¿Alguien sabía lo que era una subprime en 2007? Nadie. Luego, todo el mundo se enteró que se refería a las hipotecas basura de EEUU, es decir, a esa manía de los bancos norteamericanos de prestar dinero a los Ninjas: No jobs, no income, no asset (sin empleo, sin ingresos, sin propiedades).
Para eso sirven las crisis: para aprender un poco de jerga económica sin necesidad de pasar por una escuela de negocios.
¿Y qué ha pasado desde que estalló la reciente crisis de los mercados en febrero de este año? Que surgieron palabras que ahora están en boca de todos. Por ejemplo, diferencial de la deuda. Los informativos abren un día sí y otro no con noticias sobre si sube o baja el diferencial de la deuda. En verdad, muchas Doña María o Don Pepe no entienden bien a qué se refieren los periodistas con el diferencial, porque el único que conocían era el diferencial del automóvil, que transmite el empuje de los cilindros a las ruedas.
Ahora, empiezan a descubrir que este diferencial tiene algo que ver con Alemania, pero no se trata de compararnos con sus estupendos coches sino de su estupenda solidez económica. Cada país emite periódicamente bonos (se llama deuda). En España se llama Letras del Tesoro, Bonos, y Obligaciones. Y quien quiera comprarla, sabe que le darán al cabo de unos meses o unos años, unarentabilidad. Los bonos alemanes dan una rentabilidad del 2,5% más o menos. ¿Los españoles?
Hasta antes de febrero, los bonos españoles eran más rentables y daban un 3,5% pero no porque nuestra economía fuera mejor, sino por lo contrario, porque nuestra economía estaba peor. Si quieres enganchar a los inversores y tu economía no es boyante, ofréceles mejor anzuelo. Y a medida que va a peor, hay que aumentar esa diferencia con Alemania para nos compren bonos a nosotros, no a ellos. ¡He ahí el diferencial!
Se mide en puntos porcentuales, pero en lugar de usar 1%, 2%, 3%, se cuentan en paquetes de cien: cien puntos básicos es 1% (ganas de medir mejor o de molestar). Un diferencial de 200 puntos básicos significa que España paga 2% más de intereses que Alemania. Y así pasó porque ofrecíamos un 4,5% para atraer pasta.
Lo mismo ha pasado con los CDS. Llamados credit default swaps, son seguros de cobertura de riesgo. Si compras un bono y quieres asegurarte de cobrarlo, haz lo mismo que harías si compras un coche y quieres reponerlo cuando te estrelles. Ese seguro contra el riesgo de no cobrar bonos también cotiza, y a medida que sea más caro significa que los mercados se fían menos del país que emite el bono. Por ejemplo, Grecia olía tan mal para los mercados que el CDS se puso carísimo.
Otro término que ha irrumpido en el escenario familiar es la “deuda soberana”. Es más sencilla porque son las deudas de un país. Lo de soberano tiene un toque de realeza pero no ofrece garantías.Argentina suspendió el pago de su deuda en 2001 porque se quedó sin pasta. Rusia en 1998. Un país que no devuelve sus deudas es un moroso internacional. Los prestamistas no le volverán a prestar dinero.
Pero si al final, ese moroso se pone de rodillas y les suplica, obtendrá una condonación. Condonar es perdonar una deuda. Es tan antiguo como el Reino de España porque Felipe II y Felipe III no sólo obligaban a los banqueros alemanas y genoveses a condonarles la deuda, sino que les estipulaban plazos y cantidades. Hoy, más bien los gobiernos tendrían que suplicar.
Para eso sirven las crisis: para aprender un poco de jerga económica sin necesidad de pasar por una escuela de negocios.
¿Y qué ha pasado desde que estalló la reciente crisis de los mercados en febrero de este año? Que surgieron palabras que ahora están en boca de todos. Por ejemplo, diferencial de la deuda. Los informativos abren un día sí y otro no con noticias sobre si sube o baja el diferencial de la deuda. En verdad, muchas Doña María o Don Pepe no entienden bien a qué se refieren los periodistas con el diferencial, porque el único que conocían era el diferencial del automóvil, que transmite el empuje de los cilindros a las ruedas.
Ahora, empiezan a descubrir que este diferencial tiene algo que ver con Alemania, pero no se trata de compararnos con sus estupendos coches sino de su estupenda solidez económica. Cada país emite periódicamente bonos (se llama deuda). En España se llama Letras del Tesoro, Bonos, y Obligaciones. Y quien quiera comprarla, sabe que le darán al cabo de unos meses o unos años, unarentabilidad. Los bonos alemanes dan una rentabilidad del 2,5% más o menos. ¿Los españoles?
Hasta antes de febrero, los bonos españoles eran más rentables y daban un 3,5% pero no porque nuestra economía fuera mejor, sino por lo contrario, porque nuestra economía estaba peor. Si quieres enganchar a los inversores y tu economía no es boyante, ofréceles mejor anzuelo. Y a medida que va a peor, hay que aumentar esa diferencia con Alemania para nos compren bonos a nosotros, no a ellos. ¡He ahí el diferencial!
Se mide en puntos porcentuales, pero en lugar de usar 1%, 2%, 3%, se cuentan en paquetes de cien: cien puntos básicos es 1% (ganas de medir mejor o de molestar). Un diferencial de 200 puntos básicos significa que España paga 2% más de intereses que Alemania. Y así pasó porque ofrecíamos un 4,5% para atraer pasta.
Lo mismo ha pasado con los CDS. Llamados credit default swaps, son seguros de cobertura de riesgo. Si compras un bono y quieres asegurarte de cobrarlo, haz lo mismo que harías si compras un coche y quieres reponerlo cuando te estrelles. Ese seguro contra el riesgo de no cobrar bonos también cotiza, y a medida que sea más caro significa que los mercados se fían menos del país que emite el bono. Por ejemplo, Grecia olía tan mal para los mercados que el CDS se puso carísimo.
Otro término que ha irrumpido en el escenario familiar es la “deuda soberana”. Es más sencilla porque son las deudas de un país. Lo de soberano tiene un toque de realeza pero no ofrece garantías.Argentina suspendió el pago de su deuda en 2001 porque se quedó sin pasta. Rusia en 1998. Un país que no devuelve sus deudas es un moroso internacional. Los prestamistas no le volverán a prestar dinero.
Pero si al final, ese moroso se pone de rodillas y les suplica, obtendrá una condonación. Condonar es perdonar una deuda. Es tan antiguo como el Reino de España porque Felipe II y Felipe III no sólo obligaban a los banqueros alemanas y genoveses a condonarles la deuda, sino que les estipulaban plazos y cantidades. Hoy, más bien los gobiernos tendrían que suplicar.