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Así acabaron con las Cajas de Ahorros






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NOTA DE VREDONDOF -
El autor lo publico en VOZPOPULI en dos partes, yo las he puesto juntas, ese es el motivo de que sea un poco largo el articulo.
Quien me sigue sabe mi OPINION al respecto, NO SE SI HABRA HABIDO UN PLAN PARA CARGARSE A LAS CAJAS DE AHORROS, si no ha habido PLan ...pues CASUALIDAD ... y que casualidad QUE UNO DE LOS OBJETIVOS PRIORITARIOS Y MAS IMPORTANTES QUE TENIAN LOS BANCOS EN LOS AÑOS 90 (1985/95)  ERA CARGARSE A LAS CAJAS DE AHORRO ...¡¡COMO FUERA!! y LOS TONTOS UTILES FUERON LOS POLITICOS.


 En fin un buen articulo que va por ese camino


- SCL


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Como en otras realidades sociales, el acoso y derribo a las Cajas de Ahorro también hunde sus raíces en una pérdida de valores. También influyeron otras razones externas e internas que trataré de explicar en lenguaje asequible y con algunos ejemplos puntuales.
En España había después de la crisis de los noventa  más de sesenta Cajas Confederadas de larga tradición con razonables balances y resultados cada año, y tanta raigambre social y económica que encabezaban los índices de popularidad y buena imagen en sus zonas operativas. Desde que nacieron las primeras en el S XIX para amparar al pueblo llano ante la usura y hacer obras benéficas sociales y asistenciales con los beneficios que obtuvieran, vertebraron social y económicamente a las clases medias y bajas españolas prestando un servicio decisivo al desarrollo social y a la economía nacional.
Tras el estallido de la crisis actual el panorama cambió radicalmente. Por diversas razones y con el denominador común de la pérdida de sus valores de origen, quedaron  una docena de Cajas en buen estado financiero y económico, varias decenas razonablemente regular pero con perspectiva estable con apoyos puntuales, y sólo otra  docena en situación complicada que habría que haber aislado para evitar contagios y acabar absorbidas por  entidades financieras de mejor balance.
El Banco de España, políticos Autonómicos y el Gobierno socialista
En esa situación, el Banco de España intervino con debilidad inicial ante las presiones políticas periféricas, básicamente, y flagrantes improvisaciones y desatinos, como los difusos SIP, cambios recurrentes de criterio sobre capital, y algunas inspecciones nunca bien esclarecidas; recordemos ‘el peor de lo peor’ de F. Ordóñez respecto a la CAM cuando estuvieron dos años sin salir de ella. Y, paradójicamente, se desataron los demonios que han llevado a su desaparición bajo un gobierno nominalmente socialista, aunque no único culpable.  Unas entidades creadas para el pueblo más necesitado  desaparecen dejando  un rastro de damnificados en algunos casos enorme y con una imagen tan desastrosa como inmerecida  en general y, lo que es peor, desamparando, como el tiempo demostrará, a millones de españoles que quedarán a merced de una docena de entidades financieras de ámbito nacional y  fácil entendimiento oligopólico para oprobio de su inerme  clientela.
Lo injustificadamente correcto al uso y la indignación
A quienes nieguen este infeliz desenlace, o lo hacen interesadamente con aparentes razones para tapar errores o ambiciones inconfesables, que los hay; o no tienen más remedio que hacerlo pues el que paga manda; o no se enteran mucho de esta película.
Desde mi doble perspectiva de antiguo empleado y directivo y después empresario y cliente, proclamo mi indignación por su injustificada desaparición. Y  denuncio que objetivamente, por mucho que hayan tratado de explicar la necesidad de su laminación tanto desde fuera como desde dentro de las mismas, a muchos que las hemos vivido con diversos grados de conocimiento y responsabilidad no nos podrán convencer  de que era inevitable. Y menos enarbolando la falta de tamaño, por aquello de sus necesidades de financiación y competitividad, que para nada justifica la realidad ni el cambiazo asesino que le han dado al valor originario de su verdadera función social y financiera.
El tamaño como excusa
Lo del tamaño es una engañifa  porque para  captar ahorros de sus clientes  y prestar dinero a otros que lo demandaran y después, con sus beneficios, hacer Obras Sociales y Culturales, no hacía falta más tamaño  del que ya tenían en su mayoría. Había Cajas que marchaban muy bien con cuotas en sus mercados de hasta el 30% o más, y otras que con menos cuota también funcionaban perfectamente. En Murcia, por ejemplo, entre CajaMurcia y CAM pasaban del 55% del total de recursos financieros regionales y hasta hace pocos años las dos estaban, una por eficiencia e imagen y otra por implantación y capacidad, en el grupo de cabeza de las Cajas españolas. Atendían a sus clientelas y competían entre sí y con el resto de entidades financieras  de un modo razonable y rentable.
