México es uno de los países que sufre la visión peliculera del mundo que todos tenemos. La imagen de México en el mundo es de un país pobre y polvoriento, con gente en sandalias que atraviesa desiertos para trabajar en EEUU porque en su país se muere de hambre.
Esa imagen se debe a la ingente cantidad de películas norteamericanas que nos muestran ese contraste. Existe. Pero no se puede tomar a la parte por el todo.
La otra verdad es que México es una superpotencia. En el interior, hay estados muy ricos, donde el nivel de criminalidad es más bajo que en muchas ciudades norteamericanas. Es un país con más de 110 millones de habitantes, con una poderosa industria turística, unas bellezas naturales que se desconocen en Europa, y unas posibilidades de desarrollo ilimitadas.
Pero las películas americanas solo nos retratan la frontera polvorienta.
México es uno de los mayores productores del mundo. Ocupa el lugar 14 entre las economías mundiales. Es la fábrica de EEUU. Cerca de las fronteras con EEUU trabajan cientos de empesas maquiladoras, que reciben materias primas, y las convierten en productos de consumo sin pagar impuestos y solo para el mercadonorteamericano.
El PIB de México es uno de los más altos del mundo: 866.000 millones de dolares. La renta per capita es de 8.000 dólares por habitante y año, aún baja comparada con España, pero crece a un ritmo acelerado.
México es con Brasil y Argentina uno de los países que va a crecer más este año. Mucho más que España. En 20 años, habría que ver dónde están los dos países, y si seguimos teniendo una imagen tan tercemundista de México.
Un analista norteamericano llamado George Friedman pronostica en su libro “El mundo dentro de 100 años” que México será una de las diez potencias más descollantes del globo en las próximas décadas, aunque predice una guerra entre ese país y EEUU.
Sea como sea, ya va siendo hora de abandonar la imagen de polvo y sandalias.
Esa imagen se debe a la ingente cantidad de películas norteamericanas que nos muestran ese contraste. Existe. Pero no se puede tomar a la parte por el todo.
La otra verdad es que México es una superpotencia. En el interior, hay estados muy ricos, donde el nivel de criminalidad es más bajo que en muchas ciudades norteamericanas. Es un país con más de 110 millones de habitantes, con una poderosa industria turística, unas bellezas naturales que se desconocen en Europa, y unas posibilidades de desarrollo ilimitadas.
Pero las películas americanas solo nos retratan la frontera polvorienta.
México es uno de los mayores productores del mundo. Ocupa el lugar 14 entre las economías mundiales. Es la fábrica de EEUU. Cerca de las fronteras con EEUU trabajan cientos de empesas maquiladoras, que reciben materias primas, y las convierten en productos de consumo sin pagar impuestos y solo para el mercadonorteamericano.
El PIB de México es uno de los más altos del mundo: 866.000 millones de dolares. La renta per capita es de 8.000 dólares por habitante y año, aún baja comparada con España, pero crece a un ritmo acelerado.
México es con Brasil y Argentina uno de los países que va a crecer más este año. Mucho más que España. En 20 años, habría que ver dónde están los dos países, y si seguimos teniendo una imagen tan tercemundista de México.
Un analista norteamericano llamado George Friedman pronostica en su libro “El mundo dentro de 100 años” que México será una de las diez potencias más descollantes del globo en las próximas décadas, aunque predice una guerra entre ese país y EEUU.
Sea como sea, ya va siendo hora de abandonar la imagen de polvo y sandalias.