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La crisis de los mercados sirve a los españoles para aprender lenguaje económico



¿Alguien sabía lo que era una subprime en 2007? Nadie. Luego, todo el  mundo se enteró que se refería a las hipotecas basura de EEUU, es decir, a esa manía de los bancos norteamericanos de prestar dinero a los Ninjas: No jobs, no income, no asset (sin empleo, sin ingresos, sin propiedades).
Para eso sirven las crisis: para aprender un poco de jerga económica sin necesidad de pasar por una escuela de negocios.
¿Y qué ha pasado desde que estalló la reciente crisis de los mercados en febrero de este año? Que surgieron palabras que ahora están en boca de todos. Por ejemplo, diferencial de la deuda. Los informativos abren un día sí y otro no con noticias sobre si sube o baja el diferencial de la deuda. En verdad, muchas Doña María o Don Pepe no entienden bien a qué se refieren los periodistas con el diferencial, porque el único que conocían era el diferencial del automóvil, que transmite el empuje de los cilindros a las ruedas.
Ahora, empiezan a descubrir que este diferencial tiene algo que ver con Alemania, pero no se trata de compararnos con sus estupendos coches sino de su estupenda solidez económica. Cada país emite periódicamente bonos (se llama deuda). En España se llama Letras del Tesoro, Bonos, y Obligaciones. Y quien quiera comprarla, sabe que le darán al cabo de unos meses o unos años, unarentabilidad. Los bonos alemanes dan una rentabilidad del 2,5% más o menos. ¿Los españoles?
Hasta antes de febrero, los bonos españoles eran más rentables y daban un 3,5% pero no porque nuestra economía fuera mejor, sino por lo contrario, porque nuestra economía estaba peor. Si quieres enganchar a los inversores y tu economía no es boyante, ofréceles mejor anzuelo. Y a medida que va a peor, hay que aumentar esa diferencia con Alemania para nos compren bonos a nosotros, no a ellos. ¡He ahí el diferencial!
Se mide en puntos porcentuales, pero en lugar de usar 1%, 2%, 3%, se cuentan en paquetes de cien: cien puntos básicos es 1% (ganas de medir mejor o de molestar). Un diferencial de 200 puntos básicos significa que España paga 2% más de intereses que Alemania. Y así pasó porque ofrecíamos un 4,5% para atraer pasta.
Lo mismo ha pasado con los CDS. Llamados credit default swaps, son seguros de cobertura de riesgo. Si compras un bono y quieres asegurarte de cobrarlo, haz lo mismo que harías si compras un coche y quieres reponerlo cuando te estrelles. Ese seguro contra el riesgo de no cobrar bonos también cotiza, y a medida que sea más caro significa que los mercados se fían menos del país que emite el bono. Por ejemplo, Grecia olía tan mal para los mercados que el CDS se puso carísimo.
Otro término que ha irrumpido en el escenario familiar es la “deuda soberana”. Es más sencilla porque son las deudas de un país. Lo de soberano tiene un toque de realeza pero no ofrece garantías.Argentina suspendió el pago de su deuda en 2001 porque se quedó sin pasta. Rusia en 1998. Un país que no devuelve sus deudas es un moroso internacional. Los prestamistas no le volverán a prestar dinero.
Pero si al final, ese moroso se pone de rodillas y les suplica, obtendrá una condonación. Condonar es perdonar una deuda. Es tan antiguo como el Reino de España porque Felipe II y Felipe III no sólo obligaban a los banqueros alemanas y genoveses a condonarles la deuda, sino que les estipulaban plazos y cantidades. Hoy, más bien los gobiernos tendrían que suplicar.
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El ladrillo está triste


NOTA de VRedondoF : 
Me gustan los artículos de Carlos Sanchez porque siempre APORTA datos y es muy PRECISO en sus afirmaciones.


Su problema , es que tiene que elaborar CONTENIDO para su periódico y ha habido veces que ... eso , ha publicado artículos porque tiene que publicar.


En función de ello y al leer el TITULAR de este , lo que pensé fue ..."LA MISMA PERO MAS CARGADA DE BOMBO" ( que decían los que "tocaban" en las verbenas  de los 50.... )


En este articulo de hoy es de ese tipo , no obstante , ha aportado nuevos enfoques y nuevos datos.


Dada la amplitud del articulo , hay cosas con las que no estoy de acuerdo , pero con la mayoría "si comulgo".