 Las grandes dotaciones económicas que hicieron durante decenios a su  Obra Social lo demuestran. En el resto de España sucedía parecido. Y además, precisamente dentro de su tamaño cada una encontraba sus ventajas competitivas.  No nos engañemos, la mayoría de Cajas no estaban para financiar obras ni proyectos faraónicos, sino para atender a la clientela de sus mercados minoristas donde eran imbatibles; que le pregunten a los grandes bancos. Otro asunto es que hayan querido ser utilizadas para esas cosas por los políticos regionales de turno, ‘como caja de mano’; o por ambición desmedida de sus dirigentes como ‘caja de resonancia personal’.
Empieza el acoso
El acoso y derribo a las tradicionales Cajas empieza a primeros de los 80 pasados, con un poder socialista generalizado, cuando empiezan a propiciar con nuevas reglamentaciones que los presidentes de las Cajas, la mayoría de ellos políticos empezando por las de fundación pública, dejaran su función meramente institucional y pasaran a ser ejecutivos. Así, los directores generales que hasta entonces eran la máxima autoridad ejecutiva  y  con excelentes carreras profesionales en el sector, pasaban a ser meros ejecutores de lo que decidían los políticos metidos a grandes financieros, amparados en unos consejos de administración también politizados. Esos cambios levantaban pasmo y acojone general dentro de las Cajas.
Algunas lograron salvarse de ese criminal tsunami con  presidentes respetuosos de los antiguos valores, y ahí hallaron su tabla de salvación. En ellas, los presidentes no ejecutivos rubricaban las decisiones financieras y estratégicas de los profesionales que las dirigían haciéndoles a las entidades que representaban institucionalmente un favor tan enorme como trascendental. Al contrario, también hubo presidentes puestos y manejados por los dirigentes políticos locales  que sí manipularon a las Cajas sin ser ejecutivos por la permeabilidad de los profesionales de las mismas.
Algunas particularidades cercanas
Ejemplos de lo anterior han sido las trayectorias de cuatro Cajas muy cercanas. En las de Castilla La Mancha, con largo mando socialista autonómico, hubo presidentes políticos ejecutivos desde los 80 y ya sabemos cómo han terminado. 
En la de Murcia, con amplios mandatos socialistas y populares consecutivos, la dirección de CajaMurcia supo mantener incólume su gestión  gozando de la absoluta confianza y el respeto de sus diferentes presidentes, así como de los sucesivos dirigentes autonómicos, y también sabemos que ha terminado siendo una de las mejores del país. 
En la Comunidad Valenciana ha habido dos casos diferentes con resultado parecido. La Caja de Valencia, Bancaja, acabó cediendo a la presión y tuvo presidente ejecutivo político, y la de Alicante, la CAM, tuvo dirección profesional pero, como decíamos, mientras supo vadearse del poder político de turno, socialistas y populares, fue razonablemente bien; en cuanto cayó en la debilidad profesional  el asunto quedó en un doble juego de marionetas: los políticos manejaban a los presidentes y éstos y algunos adláteres de los consejos territoriales  a los profesionales. El desastre final, con grave perjuicio para sus clientes, ha sido público, vergonzante y notorio, especialmente para quienes de una u otra forma han participado en un desaguisado tan irresponsable como seguramente punible.
En el caso de Bancaja y CAM hay otra dimensión que también ha ayudado lo suyo al deceso. Alentadas por las absurdas maniobras de fusión entre sí desde los poderes políticos valencianos y alicantinos, claramente enfrentados aun dentro del mismo partido político conservador, iniciaron hace años una carrera suicida de crecimiento a toda costa para ver quién adquiría una posición dominante en tal eventualidad. Y ambas Cajas, muy sólidas hasta primeros de la pasada década,  deterioraron de tal modo sus balances que han terminado en sendas UVI; la valenciana bajo el paraguas, ahora con sus goteras, de Bankia, liderada por Caja Madrid, y la alicantino murciana bajo el aparente ‘Monte de Piedad’- curiosa paradoja- del FROB, primero, y ahora en el del inquietante, de momento, Banco de Sabadell.
Antes, afortunadamente no cuajó la disparatada fusión de CajaMurcia y la CAM – en Murcia se hubieran cerrado la mitad de todas sus oficinas, por ejemplo - pues entonces hablaríamos de una doble muerte súbita  por contagio de mal incurable. Lo tremendo es que estaba bendecida por todos los poderes. Quizás un día rememoremos el milagro que obró la virgen de la Fuensanta a través de la Almudena en el último instante, entre Neptuno y Cibeles –santa tontuna bien aprovechada-  para evitar el enorme desaguisado en ciernes; pues la perpetración se ejecutaba, ¡qué casualidad!, en el Banco de España en Madrid.

