El problema más serio de las entidades financieras
Desde Londres
@J. Jacks - 02/03/2010 06:00h
Cuando se comentan los problemas de las entidades financieras, la atención suele recaer sobre el incremento de las tasas de morosidad, sobre sus pagos pendientes al exterior, sobre la deuda de promotores... Siendo todos estos factores importantes, falta una pieza del puzzle de la que no se suele hablar, las cédulas hipotecarias (CH).
Las CH son deuda respaldada por entradas de dinero procedentes del pago de hipotecas y el de préstamos al sector público. En España, las primeras CH “modernas” se crearon con la Ley del Mercado Hipotecario y durante décadas siguieron el formato de bonos hipotecariosHypothekenpfandbrief (no de los öffentlicher o Schiffspfandbrief). (1)
La estructura de las CH seguía un sistema de flujos interconectados, de forma que los ingresos de una parte eran gastos de otra y viceversa, según el esquema siguiente:
a) Una entidad financiera concedía préstamos hipotecarios.
b) Para financiar la concesión de dichos préstamos, la entidad emitía bonos respaldados por los pagos posteriores de dichas hipotecas.
c) Inversores particulares e institucionales compraban esos bonos.
d) Las entidades financieras prestaban los fondos obtenidos a ayuntamientos (pagos de nóminas) a constructoras y promotores (construcción de las viviendas).
e) Fondos de inversión, planes de pensiones y aseguradoras participaban en la operación proveyendo fondos o asegurando los pagos.
El sistema funcionaba formando una rueda en la que todos ganaban. La entidad financiera ganaba por los ingresos de las hipotecas, por la financiación a ayuntamientos y por el uso como colateral de las CH para financiarse en el Banco Central Europeo (BCE). Los inversores recibían sus pagos periódicos. Los ayuntamientos se beneficiaban, vía tributos, por la venta del suelo y por el beneficio electoral que suponía el nuevo empleo público y los hipotecados por el “disfrute” de su vivienda. Así, durante más de una década se financió en gran parte la burbuja inmobiliaria de nuestro país.
El funcionamiento del sistema estaba asegurado, ya que esta deuda gozaba de mejor garantía que la deuda corporativa o la soberana gracias al respaldo de activos reales, por la prelación en el pago, y sobre todo, porque a diferencia de la deuda soberana, nunca hubo un impago de CH. Como resultado, todo lo que se emitía se colocaba.
Pero todo el sistema dependía de tres factores: a) de la calificación de las emisiones por parte de las agencias de calificación, b) del subyacente (el pago periódico de las hipotecas) y del colateral (el precio del inmueble). Si estos tres factores caían, el sistema caía. Pero en un país con una calificación AAA, una tasa de mora en mínimos históricos y unos precios de las viviendas en constante crecimiento, no había nada que temer.
De esta forma, el volumen de cédulas explotó hasta alcanzar 352.000 millones de euros de deuda “viva” (según Deutsche Bank e incluyendo las recientes emisiones) al que todas las entidades se adhirieron, tanto cajas como bancos.
Esta idílica imagen cambió con la crisis de 2008. Por una parte, S&P apareció con su propuesta de modificación de la metodología de calificación, Moody’s rebajó el rating de algunos tramos de CH (Santander Hipotecario 4, Clase C y Clase D de IM Pastor 3, Clase A1 y A2 de BBVA RMBS 3…) y por otra parte, la mora empezó a subir.
La situación era tan preocupante que en mayo de 2009 el BCE decidió comprar 60.000 millones de euros de estas cédulas para evitar el colapso del mercado. ¿Tuvo algo que ver que Alemania fuera el mayor emisor europeo de CH (424.989 millones de euros según Barclays)? ¿Es justo que el BCE gaste 60.000 millones de euros en comprar cédulas alemanas pero que no tenga 25.000 millones de euros para deuda griega? ¿Es una deuda mas europea que otra?
Las perspectivas a corto plazo son negativas. Bancos y cajas de los cuatro mayores países emisores tienen vencimientos por valor de 170.000 millones de euros entre 2010 y 2011. De ellos, 34.000 millones de euros corresponden a nuestras entidades, cifra equivalente al 13.3% del total de Fondos Propios de nuestro sistema. Para empeorar la situación, Moody’s revisó a la baja 15 emisiones (Pastor, BBVA, Ahorro y Titulización…) por el “deterioro del sector y el debilitamiento macroeconómico en España”.
A lo anterior hay que añadir el problema de su configuración. El Banco de España prohibió a las entidades sacarlas fuera de sus balances con lo que para protegerse de impagos las entidades crearon mayores CH sobre la base de anteriores. Burbuja sobre burbuja. Y lo que es peor, el Banco de España obliga a las entidades a provisionar, en menos de 2 semanas y con dinero líquido, los descensos en el precio del colateral, lo cual explica por qué los precios de las viviendas tienen prohibido bajar. (2)
Lo anterior nos lleva a las siguientes reflexiones:
- La base del sistema es la concesión de crédito. La falta de concesión de nuevas hipotecasprovocó dificultades para emitir nuevas CH y el colapso del sistema que sostenía (esto reafirma lo ya dicho aquí, que las entidades financieras crean crédito y dinero antes de recibir depósitos de los clientes. El dinero no se crea vía reserva fraccionaria, sino que “mágicamente” crean dinero sin tener dinero).
- Como corolario, en teoría, las entidades pueden crear tanto dinero como quieran. La única restricción que tienen no es la captación de depósitos sino su salud financiera.
- La falta de nuevas emisiones ha afectado a ayuntamientos que han visto mermados una de sus fuentes de financiación (lo cual explica su estrangulamiento) y a cajas que ya han alcanzado el máximo de emisión de CH y que tienen problemas serios de financiación.
- Sin las compras del BCE, el mercado de CH se habría colapsado en Europa. El programa acaba el 30 de junio. ¿Se extenderá el programa? Sin duda si Alemania no se recupera.
- Las entidades no pueden permitirse un descenso en el precio de las viviendas porque necesitan liquidez y no pueden provisionar en el Banco de España la pérdida de las CH.
- No sorprendería si algunas entidades emitieran CH respaldados en créditos hipotecarios ya fallidos para mantener el ratio de mora reducido sin tener que reconocer perdidas.
Las CH no son otro tipo de deuda. Están intrínsecamente ligadas a la financiación de ayuntamientos y permitieron el crecimiento de la pasada década. ¿Queremos que la construcción sea crucial para salir de la crisis? ¿Queremos sanear las cuentas de los ayuntamientos, aliviar la situación de las cajas y evitar el cierre de pymes? Entonces se necesita asegurar el mercado de CH para que el crédito vuelva. Que el Banco de España utilice “su” oro. No sería la primera vez.
Esto asumiendo la idea del gobierno de usar a la construcción como motor de la recuperación. Pero,¿se puede volver a basar el crecimiento en el modelo de “playa y ladrillo”? ¿No supone esto condenar el futuro de otra nueva generación?
(1) En Noviembre de 2007, la Ley 2/1981 se modifico limitando la emisión al 80% del total de hipotecas concedidas y se rebajaba el tipo de préstamos hipotecarios que se podían incluir en las CH.
(2) Por ello las entidades están tan activas comprando nuevas CH a otras entidades o recomparando sus propias CH para mantener el nivel fijado por el Banco de España (requisito ligado al de “sobrecolaterizacion” por el cual se obliga a la entidad a tener un valor de cobertura superior al de de las CH emitidas).