Las exportaciones, lo único que crece en nuestra economía junto al turismo, han dado un traspiés y crecen este año la cuarta parte, por culpa de la recesión en Europa, donde vendemos dos tercios de nuestros productos. Y España ha perdido cuota en el comercio mundial, por la mayor competencia de los países emergentes. Ahora, estamos obligados a ayudar a las pymes a exportar de forma estable, sobre todo fuera de Europa. Y a suministrarles más ayudas, créditos y asesoramiento a través de las embajadas.
El problema es que los recortes también afectan a la exportación, desde el ICEX a las ayudas fiscales. Con todo, hay que cuadruplicar las empresas exportadoras y vender productos más caros y de más calidad.
Ya llevamos tres meses con las exportaciones creciendo a menor ritmo: un 4,4 % entre enero y febrero, frente al 22 % que crecieron en los dos primeros meses de 2011 y el +15,4% en todo el año pasado. Y un aumento del 2% en términos reales (descontando la inflación), similar al de diciembre pero inferior al crecimiento del 5,4% del cuarto trimestre de 2011. Y en paralelo, se estancan las importaciones(+1,7 % entre enero y febrero de 2012, frente a un crecimiento del 9,6% en todo el año 2011), como reflejo de la recesión y la caída de la inversión y el consumo en España.
Preocupa el tropezón de las exportaciones porque han sido en 2011, junto al turismo, lo único que ha crecido en la economía, aportando 2,5% de crecimiento y evitando así un hundimiento del PIB (+0,7%) y una mayor caída del empleo. El Gobierno quiere repetir la jugada en 2012, estimando que las exportaciones van a aportar un crecimiento del 2,9% a la economía, mayor que el de 2011, algo difícil de creerya que se espera que las exportaciones crezcan este año menos de la mitad (con lo que el PIB caería más del 1,7% previsto).
Hay dos nubarrones en el horizonte de nuestras exportaciones. El primero, la recesión en Europa, que debilita las compras de nuestros principales clientes (66% exportaciones van a la UE). Y el otro, la dura competencia de los países emergentes, que tiran precios, calidades y normativas, ganando mercados año tras año en un comercio mundial que también se ha recortado. España, el 17º país exportador del mundo, volvió a perder cuota de mercado en 2011 (el 1,64% del comercio mundial), la cuota más baja desde 1.993.
Aun así, España consiguió en 2011 un hito histórico: tener superávit comercial con la Unión Europea (+4.059 millones €), vender al resto de europeos más de lo que les compramos. De los restantes 26 países UE, tenemos superávit comercial con 12 (sobre todo con Francia, Portugal y Reino Unido) y déficit con los 14 restantes (sobre todo con Alemania, Países Bajos e Irlanda). Del resto, destaca el fuerte crecimiento de nuestras exportaciones a China (+28% en 2011), Japón (+30,8%, por la venta de gas), Canadá (+31%), Rusia (+26,6%), EEUU (+20,8%) y América Latina (+20,2%). Y en nuestras ventas, destacan cuatro partidas: bienes de equipo (20% del total), automóviles (15,4%), alimentos (14,2%) y productos químicos (13,7%).
Cara a 2012, las exportaciones cuentan con dos ayudas: la inflación (los precios son más bajos en España que la media europea) y el euro, que puede debilitarse, con la crisis de la deuda, facilitando las ventas. Pero hay muchas incertidumbres: la recesión europea, los precios aún altos respecto a terceros países y, sobre todo, el excesivo peso de las importaciones energéticas: España importa el 99,9% de un petróleo disparado de precio y la factura energética cuesta 55.821 millones anuales, la cuarta parte de lo que ingresamos exportando.
La exportación española tiene cinco problemas de fondo que hay que solventar.
Uno, la excesiva concentración en Europa: 66% ventas son a la UE y el 73,6% al conjunto de Europa.
Dos, de 3,2 millones de empresas españolas, sólo 39.000 exportan de manera regular, ya que muchas dejan de hacerlo al cabo de un tiempo.
Tercero, falta financiación: si es difícil encontrar crédito para el día a día de las empresas, más difícil resulta montar una estructura de exportación.
Cuarto, falta información y asesoría comercial a las empresas para salir fuera. Y sobre todo, hay que cambiar lo que exportamos: la mayoría de la exportación española, según el Banco de España, son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (plásticos, metales y automóviles), mientras Alemania, el segundo exportador del mundo, vende más productos de alta tecnología. Tenemos que exportar productos de más valor añadido, más sofisticados, más innovadores y que no compitan sólo por precio.
El gran reto ahora es exportar fuera de Europa, sobre todo en Latinoamérica, Estados Unidos, Asia y África, las zonas del mundo con mayor crecimiento (real y potencial). Las grandes empresas ya están en ello, como lo demuestra que las 35 empresas del IBEX ya venden un 60% fuera de España (y 11 de ellas, más del 70%). Ahora falta sumar a esta cruzada a las pymes, para lo que el Gobierno estudia conceder una ayuda de 12.700 euros a las que salgan al exterior (para contratar asesores y pagar la promoción exterior). Y es clave ayudarles a que consigan financiación, con créditos blandos del ICO y el ICEX. Y luego, reorientar las oficinas comerciales de las embajadas, desviando recursos de los países desarrollados a los emergentes, donde debe volcarse la exportación española.
Todo está muy bien, pero los recortes del Presupuesto 2012 pueden cortar las alas a la exportación, como ya han hecho con la Cooperación al desarrollo, una buena base para ayudar a construir la marca España. Este año, la exportación vuelve a ser clave para no hundirnos más y hay que volcarse con los exportadores, porque lo tienen más difícil con la recesión europea y la competencia mundial. Hay que mimarles, porque en sus manos está buena parte del empleo actual y del que podría crearse. Hechos, no palabras. Y nada de recortes aquí. Sería un suicidio.