No obstante tengo que manifestar que en el gasto en infraestructuras del siglo XIX lo único que se le debe achacar ,  GENERALIZANDO , que FUE MAL REPARTIDO  ( y si no que se lo digan a Galicia ... Asturias , Cantabria etc etc ).


Y en el presupuesto de Fomento , opino que efectivamente habría que hacer algunos ajustes ... pero no estoy en desacuerdo con el importe que se gaste ... el problema esta en que MUCHO DINERO DEL PRESUPUESTO ANUAL DEL ESTADO ESPAÑOL su destino es para mantener funcionarios , burocracia y ... "usease" en lo que NO ES PRODUCTIVO y nunca revertirá en el contribuyente.


He puesto  subrayado y en rojo lo que me parece MAS INTERESANTE .

MIENTRAS TANTO,  Carlos Sánchez








Uno de los debates intelectuales más ricos que ha dado la historiografía económica española tiene que ver con el papel del Estado durante la segunda mitad del siglo XIX. En particular en lo relacionado con las inversiones en ferrocarril. Autores como el profesor Tortella, han responsabilizado a los poderes públicos de encauzar los magros recursos económicos del país -que se presumen escasos- hacia el ferrocarril, en lugar de haber diversificado la inversión pública.
La consecuencia de esa política de monocultivo inversor -con un elevadísimo coste de oportunidad- fue que sectores como la industria estuvieron desasistidos de la acción del Estado, lo que alimentó el secular atraso español en el sector manufacturero. Ya es un tópico recordar que España se desenganchó de la revolución industrial. Pero aunque cueste ahora creerlo, hace más de un siglo España llegó a tener una amplia y sobredimensionada red de ferrocarriles (vía ancha y estrecha). Lo malo es que había poco que transportar (sobre todo mercancías) ante la ausencia de un verdadero aparato productivo. Tanto por falta de espíritu emprendedor (por la existencia de leyes proteccionistas y por el papel de los sectores más reaccionarios en contra de la liberalización económica) como por la escasa apuesta del Estado por la industrialización del país.
La decisión de elegir el desarrollo del ferrocarril frente a la industria (con un altísimo consumo de financiación exterior) no fue consecuencia del rigor presupuestario o de un fino análisis económico. Más bien del juego de las presiones políticas y de la capacidad de hacer lobby ante la Corona. Eso explica, por ejemplo, que el segundo tramo que se puso en marcha -en el año 1851- fuera la línea Madrid-Aranjuez, donde tenía residencia de descansoIsabel II.
Revender concesiones
Como se sabe, el proyecto estaba ligado a la figura del marqués de Salamanca, socio y verdadero brazo financiero de la reina, que pretendía trazar una línea con destino final en Alicante. Para ello obtuvo la correspondiente concesión administrativa que posteriormente vendió a la casaRothschild. No fue el único. El economista Gómez Mendoza* ha acreditado casos en los que un sujeto obtenía una concesión para la construcción y explotación de una línea férrea e inmediatamente la traspasaba a una sociedad por acciones, desvinculándose totalmente del proyecto.
La decisión de elegir el desarrollo del ferrocarril frente a la industria no fue consecuencia del rigor presupuestario o de un fino análisis económico. Más bien del juego de las presiones políticas y de la capacidad de hacer lobby
Las concesiones administrativas y la inversión en ferrocarriles (con financiación principalmente francesa ante la falta de capitales nacionales) dibujan la España económica de la segunda mitad del siglo XIX. Un periodo para olvidar. Se trata, sin embargo, de un proceso que recuerda a lo sucedido en las últimas dos décadas, donde un puñado de grandes empresas gestionadas por los señores del ladrillo (y de la energía) se ha quedado con actividades que antes gestionaba el Estado: servicios de telecomunicaciones (antigua Red de RTVE o Hispasat), autopistas, recogida de residuos, limpieza de edificios públicos u hospitales. El Estado ha dado un paso atrás en la actividad económica y ese espacio lo han ocupado las nuevas concesionarias, en la mayoría de los casos con riesgo empresarial cercano a cero.
La única diferencia estriba en que si hace siglo y medio se invertía en ferrocarril, en los últimos años lo que se ha producido es un gigantesco proceso inversor en otro tipo de infraestructuras: carreteras, aeropuertos o transporte subterráneo o de superficie. Un proceso sin duda esencial para modernizar el territorio y sin el cual este país nunca hubiera logrado los actuales niveles de bienestar.
Pero como ocurrió en aquel tiempo del marqués de Salamanca, da la sensación de que a España se le ha ido nuevamente la mano. Y eso explica,con buen criterio, que el Ministerio de Fomento no se canse de repetir en los últimos meses (más vale tarde que nunca) que hay que replantearse la política de inversión pública. Hay que decir que este cambio de guión no tiene nada que ver con razones de fondo, sino más bien porque el ministro Blanco ha hecho de la necesidad virtud y ante las restricciones presupuestarias no ha tenido más remedio que congelar o eliminar compromisos de gasto. Por cierto, como se comprometió Campa ante los inversores internacionales.
Estamos ante una cuestión de calado que merecería una reflexión más intensa por parte de la opinión pública y publicada, pero una vez más este país se perderá en cuestiones anecdóticas y no abordará el fondo del problema. Y que no es otro, como sucedió en la segunda mitad del siglo XIX, queidentificar los sectores hacia los que se debe dirigir la acción del Estado. No con el objetivo de ahogar la iniciativa privada, sino para apuntalarla. Lo que pasa necesariamente por cambiar la política de prioridades económicas. Invirtiendo en sectores que necesiten menos consumo de capital, al contrario de lo que sucede con el sector de la construcción.
El dato es conocido, pero merece la pena recordarlo. De los 985.097 millones de euros que ha prestado el sistema financiero para actividades productivas, nada menos que el 48% se lo ha tragado el ladrillo (construcción e inmobiliarias), frente al 15% que ha consumido la industria. La hostelería, por ejemplo, un sector vital para la economía del país y gran creador de empleo, sólo consume menos del 4% del capital prestado por los bancos. 


