del mundo”.
“Y sin embargo, permitió el crecimiento de la deuda privada, los problemas en el mercado de la vivienda y toda esa burbuja. ¿Y eso ha sido responsabilidad del BCE, del FMI o de Merkel? Fueron errores muy importantes de la supervisión. Y hay que asumirlos”.
En resumen, el Banco de España no hizo sus deberes.
Emilio Botín, presidente del Santander, ha dicho que Barroso no tiene razón porque quienes fracasaron fueron las cajas. Bueno: los bancos se quedaron con tal cantidad de pisos, que si les hubieran aplicado el valor de mercado en sus balances, habrían dado pérdidas. Lo que pasa es que no lo querían admitir. Y el nuevo ministro de Economía les aumentó las provisiones aún más para tapar ese agujero.
Los bancos españoles también colocaron basura financiera entre sus clientes. Desde productos de Bernard Madoff hasta preferentes y otras cosas que no iban acompañadas de suficiente información para el inversor.
Pero al final, el sistema financiero está haciendo sus deberes y saliendo de la crisis. Ahora falta que den un paso más y concedan créditos a empresas y familias para ayudar a la recuperación.