de Jose María García-Hoz de Jose María García-Hoz
El primer ministro portugués, el socialdemocrata Socrates ha paralizado la OPA de Telefonica sobre la portuguesa Vivo, sin embargo ha podido impedir que España ganara a Portugal en el Mundial de fútbol.
España ocupa los primeros puestos de cualquier ranking futbolístico, de selecciones nacionales o de clubes. En un hipotético ranking económico la clasificación española bajaría drásticamente. En el último que se conoce, el Reino de España figuraba entre los veinte países que más riesgo corrían de incurrir en defol.
Para subir en economía sin perder posiciones futbolísticas, bastaría aplicar al sistema económico empresarial algunas de las reglas explícitas o implícitas que gobiernan el fútbol.
Ahora Lorenzo Serra Ferrer está tratando de comprar el Real Mallorca C.F. Solo tiene una cosa segura: que las reglas del fútbol no cambiaran y por eso el marco competitivo de su empresa permanecerá estable. Esa seguridad no la tiene ningún inversor, pasado, presente o futuro en, por ejemplo energías renovables: como el Gobierno ha decidido sorpresivamente cambiar las reglas, todavía no saben si han hecho un buen o un pésimo negocio. Empresa futbolística y empresa mercantil solo tienen en común la incertidumbre de los resultados, pero el marco jurídico es mucho más sólido en el fútbol, donde nunca se cambian las reglas a mitad de partido. Lástima que no se pueda decir lo mismo del marco jurídico- económico español.
Otra regla que la economía española debería copiar del fútbol: el mérito como principio de progreso. En el fútbol, ya se sabe, lo que no son goles son cuentos; el entrenador, jugador y equipo que meta goles estará siempre arriba, y viceversa. Esa regla parece normal en el fútbol, pero no se admiten fuera de él: las continuas ayudas y subvenciones a las empresas que van mal es como regalar goles a los equipos que pierden, para que su afición no se disguste.
Y esa meritocracia también se aplica a las personas. Desde luego que elcrack del fútbol nace. Pero en su éxito también cuenta el esfuerzo en entrenamientos, ensayos, preparación física, etc… Y todos los futbolistas saben que sean cuales sean sus condiciones naturales, llegaran más arriba cuanto más trabajen.
Mas aún: claridad. Después del pitido final, el resultado de un partido no se mueve. Los juicios serán diferentes sobre si la victoria era o no era merecida, si el árbitro pito a favor o en contra de los de casa, incluso las imagenes de televisión demostrarán los errores arbitrales… Pero a nadie se le ocurre ir a al juez o al Parlamento para cambiar el resultado.
Ultimo y más importante: los políticos mantienen sus manos fuera del balompié. Seguramente a su pesar, pero si un equipo va mal al alcalde de la ciudad o al presidente de la Comunidad, no se les permite meter mano en la alineación de la siguiente jornada. Rodriguez Zapatero no pudo intervenir en nada para que la selección nacional de España derrotara a la de Alemania, pero las cajas de ahorro si deben cumplir los mandatos de los partidos políticos.
¿Es el fútbol perfecto? Desde los arbitrajes erróneos cuando no amañados, hastael juego sucio de los futbolistas, los errores se cuentan por docenas cada domingo y cada Campeonato, por no hablar de la suerte en una lesión o en un rechace… Pero así y todo ¡Cuanto ganaría la sociedad española si sus prácticas políticas y económicas se aproximaran a las futboleras!