Mientras que el comercio y las reparaciones apenas llegan al 8%. Ante estos datos, parece obvio pensar que en un contexto de racionamiento del crédito -que va a durar años- lo más razonable es encontrar nueva vías de financiación para el sector de la construcción que no pasen necesariamente por los Presupuestos Generales del Estado. Frenar la modernización de las infraestructuras del país sería tan insensato como realizar una fuga hacia adelante. Y por eso lo prioritario es explorar nuevas fuentes de financiación.
Es cierto que la construcción crea mucho empleo, pero con un alto coste de oportunidad que este país no se puede permitir. Lo que se invierta en obra pública inútil se deja de gastar en otros sectores con más futuro
El intenso esfuerzo inversor realizado en los últimos años (sin duda necesario para articular el país), ha dado como resultado un enorme déficit de la balanza de pagos. Precisamente por falta de ahorro interno. Un gigantesco desequilibrio que ahora los señores del ladrillo obvian, como si ese modelo de crecimiento basado única y exclusivamente en la construcción no tuviera nada que ver con la actual crisis económica. A la cabeza de ellos David Taguas, presidente de Seopan, como se sabe nombrado para el puesto por sus relaciones con el poder político. Por si alguien no lo recuerda, era el anterior director de la Oficina económica del presidente, y ahora es quien azuza al Gobierno para que invierta en carreteras, aunque no le inviten a las reuniones que organizan sus jefes con el presidente Zapatero.
Uso y abuso del ladrillo
Taguas sabe como pocos -es un reputado economista- que el país se ha tenido que endeudar sobremanera para pagar obras faraónicas y perfectamente inútiles. Por ejemplo, para construir 47 aeropuertos. Casi uno por provincia. O para financiar trenes de alta velocidad que apenas recorren 70 kilómetros. O para financiar desdoblamientos de autovías por las que no pasa ni el toro de Osborne. Y conoce mejor que nadie una tabla publicadapor Seopan hace pocos meses y que viene a decir que España fue en 2009 -año de fuerte recesión- el país que más invirtió en construcción respecto del PIB. En concreto, un 14,4%. Toma ya nuevo modelo productivo. El doble que en Suecia y un 25% más que en la media de la UE. Y en cualquier caso, muy por encima del 10,2% de Alemania o del 8,7% de Reino Unido.
No se trata, desde luego, de un fenómeno nuevo de un año excepcional. Los datos de la patronal de la construcción indican que entre 2000 y 2009 la inversión en construcción acumulada en términos reales creció nada menos que un 25%, sólo por detrás de Lituania, Polonia, Suecia y la República Checa


Pero no sólo eso, como ponen de relieve los propios documentos de Seopan, la contribución de la inversión en construcción al crecimiento del PIB ha sido prácticamente del 80% en los últimos quince años, lo que da idea de su impacto en la actividad económica. Es cierto que la construcción crea mucho empleo, pero con un alto coste de oportunidad (como sucedió en la España del XIX) que este país no se puede permitir. Lo que se invierta en obra pública inútil se deja de gastar en otros sectores con más futuro.
Se dirá que el enorme peso de la construcción tiene que ver con el boominmobiliario. Es cierto, pero sólo en parte. Las cifras del Banco de Españareflejan que el peso de la construcción no residencial se situó el año pasado respecto del PIB en el 9,9%. 


