NOTA DE VRedondof :
hay muchos articulos de S.McCoy que dudo si ponerlos en politica.
Con algunos de Jesus Cacho tambien dudo si ponerlos en finanzas.
Y es que en este momento ( y cada vez mas) los dos CONCEPTOS estan tan unidos que es muy dificil el SEPARARLOS.
El personaje que está hundiendo el Reino Unido y al Santander con él
@S. McCoy - 18/11/2008 06:00h
Ha tomado el relevo de Roubini en cuanto a los mensajes apocalípticos se refiere. Un Roubini, por cierto, que la semana pasada se apuntó a la moda de S&P500 a 500 (40% de caída adicional) que tanto predicamento empieza a ganar al otro lado del Atlántico, vista la debilidad de la economía real norteamericana y su impacto sobre los beneficios empresariales. No es el único. El CEO de Best Buy ya comentó, coincidiendo con la publicación de resultados de su compañía el miércoles, que en 42 años vinculado a las distribución minorista jamás había visto una crisis del consumo con la actual en Estados Unidos; una demanda privada que, no lo olvidemos, supone más de dos terceras partes de su PIB nacional. El dinero percibido por los ciudadanos o se mete en el calcetín, con el consecuente y sustancial repunte de la tasa de ahorro que ha doblado en cinco meses (del 1,1% al 2,3%), o se dedica al repago de deudas. Poco más. Y en un entorno como éste, las ventas caen, los márgenes sufren y las deudas pesan más que nunca tanto en el balance como en la cuenta de resultados.
Pero no nos distraigamos de nuestro tema central de hoy. ¿Quién puede equipararse a Roubini en el dudoso podio del “agorerismo”, al menos por lo que a la economía británica se refiere? Un viejo conocido de todos ustedes: Willem Buiter, profesor en la LSE y antiguo Economista Jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo. Y lo hace a través de sendos artículos de reciente aparición en la prensa digital. El analista transita de lo genérico a lo específico en su blog del Financial Times Maverecon y, si el pasado día 13 se centraba en la posibilidad de que Reino Unido siga los desgraciados pasos de Islandia, llegando por tanto a la bancarrota, en el post de ayer lunes lo concreta en lo más específico y evidente: una más que plausible crisis de moneda que pasaría de una mera corrección de la sobrevaloración de la libra a un problema de asignación de activos e inflación. Ambas piezas son dignas de lectura pausada y, el hecho de que hayan sido publicadas precisamente antes y después de la Cumbre de Washington, no deja de poner de manifiesto la incredulidad, que con él comparto, acerca de la viabilidad final de los postulados del G-lo-que-sea en un entorno de “Sálvese quien pueda” a nivel nacional. Por su interés, a los efectos que nos ocupa, nos centraremos en el estudio de la primera que viene, no obstante, adecuadamente resumida en la segunda.
¿En qué se basa Buiter? Los problemas de UK no son muy distintos a los de Islandia en el sentido de que su peso en la economía global es reducido (apenas un 3,3% del PIB Mundial), depende extraordinariamente de la actividad exterior (hasta cuatro veces más que Estados Unidos) y es tomadora de precios tanto en la economía real como en la financiera; su sistema bancario está sobredimensionado (el balance agregado del sector es un 450% del PIB nacional, frente al 900% de Islandia y el 650% de Suiza pero sobre una base de cálculo muy superior) y excesivamente expuesto internacionalmente (algo más del 55% del total) a la vez que el Banco de Inglaterra carece de músculo suficiente para frenar la salida de capital denominado en divisa foránea; la libra esterlina no es moneda internacional de reserva (apenas el 4,7% del total mundial frente al 64% del dólar o el 27% del euro); y la capacidad fiscal del país es limitada y más después de las sucesivas intervenciones en el sistema financiero local.
La interrelación es a juicio del autor evidente. Hay una crisis bancaria que ha provocado la participación del dinero público en el sector. Un fenómeno que no se va a detener donde se encuentra ahora sino que se va a extender al conjunto de las principales entidades del país, incluido el Santander-Abbey, debido el deterioro del resto de los ámbitos geográficos en los que la entidad actúa. Para Buiter es un futurible realista. La nacionalización de TODA la banca implica, en su opinión, un coste de partida equivalente al 20% del PIB de UK (que podría ser muy superior si nos atenemos al augurio pesimista del Citi en este impagable post), deja su contabilidad nacional con un déficit 2009 cercano al 7%, consecuencia del aumento del numerador pero también de la caída del denominador, y dispara la deuda soberana por encima del 100%. La capacidad de maniobra del gobierno se ha reducido drásticamente y el aumento de las rentabilidades a ofrecer para captar en competencia liquidez en los mercados podría dejar sin efecto los estímulos fiscales al sector privado de la economía, generando lo que se llama efecto crowding out (algo de lo que ya hablamos el jueves en este Valor Añadido). No sólo eso. Podría darse el caso de que no hubiera quien financiara sus emisiones. La moneda es el mejor indicador para seguir la confianza del público en la economía de un país ya que suele actuar como preludio de dificultades de mayor calado. De ahí que sea fundamental seguir su curso. Y éste es, para el analista, si no dramático, al menos preocupante.
A partir de ahí, Buiter desarrolla tres propuestas paralelas para Reino Unido. Utilizar el margen de la política monetaria y rebajar adicionalmente los tipos de interés como contrapeso a la falta de cintura fiscal, en primer lugar. Reducir, en segundo término, el peso del sector bancario en las cuentas públicasmediante la creación de una figura de intervención de las firmas en dificultades que tenga libertad de acción y reordene, bajo supervisión de las autoridades, la actividad de las entidades afectadas pudiendo llegar incluso a obligar la conversión de deuda privada por capital, de forma tal que la responsabilidad y el perjuicio de la mala evolución de la sociedad quede en manos de sus accionistas y acreedores, como en cualquier otra empresa privada. Por último, entrada coordinada de la libra en el euro a través de un proceso temporal no superior a dos años que permita adecuar la economía británica a los requisitos de Maastricht (ah, Buiter, qué purista: ya me dirás tú dónde estarán en 24 meses los criterios antaño garantes de la sobriedad. Nos vamos a reir).
Señalaba hace poco Andrew Garthwaite de Credit Suisse que la economía británica se situaba dentro del Top-5 mundial de los países en peligro macro. La noticia no dejó de ser tomada como una anécdota por algunos. Ganas de darse significancia. Sin embargo, el riesgo está ahí. Y más cuando algunos expertos sitúan la recuperación del sector inmobiliario inglés (tan excesivo en precios como el español pero, ojo, mucho más reducido en oferta disponible) para dentro de una década. El riesgo para el Santander, no reflejado en sus CDS que siguen alrededor de los 80 puntos básicos, es evidente. Lo hemos dicho hasta la saciedad. Esta es una crisis única por su dimensión. Y por tratarse de la primera crisis global que hace de la diversificación geográfica un atenuante pero no un eximente de incertidumbre. La paciencia es un valor esencial en tiempos como los actuales ya que lo bueno es malo y lo malo peor de la noche a la mañana. Aunque cuando triunfan los adalides de la destrucción suele ser momento de mirar con cariño los mercados, aún no ha llegado la hora. Mejor mantener con cautela.