Hablábamos anteriormente de cómo había empezado este nefasto asunto con la entrada de los políticos en las Cajas y la desacertada intervención del Banco de España y los poderes autonómicos, con el RIP del Gobierno central en su acto final y el telón de fondo de la pérdida de valores como causa profunda del desastre. Pero en el seno de las propias entidades fueron anidando otras dos causas ‘cajicidas’.
La desregulación
La primera de ellas  fue la notable desregulación que sufrió el sector para equipararlas a los Bancos, pudiendo funcionar como tales en todos los sentidos y en todo el territorio nacional sin estar sujetos al criterio de sus accionistas ni a retribuirles como cualquier sociedad anónima, y con una asimétrica particularidad: los Bancos podían ser comprados por ellas pero no podían comprar Cajas porque éstas no tenían dueños al ser una especie de bienes mostrencos con apariencia de fundaciones al servicio de las entidades fundadoras. Estos cambios fueron propiciados por las propias Cajas para ganar mercados presionando con fuerza a todos los niveles decisorios con gran enfado por parte de la Banca. Por eso ahora se dice, desde cualificadas instancias, que por fin se han salido los Bancos con la suya y se han quitado de en medio a las Cajas que disponían de la mitad del mercado financiero español; en los últimos treinta años les habían comido el 30% del mercado. Y que, además, con honrosas excepciones, se quedarán sus despojos. Tremendo desenlace de la tragicomedia.
Las ambiciones personales
La segunda causa intrínseca  nació del afán de sus dirigentes por medrar en el panorama nacional. Tanto los profesionales que seguían mandando en las Cajas  como los presidentes impuestos por los políticos eran personas muy relevantes en sus  territorios, como pequeños reyes de taifas, y algunos desearon en algún momento jugar a lo grande. Se trataba de emular a los grandes de las finanzas que flirteaban en Madrid con las primeras figuras políticas, sociales  y económicas de la nación. Para ello iniciaron en la última década del siglo pasado una expansión de oficinas en toda España sin precedentes y clavaron sucursales a modo de embajadas en la capital preparándose para lo que se avecinaba.
La traca final
Y en éstas que nos llega el gran boom económico de  1.998 – 2.006/7, y ya fue el acabose. Crecer a toda costa constituyó el eje central de sus decisiones estratégicas con el fin de dotarse del tamaño suficiente en sus balances para estar preparados ante la batalla  y ser depredadoras en lugar de devoradas. 
No repararon en medios, desde financiar grandes proyectos allende sus antiguas fronteras geográficas sin descuidar su propios predios, por aquello de que nadie de fuera les pisara el rabo en su patio, hasta constituirse ellas mismas en empresarias variopintas y promotoras inmobiliarias directa o indirectamente porque veían pasar el dinero por sus barbas y se les abrieron todos los apetitos de golpe; que la lujuria económica es la que más adicción crea; con gran enfado de muchos de sus propios clientes a los que les hacían descaradamente la competencia. Al final les pilló el toro a la inmensa mayoría de las otrora entidades ejemplares.  Y es que, ya lo decía en los ochenta Tom Peters en su libro “En busca de la excelencia”: zapatero, a tus zapatos.
Y también, olvidando los dirigentes de las Cajas el viejo aserto popular de que ‘la avaricia rompe el saco’, tanto muchos profesionales como los "mandamases de fortuna" dejaron de lado la sabia prudencia de sus antecesores. Éstos, cuando analizaban la situación de los clientes para ver si tendrían posibilidad de devolver el préstamo que solicitaban,  tenían muy en cuenta el efectivo que tuvieran a mano con disponibilidad inmediata más el que podían general periódicamente, en comparación con las ‘púas’ que tenían y en qué plazo debían pagarlas. 
De esta manera, naturalmente, se analizaba si el cliente podría ir devolviendo el crédito que solicitaba. Y se les aconsejaba que se financiaran a largo plazo y que cobrasen sus ventas a corto: cobra pronto y paga largo; sabia previsión. Pues bien, ‘los lumbreras’ que diseñaron en esos años de locura las estrategias financieras de las Cajas decidieron, en su demencia, seguramente adquirida en muchos cursos y máster, ‘miércoles’, etc., ir a los mercados financieros a pedir dinero a corto plazo, usando todo tipo de fórmulas, para dar préstamos hipotecarios a quince, veinte o treinta años, olvidando la vieja práctica y aquello de los periódicos ciclos económicos que se estudian en cualquier manual de la cosa económica. Mientras rulara no era chamba; el mundo al revés.
Así que, sin capital relevante ni accionistas que financiaran, chocara enormemente ver que sus balances reflejaban que habían prestado bastante  más dinero del que disponían en las cuentas de sus clientes; garantías y coberturas reales o supuestas al margen. Y que, además, los márgenes financieros que reseñaban en sus cuentas de resultados se estrechaban continuamente; esto es, que prestaban con muy poca diferencia de tipo de interés al que pagaban a quienes se lo debían,  ya fuera a sus propios ahorradores o a otros proveedores financieros normalmente en el interbancario.
¡Ay de los antiguos valores!
Se perdieron los valores para lo que fueron creadas. Con los antiguos valores podrían existir otras reflexiones. 
¿Qué se podían embarcar entonces en menos aventuras? Pues sí, ¿y qué? 
¿Qué no optarían a tener abultados beneficios? – con el final sabido-  Sí, ¿y qué? 
Que no podrían atender a los compromisos de sus barandas políticos ni faldar de grandes bancarios. Sí, ¿y qué? 
Pero lo importante, atender con dedicación exquisita  a sus millones de depositantes y prestatarios, entregados en  total confianza desde tiempo inmemorial, sí que podían hacerlo y muy bien, como siempre. Y las grandezas de todo tipo que se las hubieran dejado, como siempre también, a los bancos, que por cierto se relamían de impotencia y envidia por no poder captar a esos millones de clientes que engrosaban y nutrían con muy pocas exigencias financieras las cuentas de las Cajas. 
Ése era su mercado de origen, lo otro ha sido la cuenta de la lechera y al final se han dado una ‘leche’ tan mayúscula como ominosa. Las han barrido, vamos.
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El AUTOR de este articulo es :
Publicado en VOZPOPULI  -  