¿Mucho o poco? Pues bastante si tenemos en cuenta que supone el 158% de la media de la unión monetaria. Un porcentaje verdaderamente extraordinario si se tiene en cuenta que representa un 50% más que en 1985.
Ante estos datos, hay dos formas de actuar. O suicidarse como país enterrando centenares de millones de euros en obras superfluas o reestructurar el gasto público para hacerlo más eficiente. Es evidente que a los señores del ladrillo les gusta la primera opción. 


El Gobierno está en ello. Pero como Blanco es gallego no se sabe todavía si sube o si baja. Dependerá de las encuestas.

*Antonio Gómez Mendoza, Ferrocarril, industria y mercado en la modernización de España. Espasa Calpe 1989.
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Más de 60 fortunas sacan dinero de sus sociedades sin pagar a Hacienda



Las Sicavs, los vehículos de inversión de los grandes patrimonios, continuan este año con el elevado ritmo de reembolsos y reducciones de capital que tuvieron el pasado. Una fórmula que permite recuperar parte del dinero invertido sin saldar cuentas con el fisco.

En medio del vendaval que ha vuelto a levantarse por la amenaza de una nueva subida de impuestos, las grandes fortunas continuan beneficiándose de una política fiscal que les exime saldar cuentas con Hacienda.

Se trata de las famosas y polémicas 
Sicavs, un tipo de sociedades que sólo tributan por el 1% de sus resultados cada año, hasta que son disueltas. Cuando llega ese momento, deben desembolsar entre el 19% y el 21% de las plusvalías obtenidas (ganancia neta) durante todo su periodo de vida.

Pero existe un atajo para poder cobrar parte del dinero invertido sin tener que pagar al fisco: los reembolsos o reducciones de capital. Una fórmula que se ha popularizado durante la crisis financiera, debido a la necesidad que también tienen los capitales más holgados de obtener liquidez en la actual crisis económica.
En los apenas ocho meses y medio que llevamos de año, 65 sicavs han reembolsado o reducido capital, lo que les ha permitido obtener liquidez sin apenas pagar impuestos. El único requisito que deben cumplir para poder acogerse a esta exención es alegar que el dinero reembolsado no son plusvalías, sino parte del dinero que invirtieron en la sociedad.
Durante el pasado ejercicio, más de un centenar de sicavs aprovecharon esta ventana para embolsarse dinero sin pagar a Hacienda. Entre ellas, las pertenecientes a algunas de las mayores fortunas del país, como Amancio Ortega, dueño de Inditex, Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, la familia Polanco o la saga catalana de los Sanahuja.

Esta práctica ha levantado muchas ampollas entre una parte de la opinión pública, que critica la ventajosa situación fiscal de estos vehículos, sólo aptos para grandes patrimonios. Sin embargo, el Ministerio de Economía siempre se ha mostrado reacio a modificar la fiscalidad, por temor a un fuga de capitales, ya que registrarían estos mismos vehículos en otros países con una política fiscal más atractiva.

De hecho, 
la decisión del Gobierno vasco de elevar la tributación de las Sicavs del 1% al 28%ha hecho que dos tercios de estas sociedades se haya fugado a otras provincias de España, según datos del supervisor de la bolsa (CNMV).

Sin embargo, una cosa es la tributación de las Sicavs y otra los atajos legales que tienen y aprovechan sus inversores para pagar todavía menos impuestos. Y aquí entran los reembolsos y las reducciones de capital.

Con esta fórmula, pueden percibir una inyección de liquidez libre de impuestos que, en cambio, deberían tributar al 19% o al 21% si ese dinero lo percibieran vía dividendos o liquidando el vehículo.
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China adelanta a Japón y ya se coloca como segunda economía del mundo




La economía de Japón creció un 0,4% entre abril y junio, menos de lo previsto


@EFE - 16/08/2010 07:49h
El Producto Interior Bruto (PIB) de Japón aumentó el 0,4% interanual entre abril y junio, por debajo del 5% registrado en el período enero-marzo, según ha informado hoy el Gobierno nipón. 
Respecto al trimestre anterior, el crecimiento de la economía japonesa en el segundo trimestre, en términos reales, fue del 0,1%. De esta forma, la economía china ha vuelto a superar a la nipona.


Los datos están por debajo de las previsiones de los analistas, que esperaban un incremento a ritmo anual del 2,3% y de un 0,6% respecto al trimestre precedente. Si se cumplen las previsiones de los analistas, China se haría con el título de segunda economía mundial al cierre del año corriente de 2010, en el que espera crecer en torno al 9%. Los cálculos del Banco de Japón (BOJ) indican que la economía nipona crecerá un 2,6% en el año fiscal 2010, que concluirá en marzo próximo.


El Ejecutivo nipón reconoció que el valor del PIB nipón en el trimestre fue en términos nominales (sin tener en cuenta la variación de los precios) de 1,288 billones de dólares frente a los 1,33 billones de dólares de China. 
La economía china, que creció en ese período un 10,3% y espera cerrar 2010 con un incremento superior al 9%, ya se quedó el año pasado muy cerca de los 5,07 billones de dólares del PIB nipón, al alcanzar los 4,98 billones de dólares.


Muchos esperan que China adelante en el año corriente 2010 a su vecino nipón, que se debate entre medidas de estímulo económico, una monumental deuda pública equivalente al 200% del PIB y una previsión de crecimiento inferior al 3% para este año.


Pese a salir de la recesión en el segundo trimestre del pasado año, la economía nipona se enfrenta todavía al problema de la deflación y al riesgo que supone un yen fuerte frente al dólar y el euro.


Asimismo, el consumo privado, responsable del 60% del PIB nipón, no mostró variación en el período abril-junio respecto al trimestre anterior. El gasto de capital aumentó un 0,5% y la inversión pública retrocedió un 3,4%.


En términos nominales (a precios corrientes), el PIB nipón cayó un 3,7% a ritmo anual entre abril y junio, con un contracción del 0,9% con respecto al trimestre anterior.


Según dijo en rueda de prensa Keisuke Tsumura, secretario parlamentario citado por la agencia local Kyodo, estos datos demuestran que la economía japonesa ha entrado en una fase de estabilización tras los avances anteriores, que estuvieron motivados por aumentos en el consumo y la demanda externa.
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El error de la austeridad

NOTA DE VRedondoF: Para estar bien informado hay que ESTAR ABIERTO a todo lo que se publica y no solo a lo que "NOS SIRVEN LOS MEDIOS DE SIEMPRE" , si leemos " a los de siempre " ( "CON SUS SERVIDUMBRES DEMOSTRADAS" ) podemos caer ... mejor dicho ... caemos en la situación de estar MANIPULADOS TOTALMENTE y como consecuencia  pensar y sentir "COMO QUIEREN". 
Lo malo es QUE PARA BIEN INFORMARSE hay que tener , además de posibilidades, lo mas difícil ... que es 
¡¡¡ TENER TIEMPO !!!,
 y eso es muy difícil de conseguir con la vorágine de la vida moderna. 
Pues eso ... que se le va hacer ... condenados a ser un "-------" mas del rebaño.
VICENÇ NAVARRO
Existe una interpretación de la crisis económica y financiera española, muy generalizada en los establishments financieros, políticos y mediáticos de la Unión Europea (y también de España), que atribuye tal crisis al excesivo gasto público (incluyendo el gasto público social de su Estado del bienestar), financiado a través de un elevado endeudamiento público que ha alcanzado niveles insostenibles. 
De esta interpretación deriva la percepción de que en España estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, exigiéndose como medida de resolución de la crisis la implementación de políticas de austeridad y reducción de gasto público. Los datos, sin embargo, no apoyan tales tesis.