José Luis Ortín

Entré muy joven a trabajar a una Caja de Ahorros y desempeñé durante 20 años diversas funciones en oficinas, me fui formando y acabé como director de marketing en mi último decenio en el sector. En 1.990 pedí la excedencia para dirigir un tiempo una empresa de alimentación que era la segunda de España en zumos. Después cree mis propias empresas de marketing y publicidad, gestión y promoción inmobiliaria, formación, I+D+i en tratamiento de aguas y residuos, agricultura y ganadería, ocio y deporte y hasta fui presidente de un club de fútbol profesional con ascenso incluido.

Las cosas me han ido razonablemente regular tirando hacia bien, y después de más de cuarenta años trabajando - ahora al ralentí y sexagenario reciente -, puedo hacer lo que me gusta: leer, escribir de todo y publicar cositas: libros de poesía y colaboraciones en prensa - de momento-,  hacer mucho deporte y estar todo el tiempo que puedo con mis 4 hijos y los amigos, normalmente con mesa y mantel de por medio, mientras ‘arreglamos el país’.
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  3. Web de Cajas de Ahorros

    www.cajasdeahorros.es/cajas.htm
    Historia. Para conocer el origen de las Cajas de Ahorros hay que remontarse a los antiguos Montes de Piedad del siglo XVIII. Las primeras Cajas de Ahorros de ...
  4. [PDF] 

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