España tiene uno de los gastos públicos sociales más bajos de la UE-15. Según los últimos datos de la UE-15 (el grupo de países de nivel de riqueza más similar al nuestro), España tiene un gasto público social por habitante de 5.526,4 euros estandarizados (moneda utilizada para comparar la capacidad adquisitiva del euro en países con distinto nivel de vida), la cifra más baja de la UE-15 (cuyo promedio es 7.464,3). 
En realidad, España se gasta en su Estado del bienestar mucho menos de lo que le corresponde por su nivel de riqueza. Su PIB per cápita es ya el 93% del promedio de la UE-15. Pero su gasto público social per cápita es sólo el 74% del promedio de la UE-15. Lo cual quiere decir que nos gastamos nada menos que 68.000 millones de euros menos de lo que debiéramos gastarnos por el nivel de riqueza que tenemos. 
En realidad, España tiene recursos (para mantener e incluso ampliar su subdesarrollado Estado del bienestar), pero lo que pasa es que, en contra de lo que sostiene el dogma neoliberal, vive por debajo de sus posibilidades. 
El problema no está en que España no tenga recursos. El problema está en que el Estado (central, autonómico o local) no los recoge. Las sucesivas reformas fiscales llevadas a cabo por los gobiernos conservadores y socialistas determinaron una gran regresividad fiscal y una disminución de la capacidad de generar recursos por parte del Estado.
Un tanto semejante ocurre en cuanto al supuestamente hiperbólico endeudamiento público. 
La deuda pública en España bajó durante el periodo 2000-2007, pasando de ser el equivalente al 59,3% del PIB al 36,2%. 
El déficit del Estado bajó también, alcanzándose un superávit en los años 2005, 2006 y 2007. Tanto la deuda como el déficit eran de los más bajos de la UE-15. De ahí que el argumento de que la crisis (que comenzó en 2007) la generó el excesivo gasto público (incluyendo el social) o la exuberante deuda pública no tenga ninguna validez.

Las causas de la crisis en España han sido la explosión de dos burbujas. Una fue la inmobiliaria (tal sector inmobiliaria-construcción creció del 7,5% del PIB en 2000 al 10,8% en 2006), que, al explotar en 2007, generó un descenso de su actividad económica de un 87%. 
La otra burbuja fue la bursátil, que había alcanzado un máximo del 125% del PIB en 2007 y cayó hasta un 54% del PIB. Estos estallidos de las burbujas crearon un enorme vacío de la demanda (que se había ido acentuando ya antes, consecuencia del descenso de las rentas del trabajo a costa de un exuberante crecimiento de las rentas del capital), que sólo la intervención del Estado puede resolver. 
De ahí que recortar el gasto público ahora que hay una muy escasa demanda es profundamente erróneo, pues agudizará la recesión.
El Center for Economic and Policy Researh de Washington D.C. (en cuyo consejo director hay dos premios Nobel de Economía, Robert Solow y Joseph Stiglitz) acaba de publicar un informe sobre la situación de la deuda pública española donde sus autores, Mark Wesisbrott y Juan Montecino, además de criticar las políticas de austeridad exigidas a España por la UE y por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y realizadas por el Gobierno español, presentan varias alternativas para salir de la crisis –“Alternativas a la austeridad fiscal de España” (27-07-10).
Prologan sus propuestas con la observación de que la deuda pública española no es excesiva. Pero más importante que la cifra de la deuda pública total o bruta es la deuda neta, es decir, la deuda que el Estado debe a los inversores privados y que es la que configura el valor de los intereses que el Estado debe pagar a los compradores de los bonos del Estado. En España, la deuda neta es baja (más baja, de nuevo, que el promedio de la UE-15). 
A pesar de ello, los intereses de la deuda son altos, debido a que los mercados financieros no se fían de que el Estado pueda pagarla como consecuencia de lo que llaman la “fragilidad de la economía española”, la manera diplomática de decir que no estamos creciendo. De ahí la enorme importancia de estimular la economía.

comportamiento de las instituciones europeas incluyendo el Banco Central Europeo (BCE), el cual, por paradójico que parezca, no actúa como un banco central de la UE. Si lo fuera haría lo que un Banco Central hace, es decir, ayudaría al Estado, tal como hace el Banco Central de EEUU
–el Federal Reserve Board (FRB)–,
mediante, por ejemplo, la impresión de moneda con la que comprar deuda pública del Estado. 
El Estado federal estadounidense ha impreso moneda equivalente al 8% del PIB, comprando con ella deuda pública, además de ayudar a las empresas productivas y también a la banca (pasándose de generosa en esta ayuda). En la UE, el Banco Central sólo ha ayudado a la banca (también en términos muy generosos) y sólo últimamente, y a regañadientes, a los estados. 
Weisbrott y Montecino calculan que, si el BCE comprara en dos años una cantidad de deuda pública española equivalente a un 4% del PIB (transfiriendo los intereses de la deuda al Estado español, tal como hace el FRB) permitiría la inversión de un 3,9% del PIB en creación de empleo, estimulando el crecimiento económico y, con ello, la reducción del déficit.
 Alternativamente, el Estado español podría aumentar la deuda neta, incrementando la inversión pública para crear empleo. No hacerlo es un suicidio económico.
Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Public Policy
en The Johns Hopkins University
Ilustración de Mikel Jaso

Alternativas a La Austeridad Fiscal en Espana julio 2010
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